lunes, 22 de abril de 2013

En la XXXII Feria del Libro de Granada

El pasado sábado 20 de abril presenté mi nueva novela "El señor de Castilla" en la XXXII Feria del Libro de Granada. El día amaneció nublado; mal comienzo. Se nota la primavera granadina, con tiempo cambiante, en cuanto el sol queda oculto corre viento que refresca y cuando se muestra el astro rey el día se transforma en preludio del verano.

Granada pierde aparcamientos y los granadinos perdemos suela de zapato, porque quien va al centro cargado de bultos y con la hora justa o aparca donde puede en la periferia y se da un buen paseo o se deja lo que cuesta un buen libro en los aparcamientos subterráneos. Preferí lo primero, por economía y por ganas de andar. A la hora de comer poca gente había por las aceras y tampoco cogí las calles más frecuentadas, por no llamar la atención con mis bolsas y mi cartelón publicitario que anunciaba detrás de las traslúcidas y protectoras burbujas de plástico la portada de mi libro. Llegamos mi mujer y yo hasta las casetas, donde nos juntamos con Antonio Martín Morales y su esposa, escritor que había de ser mi presentador en el evento.

La comida fue entretenida. Entre los cuatro se pasó el tiempo volando. Hablamos de mi libro, de los libros, de las editoriales, de los truquillos de cada maestro para llamar la atención de los lectores, y también de la Crisis, no podía faltar. De expectativas laborales y personales en conflicto; de difíciles decisiones. De que a nivel de autores la literatura no es una salida para casi nadie, porque los libros si económicamente aportan algo, lo hacen de forma discontinua y comer es algo que en cambio se desea hacer todos los días. Ese Plan C, ese maldito plan que aún estoy buscando y que de momento no vislumbro.




La presentación  tuvo lugar en el Edificio Zaida a las 18 horas, junto a la Fuente de las Batallas y a las casetas de la feria. Allí acudimos los cuatro, y se nos sumaron una docena más, mis amigos recreacionistas de BattleHonours y S.A. Reenactment, como nazaríes, meriníes y castellanos, que dieron un toque de color a la presentación. Primero ellos realizaron una breve teatralización de la sinopsis de la novela. Luego, Antonio y yo mantuvimos una agradable entrevista, en donde intercalamos preguntas biográficas, sobre los personajes de la novela, sobre la importancia de dos mujeres (Leonor de Guzmán y María de Portugal) en la política del reino en un mundo de hombres, sobre sus hijos, y sobre Pero Gil, señor feudal de un pequeño territorio en el Reino de Jaén, con el que enlazamos para hablar sobre Bernardo, el personaje que más caló en mi presentador, y su relación con Elisa. Asombramos a los asistentes con las analogías que el pasado tiene con el presente y que se cuentan en la novela.

No se aburrieron y nos reclamaban el término de la hora, así que bajamos a la caseta de firmas. Llamamos la atención, definitivamente. Me gusta dar un toque medieval a mis actos, pero este año han sido tantos mis soldados que nos apoderamos de la caseta, casi asfixiando a los otros autores. No fui consciente de ello hasta que un lector me lo dijo. No tuve tiempo, pues estuve firmando y charlando con los que se presentaron con mi libro toda la hora.




Consumí mi hora de firmas y me animaron a irme rápido de allí, pues llegaba luego el turno de autores más conocidos, más mediáticos y con lectores tan ansiosos como los míos pero en mayor número. Hubo fotos por parte de la organización, maravillada por mis recreacionistas; ninguna por parte de la prensa local, que dieron relevancia a quien ya tenía nombre y mayor peso editorial. No dejé que me importara, vanidad de vanidades, todo es vanidad. Y si no que se lo digan a Bernardo. La tarde y la noche se alargaron. La prensa del día siguiente destacó a otros. Mi presencia en la feria y el anhelo de mi firma entre los lectores que acudieron a mi convocatoria quedan para mi.




Ahora, que lean mi novela. Y que la disfruten, espero.

Podéis ver la galería de fotos del evento, AQUI

domingo, 14 de abril de 2013

Escribir una novela (XVII): reflexiones y una biografía

Este fin de semana he leído cuatro artículos en diferentes blogs y medios digitales donde se comenta la difícil situación del mundo editorial y literario. Concuerdan en la misma conclusión: el escritor que vive de sus letras exclusivamente es una especie en extinción. Los superventas, que son los que mantienen a las editoriales permitiendo que éstas apuesten por nuevas promesas, cada vez venden menos; los autores de nuevo cuño languidecen en formato impreso. Se va a imponer lo que uno de los artículos llama escritores de clase baja: trabajadores de lunes a viernes, escritores de fin de semana, y se señala que si no hay escritores 100% dedicados a sus letras, menguará la calidad de lo escrito.

Esa afirmación me parece un menosprecio intolerable a la inmensa mayoría de gente que disfruta escribiendo cuando puede. Quien hace esa afirmación parece que viva en una burbuja. Yo soy un escritor de clase baja y no veo nada deshonroso en ello. ¿Se puede escribir una obra de calidad, estando ligado laboralmente a otra actividad? Rotundamente, sí. Estos años he conocido numerosos compañeros de afición que compaginan trabajo y afición. ¿Se es menos escritor de calidad, menos profesional de las letras, no estando dedicado a la escritura al 100%? Yo creo que se puede dar el 100% en todo aquello que uno se sienta realmente involucrado. ¿Que sólo se pueden escribir 15 páginas a la semana en vez de 30? Bienvenidas sean.

También conozco a autores que han apostado por ser sólo digitales, y no por ello dejan de ser grandes autores, refrendados por miles de lectores. Que el libro de uno no esté impreso no tiene por qué ser señal de menos calidad.

Yo personalmente, soy realista. Veo muy lejano eso de vivir de las letras (y actividades paralelas), y tener otra actividad, otro trabajo, a mí me proporcionaría la tranquilidad necesaria para concentrar mi mente en escribir, en las pocas horas que pueda dedicarle. Tener un Plan B, aparte de la literatura (y viceversa, tener un Plan B, aparte del trabajo). Es mejor no tener todos los huevos en la misma cesta, no sea que se rompa la cesta.



¿Y si se rompe la cesta? Creo que buscaría un nuevo trabajo, para tener ese Plan B, en vez de concentrar todo mi tiempo en escribir. La certidumbre de tener un ingreso fijo, aunque sea pequeño, es necesaria para disolver mis ansiedades y poder escribir con tranquilidad de espíritu.

Todo esto se relaciona con el tema de la entrada. Toda esta incertidumbre que vivimos en nuestros días es aplicable a nuestra novela. De hecho no vivimos encerrados en un cuarto sin ventanas con un flexo y un ordenador encendido (o sí), hay vida a nuestro alrededor, la gente de nuestro entorno interactúa, sufrimos y maldecimos, aspiramos a cambios en nuestras vidas; a veces se producen cambios que nos imponen y otros los decidimos nosotros. Todo ello genera emociones que debemos usar, consciente o inconscientemente, en nuestros personajes.

Y eso es bueno. Experimentar, sufrir, probar nuevas cosas, sufrir y gozar, llorar y reír, apretar los puños por impotencia, gritar; reirnos del destino. Decidir. Caer. Levantarse. Nada hay más a mano que nuestras propias experiencias para modelar nuestros personajes, nuestras escenas, nuestros capítulos. Yo creo que todos los que escribimos reflejamos parte de nuestra biografía en nuestros escritos, eso nos ata más a los personajes. Yo así lo hago; y al dar fin a una novela uno queda exhausto emocionalmente.

Es al dejarla reposar y volver a leerla, cuando el corazón me dice que me he entregado lo mejor que he podido, como he podido, a su creación. Que emociona; y que es digna de ser dada a conocer.

domingo, 7 de abril de 2013

"El señor de Castilla", el día 10 de abril

Ya estamos de pleno en 2013, nuevo año de crisis. Nos siguen rodeando noticias negativas y pesimistas, un sube y baja de preocupaciones que se sobrelleva como se puede día a día, de semana en semana, temiendo que el telefóno suene y cuente lo que uno más teme. Y ya estamos en primavera. La naturaleza sigue y he aprendido una cosa: que la naturaleza no entiende de hombres, tiene su propio reloj, sus propias razones que son independientes del euro, de la deuda soberana, de la prima de riesgo, de Corea del Norte, de las redes sociales, de la vanidad y ambición humanas. Que en la realidad gris que nos rodea y que no cesa de bombardearnos con negatividad hay que saborear los pequeños logros que se consigan día a día y disfrutarlos como grandes triunfos, aunque sean minúsculos, porque que nos llenen de alegría por un momento tiene un inmenso valor.

Tengo la alegría de anunciaros que el próximo miércoles 10 de Abril de 2013 estará en las librerías mi tercera novela, "El señor de Castilla" (Ediciones B), que transcurre entre Sevilla y Jaén, y que es una novela espejo de mi primera "El esclavo de la Al-Hamrá", también publicada por Ediciones B.





Os dejo aquí la sinopsis que va en la contraportada: 






Sevilla, 1342. Al mismo tiempo que dos reinas deciden el destino de Sevilla y de la Corona de Castilla a través de sus vástagos, un jienense llamado Bernardo se embarca en las guerras contra el infiel junto a su señor Pero Gil, vasallo fiel del rey Alfonso Onceno. Pero dos manos gobiernan al rey: una, blanca y fría, de la reina María de Portugal; la otra, de color canela y sevillana, de Leonor de Guzmán, su fogosa amante.

Alimentados por sus intrigas y pasiones, dos hijos del rey se odiarán hasta cubrir de sangre el reino, dividido entre el infante Pedro y el bastardo Enrique. Mientras, de las cenizas y del recuerdo de la Isbiliya almohade, un mudéjar toledano levantará a orillas del Guadalquivir un sueño, un oasis de azahar y sosiego entre tanta violencia, ansioso por alcanzar la gloria humilde del artesano y la eternidad.

Gil, señor de las Torres Oscuras, buscará la forma de sobrevivir a los estertores que sacuden el reino en una época en que la palabra dada decide la vida y la muerte de un hombre, y en la que Bernardo quedará atrapado en Sevilla entre el deber y el honor, y la razón del corazón, hasta el momento final en que la tierra se torne bermeja.




En una de las solapas podréis encontrar un pequeño texto de presentación:

«Las torres oscuras aún desafían al tiempo y a los reyes en tierra de Jaén. Un mar infinito de olivos bebe ahora de la memoria de la tierra en la que antes reinaba el cereal y donde señores y vasallos medraban entre los rigores de la vida y la amenaza de la guerra. Únete a ellos y recorre los campos de azafrán de Úbeda, las tierras feraces regadas por el río Guadalquivir, deja atrás Córdoba y atiende a la llamada del rey en Sevilla, ciudad de azahar, almenas y poetas, donde dos mujeres tejen a su sombra los deseos ardientes de sus vástagos y el destino del Reino de Castilla.
 

Desnudos nacemos y desnudos moriremos cien veces antes de comprenderlo: solo somos ceniza en la tierra de la que beben los olivos. Que nos sea leve. Y sin embargo... aún atesoramos esperanza.»
 

Blas Malo


Estoy organizando presentaciones en Sevilla, en Granada y en Jaén. De momento en Granada tengo novedades: presentaré la novela en la Feria del Libro de Granada el día 20 de abril, sábado, a las 18:00 horas, en la Sala Zaida (junto a Plaza Fuente de las Batallas) presentado por el escritor Antonio Martín Morales, y a las 19:00h estaré en el stand de firmas.

Si os animáis, os espero por allí.