domingo, 20 de abril de 2014

Cuando no hay tiempo para nada. "Pequeñas Historias"

He vuelto de unos días en Madrid, estancia que he aprovechado para visitar museos, documentarme y comprar libros (y eso que no estaba previsto, pero siempre me pasa igual.Visitar una librería es mi perdición). Tenía ilusión por contemplar los tesoros mostrados en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) y me he llevado sensaciones distintas. Por un lado, por haber disfrutado tan cerca de las grandes piezas de nuestro pasado, esas que en época de estudiante te aprendías en la asignatura de Historia y Arte en el bachillerato, o que te mencionaban en el Latín del extinto BUP (ya no se sé siquiera si la Historia o el latín se dan a las nuevas generaciones. ¡Espero que sí!). Ese contacto me ha rejuvenecido. Por otro, por el aparente desorden descontextualizado en el que están reunidas las piezas. Quien sepa qué es lo que ve, gozará la visita. Quien no, no aprenderá casi nada de nuestra Historia. En muchos casos, no se responde a las preguntas de Por Qué y Cómo, ni Quién, se ven muchos tesoros, oro, plata... pero son datos, no Conocimiento. No puedo evitar compararlo con las exposiciones del British Museum, o del Louvre, más explicativas y también más impactantes.



También me ha sorprendido, como en otros sitios, la manía de las fotos. Fotos y más fotos. En vez de disfrutar las colecciones al natural, muchos se concentran en hacer fotos, en ver las maravillas por la pantalla de 3" pulgadas, capturarlas para su colección de gigas de imágenes, sin saborear (creo) el pasado. Dedicando sólo 1 segundo (¡!) para la foto, nada. Para tener la imagen, pero no para aprehender la Cultura.

Y es que no hay tiempo para nada. Nos estamos olvidando de aprehender la Cultura. No aprenderla, no; no memorizarla, sino interiorizarla, conectarla con nosotros y nuestras experiencias, y hacerlas así indelebles en nuestra mente. No, no hay tiempo. Yo me recreaba en las esculturas, en los capiteles románicos, buscando trazas de quién fue el que dedicó tiempo a su creación, por qué, sus motivos, su vida, su muerte. Su olvido. No hay tiempo para aprender, quizás sólo para la foto.

Aún así, también en el MAN saqué una importante lección literaria. La planta dedicada a Roma y al Medievo tenía gente, pero sólo una fracción de la muchedumbre que disfrutaba con la Prehistoria, llena de niños excitados. ¿Por qué? Porque tenía figuras. Porque no sólo había objetos, los neandertales estaban allí, vestidos, cazando, yaciendo en su tumba. Figuras humanas, en acción, dinámicas. No columnas muertas; no tesorillos deslumbrantes sin personas. No estatuas romanas monumentales pero lejanas, divinas, "personajes tan encumbrados que casi cagan mármol". La gente quiere sentir a la gente, no a una colección de vasijas. Quiere el contacto humano, no cien vitrinas de objetos muertos. Eso también hay que tenerlo en cuenta al escribir.



Mientras, en Granada, ciudad con el monumento más visitado de España (la Alhambra), el Museo Arqueológico sigue cerrado (¿!) casi diez años después de mi última visita. Y el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, fundado en 1885, independiente, ajeno a subvenciones, sostenido hasta ahora de forma privada por socios y mecenazgo privado, ha anunciado que cierne sobre él la amenaza del cierre. ¿Son las actividades culturales las que estimulan el apetito de más cultura; o es la formación cultural de cada uno lo que pide y ansía actividades culturales? Yo creo que lo primero. Por eso, Granada está estancada, gris, huérfana de cultura accesible a todo el mundo. Como la sala de Roma del MAN; glorias pétreas pasadas que no emocionan.

Es una de las razones por las que Carolina Molina, Mario Villén y yo mismo, hemos creado la asociación "Jornadas de Novela Histórica de Granada", para que podamos compartir nuestra emoción por la Historia y por la novela histórica con más gente. Por eso, el próximo día 26 de abril, sábado, presentaremos a las 19:00 horas en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada el libro "Pequeñas Historias", una colección de relatos históricos a la luz de las II Jornadas de Novela Histórica de Granada. Cuando no hay tiempo para nada, es bueno detenerse. Y, así, tener tiempo para algo.



Os esperamos por allí.

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