domingo, 13 de octubre de 2013

A ti, lector, que compras libros.

Hace unos días Teo Palacios, amigo mío y compañero de letras, publicaba en su Blog una entrada interesantísima y que invita a la reflexión sobre la piratería digital. Numerosos comentarios, defensores de una postura a favor y en contra son señal de la controversia que genera el tema, quizás porque no hay solución todavía satisfactoria.

Tantos dimes y diretes... Yo quiero ser positivo. Hoy mi entrada la quiero dedicar a todos los lectores que compran libros.



Cuando compras un libro, lector, lo que has hecho es dar una oportunidad a nuevos autores. Has oído tanto sobre dónde se puede descargar ese libro de forma gratuita, que a lo mejor estuviste tentado de navegar por esas aguas de las descargas, y sin embargo decidiste comprarlo. Haciendo eso, ya sea comprando el producto de una editorial o de un autor autopublicado, estás fomentando una ilusión, valorando el esfuerzo y las horas que un autor dedica a dar rienda suelta a su creatividad. De un autor que a lo mejor quedas complacido y del que deseas seguir leyendo nuevas historias en el futuro, y al que incentivas a que siga haciéndolo.

Cuando eliges entre tantísima variedad y títulos y decides comprar, lo haces ilusionado. A veces no sin sacrificios, porque te resistes a ser tentado por la gratuidad. Antes los libros electrónicos eran caros, ahora una enorme mayoría, incluso novedades, pueden conseguirse por menos de 5 euros. Eso son dos cervezas que no te tomas. Eso es un paquete de cigarrillos que no te fumas. Eso es poco por seis o siete horas de lectura absorbente, y por eso compras.

Puede ser que alguno de los libros electrónicos que compres a precio económico no te guste. ¿Pero acaso no sucede igual con los libros impresos? Los libros son como el vino, que una botella tenga una mala añada no significa que, si te gusta, dejes de buscar nuevos crianzas. Cuando una afición gusta, perdura.

A veces puede incluso que decidas comprar un libro impreso, si la temática o su contenido te emociona. Quizás antes podías permitirte comprar más, ahora en crisis es posible que dudes y te quedes con las ganas de hacerte con todos los que te gustaría. Todo cuesta dinero y no siempre se puede elegir entre necesidad y ocio. Y por eso escoges más que antes. Y cuando eliges y desechas, escuchas de nuevo la tentación de lo gratuito, que ofrece compilaciones con cientos y cientos de títulos... pero los ebooks ofrecen ya ese precio reducido que necesitas, de ese autor que ya has leído antes y que te ha arrebatado horas de sueño absorto por su novela; de ese autor del que deseas que siga enamorándote por muchos años. Ese autor, para eso, necesita también sobrevivir, comer, vivir de su trabajo. Porque sabes que escribir es un trabajo y por eso compras. Te privas de un refresco, o de dos; pero compras su libro. Te sientes bien por ello.

Si es un autor que comienza, tu acción es más loable, porque sin conocerle de nada decides invertir (casi seguro) menos de 3 euros en él. Para él, es una ilusión que le hará seguir esforzándose y quizás te sorprendas de oír nuevas voces que no conocías y que te arrebatan a otras épocas, otros mundos. En las editoriales convencionales, comprando títulos también alimentas a futuros nuevos autores, porque una editorial es un negocio y sin beneficios no se esforzarán en buscar a nuevos talentos. Esos, que a tí te gusta tanto leer, porque has leído otros títulos de esa editorial y te han convencido. Como contrapartida, los autores saben cómo está todo e insisten y pelean con la editorial por que sus títulos estén al precio más razonable posible. Es una sinergía. Es otro motivo del por qué sigues comprando libros.

Incluso cuando todo está mal, muy mal, recuerdas que las bibliotecas existen, que son sitios geniales y entretenidos, mucho más que un almacén de títulos; las bibliotecas ahora no son como hace décadas. Recuerdas el contacto con ese bibliiotecario eficiente, y el gran catálogo que tienen, también novedades. Te acercas y consigues libros en préstamo, ¿no son geniales?

Queridos lectores que así hacéis, por el motivo que sea: de mi parte (y de muchos otros, os lo aseguro), gracias, gracias, gracias.