miércoles, 30 de enero de 2019

Lo que todo escritor desea

"   Abreviaré los detalles de esta trivial historia. Helenda (la esposa del gerente) leyó mi manuscrito mientras yo flotaba en líquido renovador. Le gustó. El mismo día que me sacaron de mi recipiente del Hospital de la Compañía, Helena se teleyectó a Renacimiento, donde mostró mis Cantos a su hermana Felia. Ella tenía una amiga cuyo amante conocía a un asesor de publicaciones de la editorial Transline. Cuando desperté al día siguiente, las costillas rotas estaban soldadas, el pómulo astillado había sanado, las magulladuras habían desaparecido, y además tenía cinco dientes nuevos, una córnea nueva en el ojo izquierdo y un contrato con Transline.
   El libro se publicó cinco semanas más tarde. Una semana después de eso, Helenda se divorció del gerente y se casó conmigo. Era el séptimo matrimonio para ella, el primero para mí. Fuimos de luna de miel a la Confluencia y, cuando regresamos un mes más tarde, se habían vendido más de mil millones de ejemplares de mi libro -el primer poemario que figuraba entre los libros mejor vendidos en cuatro siglos-. Yo era varias veces millonario."

(HYPERIÓN, de Dan Simmons, Colección NOVA, 2017)




No conozco a ningún escritor que diga "Quiero ser muy leído y no quiero mis royalties de derecho de autor."
Hay que tener ilusiones. Aunque mil millones de personas te digan que no puedes, si tú crees que puedes, inténtalo.
Fantástica lectura, HYPERION. En los dos sentidos de la palabra. Una maravilla. En ella sigo esta semana.

PD: ¿Existirá alguna editorial real que se llame Transline?

lunes, 14 de enero de 2019

Isabel Barceló Chico y "Mujeres de Roma"

Hola a todos, comienzo el año 2019 con incertidumbres.
Y también con alguna certeza, como esta magnífica entrevista a Isabel Barceló Chico, autora de "Mujeres de Roma", un ensayo maravilloso sobre Roma, la ciudad eterna, a través de mujeres que marcaron huella en su historia por su pasión, su entrega, sus ideales, su percepción de la vida.

Espero que os guste.

 (Isabel Barceló, autora de Mujeres de Roma)





1.  Es un ensayo que sorprende. Cada una de las mujeres que aparecen parecen dignas de una novela en sí mismas. ¿Has pensado en ello alguna vez?
Cierto, cada una de esas vidas da para escribir una novela, como muy bien señalas. Todas ellas, sin excepción, son dignas de memoria. Y las de muchas otras mujeres que, por razones obvias, no me ha sido posible incluir en este libro. Mi objetivo, sin embargo, era otro: presentarlas de una manera próxima, coherente y articulada a fin de reconstruir la memoria de las mujeres en la ciudad eterna y que los lectores pudieran percibir con claridad la riqueza y variedad de la experiencia femenina a lo largo de la historia, así como su valor social. Una visión inclusiva del pasado es mucho más rica, en mi opinión.

 (Túmulo de los Horacios, en la vía Apia Antica)
  
 2. La emoción está siempre presente. Es terrible la tragedia de los Horacios, primero por la contienda de Horacios contra Curiacios, y luego cómo se entremezcla la gloria de la victoria con el drama personal de Horacia y sobre todo el dolor de su madre, condenada a amar a su hijo a pesar de todo, quizás por ser madre antes que cualquier otra cosa. Estado, comunidad, familia, ¿ese era el orden de importancia en todos los asuntos de la república romana para quien quisiera ser buen ciudadano?
En los tiempos arcaicos (entre los siglos VIII y II a.C.), tanto durante el régimen monárquico como durante el republicano, la supervivencia del grupo, la continuidad de la ciudad, estaba por encima de cada uno de sus individuos. Solo se podía conseguir ese bien superior si actuaban todos juntos y unidos, leales a las leyes que así lo establecían y al “mos maiorum”, esto es, la costumbre de los ancestros. De lo contrario, nadie se salvaría del desastre.
En mi opinión, es importante, para nosotros, tratar de acercarnos a esa forma de pensar y de actuar, dictada por la necesidad, pues nos ayuda a comprender cómo han evolucionado las sociedades humanas en general, y también cómo se fue construyendo la idea y la mentalidad de Roma, el alma de Roma, de cuya civilización somos deudores. 

 (Livia, esposa de Octavio Augusto)

 3. Aparece Livia en tu libro, y es inevitable pensar en la novela 'Yo, Claudio', de Robert Graves, donde es la personificación de la tenacidad, ambición y conspiración. En tu libro aparece como ambiciosa, sí, pero primero como mujer amante. ¿Son dos visiones contradictorias de la misma persona, o son compatibles?
En mi opinión, en Livia se ve muy claramente cómo habían cambiado los tiempos desde la época de los Horacios, no en vano habían pasado casi 500 años. Livia fue más amada que amante. El Estado y la familia eran fuentes de poder para ella y la colocaban en una posición de privilegio desde la cual defender con uñas y dientes y con toda su astucia, que era mucha, sus propios intereses. Desde el mismo momento de su matrimonio con Augusto, el objetivo de su vida fue conseguir que el inmenso poder de Roma, que ahora ejercía con mano firme su marido, pasara en el futuro a manos de un descendiente de su propia carne y sangre. Y puesto que el hijo habido con Augusto murió al poco de nacer, la línea sucesoria debía dejar fuera a los nietos del propio Augusto y recaer, en cambio, en un hijo suyo, fruto de un matrimonio anterior, su primogénito, Tiberio. Y si un hombre o una mujer se le cruzaban en ese camino, mala suerte para ellos. Creo que mi percepción de Livia es bastante similar a la de Graves y, desde luego, compatible.

 4. La entrega de la brasileña Anita al amor por Garibaldi es puro drama descorazonador. Admirable por su entrega total, por encima de su vida, de sus hijos. Esa pasión amorosa que lo arrolla todo despierta envidia. ¿Cómo descubriste su historia?
Garibaldi fue un gran héroe que despertó admiración en todo el mundo. También en España. D. Emilio Castelar trabó amistad con él y se escribieron algunas cartas. Y se da la circunstancia de que Castelar pasó su infancia en Sax, mi pueblo, al que siguió acudiendo de adulto con cierta frecuencia, así que allí era una persona muy querida de la que se guarda una entrañable memoria. Ya en su época se celebraban en Sax las fiestas de Moros y Cristianos, así que un grupo de liberales sajeños, amigos del prócer y admiradores del gran héroe italiano, fundaron en su honor una nueva comparsa cristiana, la de los garibaldinos, a la que tradicionalmente pertenece mi familia. Así que mi interés por Garibaldi se remonta a mi niñez. Anita fue fácil de encontrar en sus numerosas biografías y, además, cuenta en Roma con un gran monumento en el que están depositadas sus cenizas.
Era una mujer extraordinaria por su coraje, por su entrega a la lucha armada en favor de la libertad, una persona que no retrocedía ante ningún obstáculo por invencible que pareciera. Estaba muy enamorada de su marido. El amor que se profesaron ambos fue, como señalo en el libro, “una mezcla irrepetible de romanticismo y luchas revolucionarias, de entrega y pasión”.

5. Las muertes de Agripina y Popea  a manos de Nerón hielan el alma. No solo por la desesperanza de Acté, también por la desordenada frialdad de Nerón, que trasmites muy bien. ¿Conseguiste escribir el libro de un tirón, o la empatía con el drama de tus Mujeres de Roma te hizo detenerte más de una vez en la escritura?
Este libro es fruto de varios años de trabajo, pero lo fui escribiendo sin desmayo, por decirlo de manera gráfica. Cierto que hay personajes que me han resultado más difíciles que otros, sobre todo por mi manera de trabajar. Me apropio de los personajes y luego los busco dentro de mí. En algunos casos, ese proceso me ha generado mucho malestar interior (el de Popea, por ejemplo, de quien me mantengo a bastante distancia) hasta que he conseguido encontrar la forma de enfocarlo. Es una experiencia muy enriquecedora, he aprendido mucho de esas mujeres, sin excepción.

(Beatrice Cenci, retrato, en la Galería Barberini Corsini)

  6. La tragedia de los Cenci y el suplicio de Beatrice con la garrucha dan escalofríos. ¿Visitar los lugares de paso de tus Mujeres de Roma inspira? ¿Qué transpiran, pasión, valentía o tristeza, o una mezcla de todo?
Para mí Roma es, siempre, alegría. Una alegría íntima, desbordante. Pensar en esas mujeres, recorrer los lugares que ellas conocieron, aunque estén muy transformados, me produce admiración, no tristeza. Ellas vivieron su tiempo y los conflictos propios de su tiempo como nosotros vivimos los nuestros, esforzándonos por comprender, por superarlos, por hallar algún resquicio de felicidad en todo eso. Me siento orgullosa del género femenino, de aquellas mujeres que con sus defectos y sus actos heroicos, con sus errores y sus virtudes, con sus sufrimientos y alegrías, desde una posición social destacada  o desde el anonimato, contribuyeron a hacer de esa ciudad lo que ha sido, lo que es. Por lo demás, creo que cualquier persona que, conociendo sus historias, visite los lugares que les concernieron, se sentirá también orgullosa  y feliz de sumergirse una ciudad que jamás había visto ni imaginado desde esa perspectiva. Descubrir una Roma femenina es una experiencia singular y muy gratificante.

 7. El enfrentamiento entre Fausta y Elena, esposa y madre de Constantino, respectivamente, asombra. ¿Dulcificaron los cronistas sus enfrentamientos? ¿Es más fácil o difícil ser objetivo hoy que en su época?
La experiencia nos dice que ser objetivo es una empresa harto difícil cuando se trata de asuntos que atañen a nuestros afectos. Las emociones muy intensas tienden a ofuscar el entendimiento, lo que nos  lleva a cometer errores, a veces irreparables. La familia de Constantino, aunque cada uno de sus miembros lo viviera de manera diferente, sufrió la experiencia de la ofuscación y también las consecuencias derivadas de decisiones trágicas e injustas. Los cronistas no dulcificaron  sus conflictos, más bien se lamentaron amargamente de que la iglesia cristiana, cuya práctica religiosa acababa de legalizar Constantino, perdonara al emperador unos crímenes que el pueblo romano no podía tolerar. De hecho, Constantino fue muy mal recibido en Roma cuando acudió allí a celebrar sus veinte años de acceso al trono imperial y ya no regresó jamás. Trasladó la capital del imperio a Constantinopla.

 8. Con tantas historias de sangre y terror en Roma, ¿qué ves más en Roma cuando andas o la recuerdas, la gloria de los hechos relevantes, o mareas de sangre y llantos de sufrimiento? ¿O una mezcla melancólica de ambos?
Veo la vida. Y adivino esa parte de la vida que late y permanece oculta: la de las mujeres, la de los esclavos, la de la gente sencilla, los personajes entrañables, irrisorios, extravagantes, que nos retrata Marcial en sus epigramas, la lucha por la supervivencia, que es un continuum desde que el ser humano puebla la tierra, las pequeñas traiciones cotidianas, los diminutos actos de heroísmo personal, familiar y doméstico, todo lo que forja el espíritu. ¿Qué grandes hechos habrían sido posibles sin ese sustrato, sin ese sostén? 

 9. El altar a Venus Cloacina y la muerte de Virginia a manos de su padre, injusta, junto al foro eterno, ¿es una metáfora de la visibilidad de la ambición de hombres y de la invisibilidad de las mujeres?
Más que metáfora, me parece un ejemplo de la vulnerabilidad de las mujeres a la que se suma, en este caso, el hecho de ser plebeya. Constituye,  también, un atisbo del horror que debía de ser la esclavitud femenina. Un padre que prefiere matar a su hija antes que dejarla a merced de los abusos de un amo, debe de hacernos pensar.  Y no solo en aquel pasado remoto, sino en la actualidad, cuando miles de muchachas son arrancadas cada año del seno de sus familias por las redes de trata de blancas para explotarlas en la prostitución. Nos resulta más fácil escandalizarnos de aquellas sociedades esclavistas de la antigüedad que actuar contra la esclavitud actual, tan conocida y, al mismo tiempo, tan encubierta.

10. Rea Silvia y Aca Larencia  se contraponen a la historia de Elena y Fausta, y son señal de cómo la fuerza de la maternidad, don de mujeres y no de hombres, otorga intuiciones y pasiones a las madres de las que un hombre carece. ¿Es una interpretación correcta?
Sí, me parece acertada. En la antigüedad, las mujeres demostraron muchas veces ser solidarias entre ellas y con respecto a la ciudad. Ese vínculo de solidaridad femenina era, a la vez, admirado y temido. 
  
 (Isabel Barceló, autora)

 (Victoria Colonna)

11. Creí entender que la publicación de este libro maravilloso ha tenido múltiples peripecias que lo ha demorado años. Y ahora es un éxito. ¿Puedes contarnos alguna anécdota?
Empecé a trabajar en el proyecto de este libro en el año 2000 y entre el 2004-2005 obtuve una beca en la Real Academia de España en Roma para documentarlo, sobre todo para identificar los lugares relacionados con cada una de las mujeres, a fin de contar sus historias “in situ”. Los primeros rechazos editoriales me empujaron a abrir mi blog “Mujeres de Roma” en 2006, pues me parecía imposible que fuera yo la única persona en el mundo que se interesaba por ese tema. Obviamente en él no publiqué ni una sola palabra de esta obra, pero me sirvió para reafirmarme en mi convicción de que las mujeres del pasado interesaban, y mucho.

En estos años he ejercitado la paciencia y no he cedido ni al silencio indiferente de tantos editores, ni a los que me auguraban que jamás lograría publicarlo, ni a los que, por ejemplo, me sugerían transformarlo en una novela. Ha sido duro, muy duro. Durante ese tiempo he publicado ocho libros, con el dolor de ver que este, en el que había puesto tanto estudio, tiempo, ilusiones, toda mi pasión y mi corazón, no conseguía ver la luz impresa.

He de agradecer a la editorial Sargantana que, desde el primer momento y con notable valentía empresarial, apostara por su publicación y que, además, haya iniciado con él una colección de personajes ilustres. Es algo que los honra y me honra.

12. Por último, de todas tus Mujeres de Roma, ¿con quién más te identificas?
Es difícil decirlo. Cada una de ellas tiene un rasgo de personalidad, o vive un momento de debilidad o de fortaleza que la singulariza y la hace diferente y humana y, como tal, reconocible y querida. La nítida percepción que tenía la reina Cleopatra de Egipto de que, pese a su poder y a sus inmensas riquezas, en Roma no era nadie, testimonia su visión realista de la vida y de su situación; a la inteligente Agripina, el intenso deseo de recuperar el afecto de su hijo Nerón, la cegó durante unas horas; la esclava Filótide superó en ingenio y en capacidad decisión a todos los romanos de su tiempo; Paulina Bonaparte, a despecho de su superficialidad, fue la persona más leal que imaginarse pueda; la cortesana Imperia murió a causa del amor y Gala Placidia, hija, hermana y madre de emperadores, regente del imperio ella misma, se casó en su juventud con el gran amor de su vida, un visigodo, desoyendo la firme oposición de su hermano, el emperador; Francesca Romana transformó su frustración en acción positiva y benéfica para sus conciudadanos; la reina Cristina de Suecia proclamó que moría libre, aunque desde hacía 30 años tenía encadenado el corazón. Y así, podría continuar hasta acabar la lista de las 44 protagonistas, todas ellas merecedoras de ocupar un lugar en la memoria colectiva. Las mujeres son, somos, también, partícipes y sujetos de la historia y es preciso que la sociedad las conozca y las reconozca para proyectarse cabalmente hacia el futuro. 


 Gracias, Isabel, por la entrevista. Os recomiendo a todos este libro magnífico.