martes, 31 de diciembre de 2013

Y así termina el 2013. Mi libro del año.

Todo final de año sucede lo mismo, es el momento de una recapitulación de lo acontendido en el año que termina. ¿Teníamos nuestras ilusiones, se han cumplido, se han frustrado? Estoy relativamente satisfecho del 2013: conseguimos celebrar las Primeras Jornadas de Novela Histórica de Granada con éxito (ya estamos preparado la segunda edición para marzo de 2014) y mi tercera novela "El señor de Castilla" vio la luz de nuevo con Ediciones B, con presentaciones muy emocionantes en Granada y Jaén. Quedé en tercer lugar en el concurso anual de relato histórico Hislibris, celebrado este año en Carmona (Sevilla). En noviembre participé como autor invitado en la segunda edición del Certamen Internacional de Novela Histórica "Ciudad de Úbeda". Literariamente son mis logros principales de este año.

Lo que me falta es tiempo para hacer más cosas. Le quitamos la jornada laboral a tiempo completo (y más allá del deber) en mi exilio sevillano (con todo, bendito trabajo); le quitamos horas y horas de viaje, madrugones y urgencias varias; le quitamos nuestra vida social y familiar y eventos literarios; dormir, comer, logística del hogar... y casi que se nos ha ido el año entero. Falta tiempo para leer más, por ejemplo. Sí, los que escribimos novela histórica leemos muchísimo, lo que pasa es que casi todo lo que leemos o es documentación o es nuestra propia escritura en revisión y corrección. Siempre hay una pila de libros pendiente de lectura, de hecho cada vez lucho más contra mí mismo a la hora de comprar nuevos libros. Como cada vez conozco a más compañeros de letras (todos estamos concentrados, todos estamos escribiendo a todas horas, ocupados como tejones creando más y más libros) más ansia tengo de leerlos a todos y sin embargo no lo hago, se me acumulan y crecen las opciones. Los libros son para leerlos, no para acumularlos; así que hasta que no deje mi pila de pendientes a cero no compro casi nada.

Como me gusta indagar autores varios y voces diversas, uno tropieza a veces con libros que se te clavan en el alma. Sin tener en cuenta los míos, yo quiero recomendaros el libro que más me ha impactado este 2013. Impactado, porque lo leí en el momento personal propicio; porque se convirtió en un espejo de mis dudas y preocupaciones; y porque era la primera novela de su autor y me pareció extraordinaria, lo cual sirve de cura de humildad sobre lo mucho que me queda por aprender. Mi libro leído y elegido este año es:

 "El coleccionista", de John Fowles.

No, no es novela histórica, y es cortito, no llega a 300 páginas. Y no, no es reciente, sino una reedición de la editorial Sextopiso (este libro se publicó por primera vez en 1964). Bucear fuera del histerismo de las novedades trae grandes sorpresas.


Termino el año con más optimismo del que empecé, y eso es importante. He restringido mi presencia en la Red, he declinado algunas colaboraciones... he ganado tiempo para mí, para leer y para reencontrarme cuando estaba perdido. Con menos ruido a mi alrededor escribo mejor y disfruto más. Lo estoy notando positivamente y espero que 2014 transforme todo eso en noticias positivas que os daré a conocer pronto.

Disfrutemos lo que podamos, que escribir sea placentero y no un sacrificio solitario, y dejemos el ansia de la gloria para otros:

"La gloria, señor caballero, en los tiempos que vivimos, no es más que la fama que se adquiere en las tabernas cuando un cantor vagabundo celebra ante un concurso de villanos ebrios las hazañas de los que ya no existen" 

(Cita de la novela histórica IVANHOE, de Sir Walter Scott, escrita en 1815)

Lectores, os deseo una Feliz Nochevieja y buen comienzo de Año 2014

sábado, 7 de diciembre de 2013

CINH Ciudad de Úbeda, oasis de Historia y Libros

Hace unos días asistí al II Certamen Internacional de Novela Histórica "Ciudad de Úbeda", invitado como ponente en una de las mesas. Después de dejar reposar todo y de volver al día a día, ha llegado el momento de redactar la crónica de mi presencia del evento.

La ciudad: Úbeda, espectacular. Quien no la conozca se lo está perdiendo. Es una ciudad monumental, de pasado milenario, podrá recorrer el centro, rodear las murallas, atravesar puertas árabes, pasear por el barrio de los alfareros, deambular por la Edad Media, revivir su esplendoroso Renacimiento. Ciudad para recorrer con calma, para descubrir rincones y buen comer y buen beber. Como ocurre con Jaén, ciudad preludio de Castilla, de transición entre la influencia árabe del sur y la austeridad imperial del norte. En fin, muy bonita. Y no lo digo porque sea escenario importante de mi novela "El señor de Castilla"

La organización: cálida acogida de la organización, siempre pendiente de que los visitantes se sintieran como en casa. Cómo pocas personas pueden dividirse para acometer tantos frentes y al mismo tiempo es un misterio, pero lograron el don de la ubicuidad. El frío de la noche quedó compensado con creces con el calor humano. Les agradezco a Pablo y a Alberto la oportunidad, la invitación y la acogida.

Los autores: en ese fin de semana, aparte de los conferenciantes, compartí mesa, mantel y copas con tres autores reconocidos, Jesús Maeso de la Torre, Salvador Compán y Almudena de Arteaga. Todo fue estupendemente, y me enteré de cómo se ve el panorama editorial por parte de autores consagrados: negrísimo. La moraleja que saqué: estar agradecido de NO depender de la literatura para comer, porque cada vez menos pueden hacerlo con el sinvivir que eso supone.




La conferencia: participé junto al autor británico Saul David y el portugués Joao Paulo Oliveira e Costa en una mesa titulada "La novela histórica en Europa", donde hablamos sobre la situación de la novela histórica en diferentes países, la aceptación por el público, la situación editorial... todo aderezado con presencia de tercios de flandes y músicos renacentistas.





Para mi charla, me preparé unas estadísticas que saqué de AMAZON esa misma semana. Y de las que se pueden observar curiosos datos.

-Me fijé en las estadísticas de AMAZON en varios países: España, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido.
-Tomé como criterio los datos de venta de libros en Tapa Dura, en tres categorías cada vez más especificas: "LOS 100 MÁS VENDIDOS", "LITERATURA Y FICCIÓN" y "NOVELA HISTÓRICA"





Algunas de las conclusiones que ofrecen los datos tomados de su web:
-Lista "100 MÄS VENDIDOS": ¿De esos 100 cuáles son novela histórica? En España 1/100; En Alemania 2/100; en Reino Unido 4/100; en Italia 7/100; en Francia 1/100
-En España de esos 100, 1 es novela histórica; 10 son otras novelas; y 24 son cuentos.
-Lista "Novela Histórica":
a) España: de cada 100 novelas vendidas 38 son de autores españoles, 11 franceses y 39 autores anglosajones.
Si lo comparamos con los otros países:
b) Alemania: de cada 100, 62 son de autores alemanes, 15 son británicos y 2 son españoles
c) Reino Unido: de cada 100, 70 son autores británicos (36 hombres, 34 mujeres), 9 americanos, 0 españoles.
d) Italia: de cada 100, 35 son autores italianos, 38 autores anglosajones, 9 franceses, 9 españoles.
e) Francia: de cada 100, 82 son autores franceses (68 hombres, 14 mujeres), 11 anglosajones, 0 españoles

Si sumamos los datos de todos los países y lo hacemos proporcionalmente, en AMAZON EUROPA resulta que:
-En Lista "100 MAS VENDIDOS", sólo 2,8 son Novela Histórica
-En Lista "100 LITERATURA Y FICCION", 6,2 son Novela Histórica
-En Lista "100 NOVELA HISTÓRICA" en las 100 más vendidas:
a) España: 9,80 uds
b) Alemania: 13,80 uds
c) Italia: 10,20 uds
d) Reino Unido: 27,80 uds
e) Francia: 21,40 uds
f) USA: 9 uds




En defitiva, España es importador de autores de novela histórica y a los autores españoles nos cuesta mucho colocar nuestros títulos en las librerías europeas, donde mejor somos recibidos es en Italia (por carácter, por cultura, por pasado común). Los países anglosajones son exportadores de autores y copan sus mercados y nuestras librerías. El mercado más cerrado para los autores españoles es Francia.

Visto lo visto, tanto que se dice que "la novela histórica está en alza", "vive su mejor momento"... ¿es eso cierto? Bien es cierto que hay muchos nuevos autores que han surgido este último lustro, pero aún falta ganarnos la confianza de los lectores, que siguen prefiriendo a los autores extranjeros. ¿Por calidad? No. ¿Por marketing y distribución? Puede. ¿Por intereses editoriales trasnacionales? Estoy seguro.

Siempre podremos escribir fantasía histórica, que parece tiene más tirón... 

Certámenes así, que alternan mesas redondas con otras actividades como Desfiles de la Historia, Gastrotapas Históricas, visitas a grandes bibliotecas... acercan la Historia y los libros al gran público, y es su asistencia lo que confirma que son eventos demandados. Tomen nota los poderes públicos, de servir al pueblo, que para eso están.

¿El evento? Para repetir :)


jueves, 7 de noviembre de 2013

Qué tonto era Teseo

Las últimas semanas han dado para mucho en asuntos literarios: se ha hablado y mucho de la piratería del libro digital; sobre el premio Planeta y la exministra González-Sinde como finalista; sobre las memorias de varios expresidentes de gobierno (Aznar, Zapatero) que salen hoy tras recibir jugosos adelantos que no es probable que sus editoriales recuperen con las ventas; sobre la primera sentencia (hoy día 7 de noviembre) contra el administrador de una página ilegal de enlaces de descarga; sobre el aniversario de Cernuda y de Camus.



¿Dónde están las referencias a:

-2º Certamen Internacional de Novela Histórica "Ciudad de Úbeda", en Úbeda (Jaén) (del 16 al 24 de noviembre) (ver AQUÍ)
-2º Edición Encuentro Literario "Un otoño de novela", en Córdoba (del 9 al 11 de noviembre) (ver AQUÍ)
-1º Encuentro "Barcelona Novela Histórica", en Barcelona (del 11 al 16 de noviembre) (ver AQUÍ)
-1º Jornadas "Escribir y Editar: del manuscrito al libro", en Granada (del 4 al 25 de noviembre)

que acercan lectores a autores, libros y almas? En vez de tanta efervescencia en torno a cuatro o cinco temas que al final no son otra cosa que ruido de carracas, hay que fijarse en todos estos encuentros que de verdad aproximan libros (en este caso yo hago hincapié en novela histórica, que es donde estoy a gusto) de forma postiva y dan ánimos y energías para seguir en esta afición. También en este lote están los diferentes cursos y talleres de escritura que comienzan ahora en otoño, al alcance de todos los interesados y sus bolsillos. Algunos autores compañeros de letras y amigos se han embarcado en esta actividad, tienen don para ello, por ejemplo tenéis en Sevilla a Teo Palacios / Concha Perea y su "Factoría de Autores", y en Granada a Antonio Martín Morales y su Taller de Narrativa.

Son todo ello eventos que cuentan con escritores veteranos y nuevas voces, todos con la misma ilusión y que hacen más (y más positivamente) por la Lectura y los Libros, que los sensacionalismos que son luces atrayentes que deslumbran sólo el momento y después se desvanecen.


En el mito de Teseo, seguro que cuando le dijo al rey Minos "voy a enfrentarme al Minotauro", aquél se debió de partir de risa. Debió ser algo así:
-Rey Minos, voy a enfrentarme al Minotauro.
-(Risas) ¿¿Tú solo??
-Yo solo.
-(Más risas en el salón del trono. Ariadna se inquieta junto a su padre y su madre la reina Pasifae) Claro, claro... tú solo. Lo conseguirás, claro que sí. Te muestras muy seguro; vamos, que no me lo creo. Pero ve, joven, ve. Si lo logras, Atenas dejará de pagarme su tributo en doncellas.
-¡Acuérdate de tu promesa, porque volveré! ¡Soy el hijo del rey Egeo de Atenas, y...!
-Claro, claro. (Qué iluso). Hijo de Egeo, cumpliré mi promesa. Ve al encuentro de la bestia (ya no hará falta que alimentemos hoy al monstruo).
Luego el rey Minos se lamentó de Teseo y toda su parentela cuando aquél mató a puñetazos al hombre-toro y salió del laberinto a través del hilo de Ariadna, y se la llevó a la fuga.

Con ese mismo entusiasmo y un poco de ayuda todos esos eventos mantienen esa ilusión, hacer posible lo que otros creen con pesimismo que será un fracaso. Y parecía tonto Teseo. La participación y asistencia de los lectores demuestra, contra los pronósticos de algunos sabios, que estos eventos interesan y son necesarios para elevar nuestro ánimo y espíritu en estos tiempos difíciles.

[PD: También os anuncio que participaré como autor invitado en el "Ciudad de Úbeda" el sábado 23 de noviembre, a las 12:30. Allí me podréis encontrar]

domingo, 13 de octubre de 2013

A ti, lector, que compras libros.

Hace unos días Teo Palacios, amigo mío y compañero de letras, publicaba en su Blog una entrada interesantísima y que invita a la reflexión sobre la piratería digital. Numerosos comentarios, defensores de una postura a favor y en contra son señal de la controversia que genera el tema, quizás porque no hay solución todavía satisfactoria.

Tantos dimes y diretes... Yo quiero ser positivo. Hoy mi entrada la quiero dedicar a todos los lectores que compran libros.



Cuando compras un libro, lector, lo que has hecho es dar una oportunidad a nuevos autores. Has oído tanto sobre dónde se puede descargar ese libro de forma gratuita, que a lo mejor estuviste tentado de navegar por esas aguas de las descargas, y sin embargo decidiste comprarlo. Haciendo eso, ya sea comprando el producto de una editorial o de un autor autopublicado, estás fomentando una ilusión, valorando el esfuerzo y las horas que un autor dedica a dar rienda suelta a su creatividad. De un autor que a lo mejor quedas complacido y del que deseas seguir leyendo nuevas historias en el futuro, y al que incentivas a que siga haciéndolo.

Cuando eliges entre tantísima variedad y títulos y decides comprar, lo haces ilusionado. A veces no sin sacrificios, porque te resistes a ser tentado por la gratuidad. Antes los libros electrónicos eran caros, ahora una enorme mayoría, incluso novedades, pueden conseguirse por menos de 5 euros. Eso son dos cervezas que no te tomas. Eso es un paquete de cigarrillos que no te fumas. Eso es poco por seis o siete horas de lectura absorbente, y por eso compras.

Puede ser que alguno de los libros electrónicos que compres a precio económico no te guste. ¿Pero acaso no sucede igual con los libros impresos? Los libros son como el vino, que una botella tenga una mala añada no significa que, si te gusta, dejes de buscar nuevos crianzas. Cuando una afición gusta, perdura.

A veces puede incluso que decidas comprar un libro impreso, si la temática o su contenido te emociona. Quizás antes podías permitirte comprar más, ahora en crisis es posible que dudes y te quedes con las ganas de hacerte con todos los que te gustaría. Todo cuesta dinero y no siempre se puede elegir entre necesidad y ocio. Y por eso escoges más que antes. Y cuando eliges y desechas, escuchas de nuevo la tentación de lo gratuito, que ofrece compilaciones con cientos y cientos de títulos... pero los ebooks ofrecen ya ese precio reducido que necesitas, de ese autor que ya has leído antes y que te ha arrebatado horas de sueño absorto por su novela; de ese autor del que deseas que siga enamorándote por muchos años. Ese autor, para eso, necesita también sobrevivir, comer, vivir de su trabajo. Porque sabes que escribir es un trabajo y por eso compras. Te privas de un refresco, o de dos; pero compras su libro. Te sientes bien por ello.

Si es un autor que comienza, tu acción es más loable, porque sin conocerle de nada decides invertir (casi seguro) menos de 3 euros en él. Para él, es una ilusión que le hará seguir esforzándose y quizás te sorprendas de oír nuevas voces que no conocías y que te arrebatan a otras épocas, otros mundos. En las editoriales convencionales, comprando títulos también alimentas a futuros nuevos autores, porque una editorial es un negocio y sin beneficios no se esforzarán en buscar a nuevos talentos. Esos, que a tí te gusta tanto leer, porque has leído otros títulos de esa editorial y te han convencido. Como contrapartida, los autores saben cómo está todo e insisten y pelean con la editorial por que sus títulos estén al precio más razonable posible. Es una sinergía. Es otro motivo del por qué sigues comprando libros.

Incluso cuando todo está mal, muy mal, recuerdas que las bibliotecas existen, que son sitios geniales y entretenidos, mucho más que un almacén de títulos; las bibliotecas ahora no son como hace décadas. Recuerdas el contacto con ese bibliiotecario eficiente, y el gran catálogo que tienen, también novedades. Te acercas y consigues libros en préstamo, ¿no son geniales?

Queridos lectores que así hacéis, por el motivo que sea: de mi parte (y de muchos otros, os lo aseguro), gracias, gracias, gracias.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Escribir una novela (XXI): Rigor Mortis

Es gratificante cuando hay lectores que han disfrutado de tu libro y se atreven a decírtelo; también cuando los hay que tienen una crítica que hacerte y te la hacen con educación. Desde aquí, gracias, porque al hilo de las palabras de uno de ellos escribo hoy esta entrada. Lo curioso es que, dependiendo del lector, lo que para uno es una virtud para otro es un defecto, y viceversa.

El comentario que me hicieron es sobre el rigor. El rigor mortis es la rigidez que aparece en un cuerpo muerto a las pocas horas de la muerte, su duración en el tiempo es reducida y después desaparece, según se inician los procesos de descomposición. Se parece mucho a lo que me comentaron, relacionado con el rigor a la hora de escribir una novela histórica.



Sin duda, una de las bazas de este género es la posibilidad de recrear un pasado, más o menos remoto en el tiempo respecto del lector. Todo es cuestión de tiempo, desde luego, en un foro ya opiné en su día que la novela contemporánea de hoy será, dentro de doscientos años, novela histórica (y la novela histórica de hoy, más histórica aún). Para recrear ese pasado hay que hacer una labor necesaria de documentación, tanto del detalle del día a día como más generalista sobre la cultura a tratar, sobre la mentalidad y valores imperantes, sobre la forma de expresarse incluso...

Dice la RAE:

Rigor.
(Del lat. rigor, -ōris).
1. m. Excesiva y escrupulosa severidad.
2. m. Aspereza, dureza o acrimonia en el genio o en el trato.
3. m. Último término a que pueden llegar las cosas.
4. m. intensidad (vehemencia). El rigor del verano.
5. m. Propiedad y precisión.
6. m. Med. Tiesura o rigidez preternatural de los músculos, tendones y demás tejidos fibrosos, que los hace inflexibles e impide los movimientos del cuerpo.
7. m. Med. Frío intenso y extraordinario que entra de improviso en el principio de algunas enfermedades, como en las calenturas intermitentes.
8. m. germ. Fiscal del ministerio público.
en ~.
1. loc. adv. En realidad, estrictamente.
ser alguien el ~ de las desdichas.
1. loc. verb. coloq. Padecer muchos y diferentes males o desgracias.
ser de ~ algo.
1. loc. verb. Ser indispensable por requerirlo así la costumbre, la moda o la etiqueta.

Nos quedamos con propiedad y precisión. Ser rigurosos en esa documentación implica poder describir con propiedad y precisión, a través de palabras, la ambientación de la novela, la tramoya oculta, el andamiaje que dotará de sensaciones al libro y que hará que un lector se traslade en su mente en el tiempo, se olvide de la hipoteca y se sumerja en el pasado.

La pregunta del millón: ¿cuán rigurosa ha de ser esa documentación? ¿Debe ser precisa en todos los detalles que mencione el libro? Aquí aparece una tentación para el novelista histórico: suele descubrir tantos detalles jugosos de esa época que puede querer colocarlos todos en la novela, y eso puede ser un error si lastran la historia. Una forma de lastrar la historia es centrarse en los detalles, poner numerosos pies de página que rompen el ritmo de lectura (la tendencia es que no haya, si acaso un glosario de términos al final del libro); otra querer, p.ej, que Homero hable como en su Grecia arcaica, lo cual es imposible. Es cierto que si de la época existe correspondencia escrita se puede lograr dar un barniz a los diálogos de los personajes que haga pensar "hablan como los antiguos", pero llevar esa forma de expresarse con rigor a una novela es un error, porque lo más probable es que se aburra al lector. 

Y una novela, querido lector:
-es esencialmente una obra de ficción.
-debe entretener.

Sobre el habla de los personajes históricos, hay controversia. ¿Es menos rigurosa una novela histórica que aproxima el habla de los personajes al siglo XXI? Si fuera un ensayo, sería cierto: no sería rigurosa. Pero una novela no es un ensayo, busca entretener a sus lectores y para eso sus lectores deben entender lo que dicen los personajes, aproximar el habla antiguo al lector moderno es una licencia que lo logra. Y si se cuida cómo se expresa todo, no tienen porqué cometerse barrabasadas con el lenguaje.

Los detalles del armamento medieval, de los trajes de época, de las comidas y desayunos, del día a día: ¿son menos rigurosas si no se habla de hasta la útima hebilla que tiene que desabrochar un escudero que desguarnece a su señor? Con la comida suele haber problemas, no existia en épocas pasadas la disponibilidad de alimentos como hoy en día; incluso la cultura imponía muchas veces los tejidos de las ropas, las modas.... 

Algunos defienden que ser riguroso es ser prolijo en detalles, muchos detalles, de todo tipo. Si al lector lo aburres con eso, entonces ese rigor, para mí, es Rigor Mortis. Has matado sus ganas de leer. Leerá las páginas en diagonal, evitando las descripciones y esperando que al menos los diálogos le aporten algo. Si no lo hacen tampoco, sólo faltará enterrar al muerto: abandonará el libro sin terminarlo.

Yo creo que ser riguroso consiste en que los detalles que aparezcan estén equilibrados con la trama y que tengan su razón de ser, y que cada detalle que menciones sea usado correctamente y con propiedad. Cada palabra en una página debe estar porque debe ser necesaria. Si no es necesaria, sobra. Si no está y se requiere, falta. Para eso están las correcciones.

Y podar la novela, para quitar lo que pueda sobrar, puede ser tan difícil o más que escribir la novela.

martes, 20 de agosto de 2013

Escribir una novela (XX): André Maurois (Emile Herzog), sobre el arte de escribir

Hace cuatro años escribí una entrada sobre qué pensaba André Maurois, pseudónimo de Emile Herzog, acerca de escribir. Hoy necesito recordarlo, pues me pesan las malas noticias (laborales y personales), que hacen que la vida sea más interesante y también más difícil, pues sin serenidad no se puede escribir: escribir es imaginar, y la mente no vuela libre si está atada al yugo de la exigencias de la vida moderna. A veces el yugo es más ligero; otras (hoy) me parece terriblemente pesado.

Así que unas reflexiones no me vendrán mal, buscando fuerzas en mi cansancio en este verano de sol aplastante y oficina que se me está haciendo eterno.



El Arte de Escribir, por André Maurois. 

Usted quiere aprender a escribir. Tiene razón. De nada sirve tener las ideas justas si uno no sabe expresarlas debidamente. Ni las palabras, ni la elocuencia misma, son suficientes, porque las palabras se desvanecen. Un escrito perdura: aquellos a quienes va dirigido pueden volver a leerlo, meditarlo. Queda para ellos como una imagen del autor. Una relación readaptada, bien escrita, está en la base de más de una gran carrera.

Para escribir bien hay que poseer cultura. No es necesario estar al corriente de la literatura más moderna. Es mejor el conocimiento de los grandes clásicos, que suministra citas y ejemplos, e introduce a una asociación secreta y poderosa, esta misteriosa francmasonería de los hombres cultivados que uno encuentra tan frecuentemente entre los médicos, los ingenieros y los escritores. Sobre todo, la cultura nos da vocabulario. Uno no escribe con los sentimientos, sino con las palabras. Usted debe conocer suficientes de ellas y haber penetrado su sentido exacto. De lo contrario las empleará inadecuadamente y el lector no le comprenderá.

La Academia Francesa pasa una sesión entera definiendo tres o cuatro palabras. Esto no es jamás tiempo perdido. Por falta de un lenguaje preciso, todo un pueblo puede ser lanzado en prosecución de objetivos vagos que no merecen ser perseguidos. Por lo tanto, busque en los diccionarios -y sobre todo en el Littré- que le darán ejemplos preciosos. Cada vez que usted ignore el sentido de una palabra, búsquelo. Lea a los grandes autores. Vea cómo, con las palabras que usa todo el mundo, él sabe crear un estilo. ¿Cuáles autores? Moliére, el cardenal de Retz, Saint Simon, Voltaire, Diderot, Chateaubriand, Hugo. Ensaye a descubrir el secreto de cada uno de ellos y las fuentes de su maestría.

No ensaye usted tener un estilo. Ya vendrá solo si usted se forma a la vez un rico vocabulario y fuertes pensamientos. Aquello que uno concibe bien se enuncia claramente. Guárdese de lo rebuscado y lo pedante. Nada echa más a perder un estilo. Diga simplemente lo que tenga que decir. Valéry ha dado este consejo: «De dos palabras, hay que escoger la menor».

Es decir, la menos ambiciosa, la menos ruidosa, la más modesta. Prefiera siempre la palabra concreta que designa los objetos, los seres, a la palabra abstracta. «Los hombres», viene mejor que «la humanidad», «tal hombre», es mejor que «los hombres». Las palabras abstractas son útiles, aun necesarias, pero pronto hacen que el lector vuelva a lo concreto. Con las palabras abstractas uno puede probarlo todo, pero no realizar nada. Prefiera el sustantivo y el verbo al adjetivo. Más tarde aprenderá a manejar este como lo han hecho Chateaubriand y Proust,  pero esto es difícil.

El filósofo Alain, que fue un gran profesor, dio este consejo: «Reducid los preparativos al mínimo». Es decir, no os preguntéis por largas horas ¿Cómo comenzar?, sino comenzad. La primera frase sugerirá la siguiente. Los pensamientos se desarrollarán unos tras otros. Si queréis una trama, no avanzaréis jamás. Si esperáis inspiración, esperaréis en vano. La inspiración nace del trabajo.

Stendhal decía que él tenía que escribir cada mañana, «genio o no genio», y el antiguo autor Plinio expresó «Nulla dies sine línea» (Ni un día sin una línea). Si uno no se propone sentarse cada día en su escritorio, no para soñar, sino para trabajar, si uno se permite pensar: «esta mañana no me siento bien, estoy indispuesto, en la mañana los trabajos son difíciles», entonces está perdido. Al día siguiente hallará una nueva excusa y la vida pasará entre la haraganería y el fracaso. ¿Podremos dominar las dificultades de lenguaje y estilo, descubrir la frase por una palabra familiar? Sí, porque se habrá adquirido a la vez el gusto y la autoridad necesarios.

Los grandes escritores tienen sus vulgaridades intencionales, los grandes embajadores escriben sus informes humorística y brutalmente concretos. Hay que tratar de imitarlos, de obtener su experiencia y su talento. No hay que atraer la atención, sino por la precisión vigorosa de las fórmulas, por el ajuste perfecto de las frases a las ideas, por una brevedad compacta y plena. En fin, hay que guardarse, mientras no se sea un maestro, de las frases largas. Bossuet las usa, pero él era Bossuet. Cuando el señor Caillaux era presidente del Consejo, le dijo a su jefe de gabinete, cuyo estilo le parecía ampuloso: «Escúcheme, una frase francesa se compone de un  sujeto, un verbo y un complemento directo, eso es todo. Y cuando necesite un complemento indirecto, venga a buscarme».

Usó así una exageración graciosa y oportuna. Pero, en el fondo, era verdad.

domingo, 18 de agosto de 2013

La sombra del plagio en la novela histórica

Según la Real Academia Española, plagio se define como la acción y efecto de plagiar:

plagiar.
(Del lat. plagiāre).
1. tr. Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias.
2. tr. Entre los antiguos romanos, comprar a un hombre libre sabiendo que lo era y retenerlo en servidumbre.
3. tr. Entre los antiguos romanos, utilizar un siervo ajeno como si fuera propio.
4. tr. Am. Secuestrar a alguien para obtener rescate por su libertad.

Hablando sobre novelas, siempre que entro en una librería me sorprendo del elevado número de títulos que puedo encontrar, sobre cualquier tema y género. Los ciclos del mercado y la competencia por captar lectores hacen que si un título triunfa, aparezcan más sobre la época, el personaje, la cultura... Los romanos están omnipresentes; Egipto; la Edad Media; las guerras napoleónicas; la guerra civil española; la Segunda Guerra Mundial.



Como lector, está bien poder elegir. Como autor, cada vez se reducen más las posibilidades de ser original. Se puede ser original en la forma de contar una historia, en la elección del personaje principal, en elegir el bando vencedor o el bando perdedor; hablar de un hecho conocido a través de un personaje ficticio; o descubrir un aspecto de la Historia poco conocido y nada novelado, digno de ser contado. 

Como hablamos de novela histórica, y yo concretamente no soy historiador, necesito fuentes que me hablen de la época, cultura y personajes sobre los que quiero hablar. Los ensayos son fuentes importantes de datos, otras veces recurro a crónicas de la época (cuando las hay), y a fuentes arqueológicas. Entonces es cuando me planteo una duda, y es si emplear esa documentación es una forma de plagio. Necesito datos y detalles en mi novela que encuentro en obras que otros autores también han usado como fuentes. ¿Reduce eso la originalidad de mi creación? 

En el caso de las novelas que beben de crónicas antiguas como trama fundamental, ¿son una forma actualizada de plagio, aun cuando el autor del manuscrito original lleve muerto 1000 años? A veces me lo pregunto, si sólo en la parte de ficción de mis novelas soy un auténtico creador. Quizás por ello intento compensar mi trama, 50% bebiendo del pasado; 50% creación propia. Si creara al 100% sería un autor de fantasía, no de histórica, pues todo lo que se escriba que se inspire en la realidad presente o pasada beberá de alguna fuente que otro autor ya habrá empleado. 

"Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias." Si veo en las mesas de novedades 10 novelas que por ejemplo traten sobre Aníbal como elemento sustancial, ¿se puede hablar de plagio, de copia del pasado? ¿O sólo reconociendo al final de la novela cuáles son nuestras fuentes, pasamos a ser autores inspirados? Es más, si en una novela encuentro detalles (procedentes de fuentes históricas y ensayos de autores muertos hace más de 100 años) que me parecen adecuados para mi propia trama, ¿es legítimo emplearlos, como si la novela fuera una "fuente"; o sería plagio?

No es fácil escribir novela histórica.

domingo, 28 de julio de 2013

Cuando uno va al cine y piensa en libros

Acudir a actividades culturales que buscan contar una historia a un público es algo que me encanta y que hago cada vez que puedo. Primero porque me ofrece nuevas perspectivas como público y asistente sobre cómo un autor, un creador intenta sorprender y conmover a su público, y segundo, porque es parte de mi aprendizaje continuo. Me permite comparar mi forma de contar historias con las de otros autores/creadores, preguntarme a mí mismo qué me gusta de lo que estoy percibiendo y qué no, y por qué. Y eso es muy importante si uno quiere mejorarse a sí mismo.

Estas actividades culurales pueden ser exposiciones (pintura, escultura, fotografía), visitas a monumentos, acudir al teatro y al cine. Toda actividad cultural de cara a un público tiene dos partes diferenciadas: un continente y un contenido, y ambos deben estar en sintonía, ambos deben complementarse, entrar en resonancia, 1+1 debe ser mayor que 2, y deben afectar al que los observa, de forma que cuando la actividad cultural termine, el espectador/público/asistente debe sentirse diferente a cuando entró. Debe haberse emocionado, debe quedar en su memoria, sumergirle en la reflexión y en la emoción, y ascender a la superficie cambiado.



Decía Heráclito: "No es posible bañarse dos veces en el mismo río". El río, que representa el mundo, es algo que muta y cambia constantemente, pero no se refería a eso, sino a nosotros mismos. Aunque el río fuera el mismo, nosotros no; nuestras experiencias de hoy nos harán diferentes mañana. Una actividad cultural debe lograr hacernos diferentes a su conclusión, llegarnos al alma, provocar una katarsis, un cambio vital. La cultura debe enriquecernos y hacernos diferentes y mejores.

Todo esto viene porque el otro día fui al cine (una buena forma de asisitir a un historia con presentación, nudo y desenlace en 2 horas) y lo que vi, inevitablemente, lo comparé con lo que un libro, en mi opinión debiera ofrecer.

-Una historia: lo que se cuenta puede novedoso y original (algo que nadie haya contado antes) o aunque sea algo conocido, contarse de una forma diferente (por el ritmo o por la forma de hacerlo). La película: tenía como objetivo contar de forma diferente una historia conocida.
-El continente: debe impresionar a su público antes de presentar el contenido. En un libro, la portada y la sinopsis son cruciales en un 80% para atraer atención de los lectores, el otro 20% lo hace el boca-a-oreja. En la película, el continente es una sala amplia, buena imagen y buen sonido. El trailer equivale a la sinopsis.
-La coherencia y el ritmo: si se pretende contar una historia conocida de otra forma, se corre un peligro, y es suponer que TODO el mundo conoce esa historia y que pueden obviarse presentaciones de personajes y de sus conflictos, para desarrollar esos aspectos. Eso supone que, si alguien no conociera esa historia, encontraría lagunas, y estaría continuamente preguntándose por qué aquello, lo otro... la estructura se desmorona. Todo lector debe ser capaz de encontrar en el libro todo lo que necesita para entender la historia. En una película, igual. En la película que vi, éste era un error grave.
-Los personajes: son el 99% de la historia, porque son los que deben sufrir el conflicto y transmitirlo al público. Deben estar desarrollados y ser coherentes consigo mismos. Deben tener personalidad propia. Los diálogos deben mostrarnos cómo son, qué les sucede, sus motivos, sus razones ocultas, y deben interaccionar con los otros personajes de forma ágil y lógica. En la película que vi, los personajes estaba anulados; primaban los efectos especiales. Espectaculares, eso sí; pero sin alma.

Salir del cine con la sensación de que has perdido dos horas es también una katarsis: la próxima vez que tenga dudas sobre una película, seguiré mi instinto. No la veré.

¡Con los libros pasa igual! Un lector insatisfecho con un autor, quizás no vuelva a dar otra oportunidad de lectura a ese autor. Un libro que sea insípido, que no deja huella (ALGUNA huella), es un libro que no ha cumplido su función.


sábado, 20 de julio de 2013

Nueva etapa en Jornadas de Novela Histórica de Granada

Parece que la terapia funciona. He disminuido mi presencia en la red; presto menos atención a las noticias y he vuelto a escribir. A mano, rasgando el papel rugoso línea a línea. Las frases tienen danza en cada palabra, consigo escribir al hilo de cómo imagino y pienso, muy rápido, y bastantes veces me cuesta descifrar mi propia letra, pero me reencuentro con viejas sensaciones, que no sé cómo dejé que se marcharán.

Bueno, sí lo sé. Querer ganar tiempo al tiempo es un sinsentido. El día tiene sólo 24 horas, y querer que tenga 26 para escribir 2 más es de necios, más que nada porque el cansancio pasa factura, la inspiración desaparece y lo que aparece es la Hoja-En-Blanco, la pesadilla de un creador. Y sin inspiración, por mucho que tengas claro qué quieres contar, corres el riesgo de contar algo sin alma. Bien escrito, quizás, pero sin alma. Y eso se nota.

La inspiración ha vuelto, para muestra dos frases mías (muy zen) que han surgido mágicamente respondiendo a dos lectores:

"La tortuga nunca se agobia: va a su ritmo."

"La vida se nos va en los detalles: a veces vemos una hormiga pero no vemos un elefante."

Y que tiene bastante que ver con el frenesí publicitario que sacude las redes y otros agobios personales. Existe una palabra mágica para ello: decir "No" y centrarse en lo que uno disfruta, e incluso el goce puede mutar a esclavitud si uno no es capaz de decir "No". Me han propuesto varios proyectos literarios que parecen interesantes, pero en el espíritu de esta entrada está mi respuesta: me llena más, mucho más, continuar con lo que estoy escribiendo. Y cuando termine, ya veremos.

La mejor receta para escribir es.... no lo sé, yo necesito sosiego mental, para involucrame emocionalmente es lo que quiero escribir, y partir de ahi, la Inspiración se te acerca, te sonríe y te susurra al oído (o te grita, oblilgándote a escribir como esclavo sumiso y voluntario hasta la una y media de la madrugada, que es lo que me ha ocurrido toda la última semana)

Lo que sí me ha dado satisfacción es que Carolina Molina y yo hemos iniciado una nueva etapa en el Blog de las Jornadas de Novela Histórica de Granada. Cada semana tendremos el honor de publicar entrevistas a escritores de novela histórica, que nos deleitarán con sus entresijos y sus puntos de vista sobre la escritura, sus inicios, si ebook o libro impreso, el futuro del mundo editorial....



Os dejo el enlace del blog:

http://jornadasdenovelahistoricaengranada.blogspot.com.es/

¡No os lo perdáis!



domingo, 30 de junio de 2013

Cuando llega el verano

Hola, lectores. Sí, habéis comprobado que de un tiempo a esta parte estoy espaciando mis entradas en el blog. He pasado unos días de vacaciones que me han dado para mucho, y sobre todo para reflexionar sobre el presente y sobre mi futuro, en todos los aspectos de mi vida. He estado quince días sin contacto con redes sociales, sin leer y sin escribir. Y ganas sí había: tengo 10 libros pendientes de lectura, que deseo devorar y sin embargo, no he leído nada.

Quizás sea el verano, que ya ha llegado. Durante estos quince días ni siquiera he escuchado noticias de nuestro país, porque no he permanecido aquí. Nada de nada. Y no he echado nada en falta, sinceramente. He ganado un poco de tranquilidad, lo que dure.



La luz que nos llega nos invita a vivir más, y a encerrarnos menos. Fuera el mundo es enorme. Donde he estado, ¡qué alegría, qué actividad! Gente y turistas por todas partes. Bullicio, negocios en marcha, vitalidad, sensaciones positivas y eso que ha llovido todos los días. Y este año he estado demasiado encerrado en mí mismo. Escribir te da una vida, escribir te quita una vida.

Así que, los que podáis, leed, sí, pero se pueden hacer también más cosas. Hacedlas; vuestro libro seguirá esperándoos. Conoced gente nueva, disfrutad de nuevos lugares. Las tardes se alargan. El verano invita a ello. Y con todo lo que viva este verano estoy seguro que cuando mis ganas de escribir aparezcan de nuevo con intensidad, notaré un algo diferente en mi escritura.

Y espero que vosotros también. ¡Buen verano!

domingo, 9 de junio de 2013

Escribir una novela (XIX): Andrés Pérez Domínguez

El mundo está ahí afuera. No hay nada como una buena dosis de realidad para comprender cuánto me queda por aprender y por descubrir. En las ferias de libros me siento abrumado cuando veo las casetas llenas de libros, quizás con más libros de los que nunca leeré en mi vida y pienso: "Y todo esto son sólo las novedades de este año."

Como lector intento no agobiarme, pero sólo consigo incubar un sentimiento de tristeza por todo lo que nunca leeré.

Todavía me esperan muchos de los clásicos y de los recomendables, y otro tanto si me refiero a libros sobre teoría literaria. Leer es hacer como San Agustín: querer volcar en un diminuto agujero en la playa todo un oceáno. Una empresa imposible de llevar a un término final. Pienso a veces si escribir sin haber leído todo los recomendable de lo que me ha precedido es sólo un deseo movido por la soberbia de emular a los que sí he leido.

Conocer a autores que han conseguido hacer de la escritura una profesión y un modo de vida es estimulante. Ellos nos pueden hablar sobre qué significa para ellos escribir, y por eso hoy traigo, no mis reflexiones, sino a un autor para que nos hable de sí mismo y su escritura. Hoy hablamos con Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969), escritor conocido principalmente por sus novelas entre las que destacan varios thrillers. Es también autor de narrativa breve y colabora en prensa escrita y radio. Ha ganado numerosos galardones tanto por su obra de ficción como periodística.





1.- Con diversas novelas, relatos y cuentos en tu haber, varios de tus libros se ambientan en la Segunda Guerra Mundial (“El violinista de Mauthausen”, “La clave Pinner”, “El factor Einstein”, “El silencio de tu nombre”), ¿de dónde surgió ese interés por esa época? ¿Tienes algún autor cuya lectura te haya empujado a adentrarte en esos años convulsos?

—He de puntualizar que no se trata de la Segunda Guerra Mundial exactamente, sino de un periodo que abarca desde los años 30 a los 50 del siglo XX, y que, efectivamente, no se trata de todos mis libros. Es un momento histórico que me gusta, en el que me siento cómodo, y sobre todo me resulta útil para explorar cuestiones como la amistad, traición, culpa, aventura, tensión narrativa, etc. La guerra en sí misma no me interesa. Sin embargo, el mundo del espionaje durante esos años sí me resulta particularmente atractivo. Hay dos autores que empecé a leer de muy jovencito, Graham Greene y Le Carré, que de alguna manera han influido en mi narrativa, espero…

2.- Se suele comentar que no hay escritor que no escriba, más tarde o más temprano, sobre otros escritores o sobre la literatura, en tu caso “El síndrome de Mowgli”, donde homenajeas a Kipling, con un protagonista que lucha por encontrarse en un mundo del que siente ajeno. ¿Es quizás una novela más personal?

—De alguna manera, sí, igual que algunos cuentos o novelas breves mías menos conocidas. Pero también son personales obras como El factor Einstein o La clave Pinner, por citar dos ejemplos, pues en todos mis libros hay mucho de mí mismo, algo que, a partir de ciertos detalles, sólo puede ver la gente que me conoce bien.

3.-“La clave Pinner” fue la novela que te dio a conocer al gran público. A muchos nos gusta escribir, pero no es una afición tan fácil y glamurosa como parece a simple vista y sí con mucho trabajo previo, que en general el público no ve ni conoce. ¿Puedes hablarnos del origen de tu interés por la escritura y de tus esfuerzos, hasta llegar publicar tu primer libro? ¿Sufriste mucho?

—En primer lugar, no debería ser una afición. Escribir es mucho más serio que eso. Yo al menos le tengo mucho respeto a esta profesión. Efectivamente, el trabajo diario de un escritor no tiene nada de glamuroso, pero la mayoría de la gente sólo ve el resultado final, las entrevistas, las firmas, el éxito, tan esquivo y azaroso siempre. Por eso me hace gracia que muchos quieran ser escritores pensando en el resultado, en la fama (si es que un escritor se puede considerar famoso, que esto daría para un debate), cuando eso es una consecuencia de un trabajo, y casi nunca sucede. Yo sobre todo soy un lector, y creo que un escritor es un lector pasado de rosca, con ganas de contar las cosas a su manera. A mí es la ilusión de contar historias y que los lectores las disfrutasen fue lo que me impulsó a ser escritor, lo que aún me motiva cuando me siento a escribir. Quizá eso sea lo principal, y acaso lo único, para escribir. Yo tuve la fortuna de ganar muchos certámenes literarios, y gracias a eso mantenerme de la literatura durante algunos años, pero hace ya mucho de eso. No fue fácil, trabajaba cada día esforzándome por hacerlo mejor, igual que ahora vaya. Publiqué media docena de libros en instituciones que habían convocado los premios que tuvieron la suerte de ganar, y La clave Pinner, la novela que me dio a conocer al gran público en 2004, antes estuvo tres años dando tumbos, siendo finalista de premios importantes. Luego se publicó, tuvo muchos lectores, y hoy, nueve años después, sigue viva, pero nunca ha sido fácil, ni entonces ni ahora. Y lo único que vale es seguir trabajando si crees en lo que haces. Y tratar de ser objetivo con tu propia obra. Que tus libros te interesen a ti, a tus amigos o a tu familia no tiene por qué significar que vayan a interesar a los lectores. Pero creo que ahora es un poco más fácil publicar que cuando yo empecé: hay más editoriales pequeñas y dinámicas con presencia en las librerías. Eso antes no era tan habitual. Pero quizá, como decía hace poco Lorenzo Silva en una entrevista, hay demasiado amateurismo.

4.- El escritor Teo Palacios ha iniciado un programa de radio sobre literatura, y uno de sus secciones se llama “Los escritores también comen”, con cuyo título se reivindica que toda actividad creativa debería llegar a ser una forma de vida. Así que si puedes, dinos, ¿qué veríamos si abriéramos tu nevera? ¿Qué nos llamaría la atención?

—Bueno, procuro comer sano… Me cuido y hago mucho deporte. Nunca falta leche, que es mi bebida favorita. Fue un préstamo que hice a Rafael Montalbán, el protagonista de El síndrome de Mowgli… con lo que, bien mirado, sí, ésta es mi novela más personal…

5.- Esta entrevista la incluyo en una sección de mi blog que se llama “Escribir una novela”. ¿Puedes contar a los visitantes de mi blog, brevemente, cómo te organizas para escribir? ¿Qué rutina diaria sigues? ¿Y tienes un procedimiento?

—Soy muy disciplinado. Procuro hacerlo por las mañanas, tener unas cuantas horas en las que pueda dar lo mejor, concentrado al máximo. Pero no soy maniático, y si tengo que adaptarme a otro horario, lo hago. He escrito mucho en trenes, aeropuertos, hoteles y estaciones. No tengo por qué hacerlo siempre en mi despacho. Sí me gusta escribir a mano el primer borrador. Me gusta el contacto de la pluma con el papel. Luego lo voy pasando a ordenador, diariamente, si puedo.

6.- ¿Se puede vivir de la escritura? Porque hablar con alguien que lo hace me parece extraordinario, se oye cada vez más que esta forma de vida está en extinción.

—Yo hasta ahora lo he conseguido, y que me quiten lo bailado… Pero el futuro del oficio no está claro: la crisis, la piratería, el cambio de modelo a lo digital, si llega a suceder (yo sigo prefiriendo el papel). Pero no se trata de quejarse. Todos los sectores lo están pasando mal ahora. Yo escribía cuando no me leía nadie, y supongo que seguiré haciéndolo si no hay un editor que apueste por mi obra. Lo haré porque me gusta, porque me ayuda para muchas otras cuestiones que ahora no vienen al caso. Y si no puedo comer de la escritura, pues qué le vamos a hacer, me buscaré la vida de otra forma. Espero que no, pero no pasa nada por eso. He hecho otras muchas cosas antes de dedicarme a escribir.


7.- Yo tengo la convicción que existen alimentos que estimulan el cerebro y la escritura, y supongo que cada autor tiene sus gustos propios. ¿Con qué alimentas, literalmente, tu creatividad?


—Yo creo que basta tener los ojos bien abiertos y comprender que cualquier material puede ser literaturizable. Todo lo que hay en el mundo (lo que vivimos, lo que vemos, los que nos cuentan, lo que leemos o lo que soñamos) nos puede servir.

8.- Sé que prefieres no dar consejos, pero te invito a que comentes a mis visitantes qué es lo más importante para ti a lo hora de decidirte a comenzar un nuevo proyecto literario, una regla o axioma que tú sigas a rajatabla.

—No me gusta dar consejos, es verdad, pero bueno, te diré que basta que me interese a mí como lector. Como yo como lector soy muy exigente, supongo que con eso ya es importante. Pero nunca se sabe lo que puede pasar, y es parte de la magia de este oficio.


9.- Por último, háblanos sobre cuál de tus novelas supuso una mayor implicación emocional y qué podemos encontrar en tu última novela “El silencio de tu nombre”

—Te puedo decir en cada novela me implico por igual, al menos durante las horas que estoy escribiendo, y no hay una en la que me haya implicado más que otra porque me esfuerzo en meterme en la piel de cada uno de mis personajes, y eso me enriquece mucho, como si viviera muchas vidas a la vez. Lo que sucede, extrañamente, cuando vas teniendo experiencia en este oficio, es un raro desapego, un distanciamiento emocional útil que te hace ser mucho más objetivo con tu propia obra. El silencio de tu nombre, mi novela más reciente, es una historia de amor básicamente, desde el propio título, que viene a significar que a todos nos llega en la vida un momento en que nos quedamos solos y en silencio y nos descubrimos pronunciando el nombre de la persona que amamos, y entonces sabemos que estamos perdidos. Claro, esta metáfora, que puede estar muy bien, no puede ser una novela por sí sola, sino que tengo que contar una historia en la que el lector disfrute y saque sus propias conclusiones. Yo elegí a Erika Walter, la viuda de un agente secreto alemán, que en enero de 1950 deja su casa en Salzburgo para presentarse en Madrid con unos documentos que implican a altos cargos nazis exiliados en España. Su amante, Martín Navarro, héroe de guerra exiliado y miembro del PCE, dejará su apartamento de París para buscar a Erika en España y averiguar qué está pasando. Lo hace porque a él le he llegado el momento de El silencio de tu nombre, porque varias veces cada día se descubre pronunciando el nombre de Erika y no puede sino ir a buscarla.

10.-Gracias por todas tus respuestas y tu tiempo.

—Ha sido un placer.

Andrés Pérez Domínguez
www.facebook.com/perezdominguezandres1
www.twitter.com/aperezdominguez
www.laseparata.blogspot.com

jueves, 6 de junio de 2013

El sábado 8 nos vemos en Jaén

Madrid, Madrid, tanto Madrid... en Jaén también hay una Feria de Libros y lectores.

Antes de que se me pase: el próximo Sábado 8 de junio estaré en JAÉN firmando mi novela "El señor de Castilla" en la Feria del Libro de Jaén. Será a las 12:00 en la Librería Metrópolis (la librería está en la calle Cerón, en el número 17, una zona peatonal justo al lado de la catedral y la Diputación)

Seguro que lo pasamos bien :) ¡Os espero!


http://www.tertuliaandaluza.com/explora/jaen-explora/libreria-metropolis-jaen/
 

 

domingo, 26 de mayo de 2013

Escribir una novela (XVIII): La importancia de la paciencia

Este fin de semana estoy organizando varios proyectos relacionados con los libros y el mundo de la novela, espero pronto deciros buenas noticias, y precisamente por eso, por ese boom de energía positiva que tengo ahora mismo (a ver lo que dura, que mañana es lunes y no son días fáciles) quiero hablaros de una cosa muy importante cuando uno desea escribir: la paciencia.

Hace unos días anunciaban por facebook en una importante editorial española que en la próxima Feria del Libro de Madrid contarían con la presencia de una autora internacional muy conocida y animaba a todos sus lectores a acudir tal día a su stand, "para estar cerca de ella y cumplir así tus sueños". Me llamó mucho la atención. Por un lado, sigue mostrándose esto de escribir como algo lleno de glamour, pomposidad, fama y vanidad. Se promueve así la escritura como un sueño que muchos tienen de lograr reconocimiento de los medios y del público, rodearse de lectores que se les acerquen con ojos brillantes de emoción en busca de su contacto, de sus palabras y de su autógrafo.

Por ejemplo. Para conseguir ese fin, como el mundo editorial tradicional tarda tanto en respoder, la autopublicación se presenta como un camino para lograrlo de forma rápido, ya, ahora, instantánea. Hazlo, ya no tienes que esperar más, ¡publica por ti mismo! Y acércate más a cumplir tu sueño de ser como ellos, un escritor que acude a ferias y firma sus libros. Cuando esto se muestra así, sin más, a mí me parece publicidad engañosa.



Será que con más experiencia en este blog y en el mundo de la escritura, tengo cada vez más recelo y cuidado de los cantos de sirena. Nos gusta escribir, eso está bien. Soñemos despiertos: a todos nos gustaría que, con nuestro primer o segundo manuscrito, alcanzáramos una cumbre literaria, codearnos con Homero, o con Cervantes, o con Shakespeare; saborear las mieles del éxito y del reconocimiento; fantasear con el Nobel. Esa frase "y cumplir así tus sueños" es engañosa, todo parece ídilico y sin esfuerzo. Pero soy realista, piso la realidad, mi realidad. No creo que un gran fin se logre a la primera y con poco esfuerzo, ya sea buscando la autopublicación o a través de las editoriales tradicionales. Y por eso mismo no creo que debamos tener prisa por escribir nuestra novela.

No digo que no se pueda escribir deprisa. Si tenemos bien organizado nuestro guión, si tenemos claro lo que queremos contar y cómo nuestros personajes van a cobrar vida, si sabemos dónde colocar los giros y el clímax, si conocemos la importancia del desenlace; si todo eso lo hemos pensado antes, podremos escribir muy, muy rápido. Pero será sólo será el primer borrador, y luego llegarán varias revisiones más, y después un tiempo necesario de reposo y olvido (semanas, meses, años), antes de volver a mirar con ojos diferentes todo lo escrito. Y quizás, hacer nuevos cambios y nuevas revisiones.

Pero, ¿y si no hemos pensado en todo eso antes? 

Cada uno debe encontrar su ritmo, pero yo creo que hay que ser paciente antes de dar a conocer a nuestra criatura. Y en esta época de prisas y ansias, ser paciente y no sufrir el acoso de la premura, sino disfrutar de lo que se escribe, tardemos lo que tardemos en llenar la última página, es la forma de lograr un buen manuscrito. Que aunque sea un bonito aliciente, en esto de escribir no es importante el fin último, sino el largo camino que hay entre medias.

Esta semana respondí a una entrevista sobre "El señor de Castilla", y en la última pregunta me pedían una reflexión hacia los que aspiraban a ser escritores como yo (¡!). Esto les respondí:

"Lector que quieres escribir, yo te diría que lo más importante es que no te deslumbre un deseo de vanidad o fama. Sé humilde y sé sincero, ¿por qué quieres escribir? Escribir es una tarea solitaria, muchas veces ingrata y que en general no da de comer. Escribe si tienes personajes que gritan dentro de tu cabeza y porque necesitas plasmarlos en una hoja. Y recuerda una cosa: cuando escribas, lo más importante eres tú. Escribe lo que a ti te gusta, como a ti te gusta, sobre lo que a ti te gusta. Sin pasión tu escritura será pobre. Pon pasión en ello y disfruta, tú antes que nadie, de lo que estás escribiendo. Nada más importa."

domingo, 19 de mayo de 2013

Sevilla, Carmona, Jaén. Un pequeño tour y la realidad.

He recorrido muchos kilómetros estas últimas semanas, más de lo habitual, que no son pocos. Con la primavera, un ejército de apasionados de las letras estamos en danza por todos los rincones, como abejas de flor en flor, de stand en stand, ansiosos por ese contacto con los lectores y con otros autores que nos dé energía para el resto del año, porque son esos días, lejos de los silencios de las noches en espera de la inspiración, cuando te das cuenta de que a mucha gente le gusta leer. O por lo menos les gusta el ambiente de las ferias de libros, con todas esas portadas llenas de colores y diseños sugerentes, con algunos bufones, payasos para los niños, música en el aire, cuentacuentos para los jóvenes.

Además de como autor y ponente en Granada, he estado como lector en Sevilla y en Carmona, y como escritor en Jaén. En Sevilla cada librería organizaba en su cubículo la firma de sus autores invitados. Allí estuve charlando con Teo Palacios durante la firma de su nuevo libro, y conocí a Andrés Pérez Dominguez, autor sevillano que vive de sus letras. Me asombró su proximidad y cercanía; palpar a un escritor que realmente vive de lo que escribe me sorprendió como si fuera un especie en extinción. Teo es otro ejemplo de perseverancia, de autor en alza que sobrevive con su escritura. Los dos me causan admiración; yo estoy lejos de hacer de las letras un modo de supervivencia. Más que nada, porque cada vez soy más escéptico de que eso sea posible. Y quizás, como no me lo creo, no me siento agobiado.



Vi a Jordi Sierra i Fabra también, solo en su caseta. Solo. Un autor superconocido, sin nadie cerca. Ésa es la fragilidad de la fama para los que quieran hacer de los libros su modo de existencia. ¡Y hay tantos! Yo como lector me preguntaba, paseando por los stands, quién sería aquél, o el otro, y el otro... desconocidos para mí. Como yo para ellos. Muchos autores, pero no tantas firmas. Y también poca variedad. Para ser ferias de libros, ¿cómo es posible que se vendan todos los mismos libros en todas las casetas? Repetitivo y todo lo mismo. Una feria es para ver variedad, y en general, esa variedad no existe, y apenas hay especialización. En Granada sí había un stand exclusivamente dedicado a literatura infantil. También me encontré con Jose Manuel Sanchez Rodríguez y con Concha Perea, autores que darán que hablar.

También estuve en Carmona en los IV Encuentro anual del foro HISLIBRIS de Novela Histórica, fue un placer encontrarme con lectores, editores y autores amigos, y conocer a otros nuevos, como Olalla García, Javier Negrete y Arturo Gonzalo Aizpiri. Saludé a Juan Eslava Galán y a José Vicente Pascual, muy entretenidos ambos en sus animadas conversaciones. Me reencontré por sorpresa con amigos de la universidad y firmé, también, algunos libros de "El señor de Castilla". Carmona me encantó, como escenario que es de parte de mi novela, un nido de águilas que domina la vega del Guadalquivir, fortificada desde época púnica, cruce de culturas y de hechos. Tuvimos una visita guiada por la ciudad y tengo apuntado regresar con más tiempo y con más sosiego.



Me dió ideas este encuentro, sobre las charlas, las conferencias, la organización. Algunas aspectos mejorables, otros a imitar. Éramos pocos pero bien avenidos, y eso me chocó: ¿por qué tan pocos? Si son grandes momentos de encuentro alrededor de las letras, ¿por qué vi tan pocos asistentes? Las salas no rebosaban, y deberían. ¿Acaso era el buen tiempo, que animaba a disfrutar de un mundo verde y cálido y no a encerrarse en un palacete? Parece que tanto el buen tiempo como el mal tiempo son enemigos de actos de libros; lo ideal es realizarlos en entretiempo, primavera y otoño. Y tomo nota de eso y mucho más.

Jaén fue el apoteosis. Crisis o no crisis, cuando se presenta una oportunidad para conocer la historia propia y de nuestros antepasados, nos gusta oir lo que nos pueden descubrir los escritores, cuales bardos modernos. Hice acto de firma en Úbeda y en Torreperogil, pueblo de olivares que es escenario vital de Pero Gil, en "El señor de Castilla". Fue un honor compartir charla con Ginés Torres, el cronista del pueblo de mi familia, que con sus 84 años me pareció vital y venerable, lleno de un entusiasmo por la Historia y por los legajos que me dio envidia feroz, él, que de origen humilde se ha formado de forma autodidacta a lo largo de décadas de afición. Gran memoria, gran orador y gran energía. Es la figura de hombre sabio, del campesino que conoce la tierra y sus gentes, ajeno a discusiones bizantinas literarias, a rencillas entre autores en la red que se apuñalan con palabras defendiendo el mundo impreso y el ebook... un hombre actual que ama el Medievo. Eso es lo que yo deseo ser dentro de mucho tiempo. Firmé libros, muchos libros, de todas mis novelas.





Una última reflexión me hago. Algunos autores acuden a la feria no como escritores sino como vendedores. Es una visión legítima, tan legítima como otras, pero yo no vendo aspiradoras, y soy tan realista que tampoco pretendo vender mis libros, sino mostrar mi entusiasmo por las épocas pasadas. Eso sí, a nuestra vanidad le viene bien, de vez en cuando, un halago. Hablo por mí: un lector que te anima a seguir escribiendo es un más que un bálsamo, es un milagro, es una balsa en este océano de incertidumbre que es esto de escribir, donde uno a veces no sabe si aspira a la inmortalidad, o a la satisfacción de un ego hinchado y creido, o simplemente a una camaradería, a una fraternidad que consuele de tantas horas y horas de escritura nocturna y solitaria y de tanta angustia con que la Crisis nos asfixia de día.

Ayer releí a Jorge Manrique y las coplas a la muerte de su padre, y no puedo quitármelas de la cabeza.

Por cierto: el próximo jueves 23 de mayo, a las 19:00h, estaré en FNAC en Sevilla con Teo Palacios, para presentar mi novela "El señor de Castilla" y firmársela a los que lo deseen
21/05/2013 ULTIMA HORA: POR CAUSAS AJENAS SE HA CANCELADO LA PRESENTACIÓN. ¡Qué rabia!