miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿Se lee mucho? (II)

Mi última entrada ha generado comentarios muy interesantes, de todos ellos me quedo con el emitido por Sergio Cossa,

"Creo que desaparecerá la idea de libro, porque no habrá lectores como los entendemos hoy."


Y supongo que ha dado en el clavo. Si alguien puede entrever cómo será el lector del futuro, tendrá la clave de la adaptación de todo el mundo editorial a las nuevas posibilidades digitales.



Entretanto, buceando por la Red, he encontrado en la Federación de Editores un interesante documento estadístico sobre los Hábitos de Lectura en España (1º semestre 2011), de donde extracto aquí sus conclusiones:

ÍNDICE DE LECTORES-El 90,6% de la población española de 14 o más años declara leer en cualquier tipo de material, formato y soporte (impreso o digital) con una frecuencia al menos trimestral. Un 86,6% son lectores frecuentes (leen al menos una vez a la semana)

-Un 77,8% lee periódicos, un 61,9% lee libros, un 46,4% lee revistas y un 15,1% lee cómics al menos una vez altrimestre.

-Los libros y revistas presentan un mayor porcentaje de mujeres lectoras (65,5% y 51,5%, respectivamente), mientras que los hombres leen más periódicos y cómics (84,5%y 17,9%).

-A medida que aumenta la edad desciende el porcentaje de lectores en prácticamente todos los formatos. Esta disminución de la lectura a medida que avanza la edad está más acentuada en la lectura de libros. La excepción a esta menor lectura con la edad se da en los periódicos, en los que el mayor porcentaje de lectores se encuentra en las edades intermedias.

-La variable que más relación tiene con la lectura es el nivel de estudios, a medida que aumenta este es mayor el porcentaje de lectores en todos los soportes. Esta relación es más acusada en el caso de la lectura de libros.

-A medida que aumenta el tamaño de población aumenta el porcentaje de lectores en libros y periódicos. En el caso de revistas y cómics no se da esta relación.

LECTURA DE LIBROS-El 61,9% de la población española de 14 años y más afirma leer libros (en cualquier formato), ya sea por ocio o por motivos de trabajo o estudios. Esta población lectora de libros ha leído una media de 10,4 libros en los últimos doce meses (cerca de un libro al mes).

-Los lectores de libros en tiempo libre son un 58,0%.
-Por trabajo o estudios lee un 21,1%. Sólo por trabajo o estudios el 3,8%.
–En soporte digital lee libros un 6,8%.

-La falta de tiempo (ya sea por trabajo, estudios o por motivos familiares) es el principal motivo por el que los lectores de baja frecuencia declaran no leer con mayor intensidad.

-Un 6,8% de la población de España lee libros en soporte digital. En el formato e-reader lee libros el 2,1%.

BIBLIOTECAS
-La tasa población de 14 y más años que ha ido a una biblioteca o bibliobús en el último año es del 28,5%, un porcentaje que se mueve en torno a los valores obtenidos en los tres últimos años.


Lo que me lleva a pensar:
-Estamos lejos aún de los porcentajes de lectura en e-book de otros paises. Con el próximo informe veremos el impacto que ha supuesto la llegada de AMAZON y de su Kindle en nuestro país.
-Las mujeres siguen siendo mejores lectoras que los hombres.
-A pesar de tener un 58% de la población lectora que lee libros por entretenimiento, sólo un 28.5% acude a la biblioteca. La labor de difusión de la lectura a través de las bibliotecas debe aumentar.

Podéis encontrar el informe completo aquí

Os deseo buena entrada en el nuevo año 2012, y no desterréis la lectura estos días de descanso, que hay tiempo para todo.

domingo, 18 de diciembre de 2011

¿Se lee mucho?, por Blas Malo Poyatos

AMAZON ha desembarcado en nuestro país. Ya os comenté en entradas anteriores cómo consiguió colocarse en una posición dominante en EEUU: lanzando una campaña agresiva de precios bajos (9.95$) que ha trasladado también a este lado del Atlántico. Yo me pregunto cómo lo hace: si uno desea ganar cuota de mercado, puede bajar los precios drásticamente durante un tiempo a costa de tener pérdidas, pero digo yo que eso no puede mantenerse asi indefinidamente.

La única forma de conseguirlo sería lograr reducir de forma permanente los costes de producción de un libro. ¿Cómo lo consiguiría una editorial tradicional?¿Eliminando comerciales físicos, distribución, impresión y puntos de venta, y convirtiéndose totalmente en digital? Aún así, deberá mantener una estructura: correctores, maquetadores,ilustradores, editores, impresión bajo demanda y marketing online consumen recursos. ¿Es suficiente esa reducción para con esos precios bajos sobrevivir?



Y si sobreviven digitalmente, ¿dejará de haber libros físicos? Yo creo que no. Por un lado la opción de "impresión bajo demanda" permitiría a quien quisiera tener un ejemplar en papel (a un precio mayor que en formato e-book). Por otro, los lectores de ebook tienen un tamaño de 7-8", y mayoritariamente son texto b/n. Los libros que tengan muchas imágenes o un formato no tradicional no serán cómodos de ver en una pantalla así; su existencia será sólo impresa.

[O puede suceder al contrario, que de ahora en adelante todos los libros pasen por el embudo: se diseñen desde un principio para ser digitales. Adiós fotos, mapas, anexos de planos... extras que dan riqueza a los libros de divulgación, por ejemplo]

Además, ¿qué pasa con todos los libros en la calle antes de la revolución digital?. Es seguro que muchos no serán digitalizados. Lo cual lleva a que poco a poco se convertirán en libros de ocasión o liquidación. De esos, los que más se lean pasarán a digitalizarse. ¿Y los demás; desaparecerán?¿Como no estarán en los catálogos digitales será como si nunca hubieran existido... ya que nadie sabrá encontrarlos?

Por un lado, puede entreverse una futura reducción de libros digitales editados profesionalmente. Por otro lado, AMAZON permite que cualquiera publique digitalmente y asigne un precio a su creación. Las editoriales tendrán entonces que esmerarse en adelgazar aún más sus costes y ofrecer un producto de calidad diferenciada. ¿Y en qué pueden reducir más?¿En los porcentajes a los autores? ¿Y si entonces los autores deciden que no necesitan a las editoriales, es decir, se hacen totalmente digitales e independientes?

Y si ya no hay libros físicos, ¿desaparecerán las presentaciones de libros?

Dice Juan Manuel de Prada, escritor, que el sector editorial va hacia el desastre, que no es lógico esperar en nuestro país que los lectores compren libros digitales pudiendo conseguirlos gratis pirateados. Una opinión desoladora.

Todo se basa en varias hipótesis: que el número de lectores potenciales en la Red se traduce en lectores reales, y que todo ebook que llegue a la Red, si tiene calidad y una buena promoción, tendrá millones de lectores.

Creo que esa suposición es un error: no hay más lectores hoy, ni tampoco habrá más mañana. Estamos rodeados de pantallitas por todas partes, audiovisuales, llenas de imágenes y movimiento. Por ejemplo: en un móvil de esos táctiles ya no hay ni que escribir, reconocen la voz. Te descargas aplicaciones para, digamos, ver las estrellas del cielo (más cómodo que aprender de verdad un poco de astronomía amateur). Al final somos esclavos de pantallitas y programitas de software que nos soporizan.



Leer es una actividad intelectual que requiere concentración, silencio, interiorización. Y eso no existe en esta generación audiovisual 3D, rodeada de pantallas por todas partes. Las letras no bailan, no tienen música, no son una explosión visual. Leer no es atractivo, teniendo otras opciones multimedia. Leer no proporciona un clímax inmediato (no hasta que llegas al punto culminante de la novela). Lo que más se aproxima hoy en día a la lectura es el cine: cuenta una historia visual, con música y efectos especiales, ya no tienes que imaginar nada (imaginar sería una actitud activa), te lo dan hecho, a todos por igual (actitud pasiva).

Leer enriquece; pero la lectura hay que promoverla. Y en España no se promueve. Que todo el catálogo se hiciera digital no sería garantía de éxito, de más lectura, porque faltan lectores. Nuestros niños no leen, no imaginan, no saben divertirse con un balón o un juego de mesa. ¿Leerán siquiera en ebook? Preveo un futuro gris, o será que yo añoro mi niñez con Julio Verne, Emilio Salgari, Stevenson, Asimov...

domingo, 11 de diciembre de 2011

Escribir una novela (VI): La primera frase. La primera página

Esta extraña semana festiva/no festiva ha tenido dos eventos importantes para mí. El jueves estuve en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasion en Sevilla, en Plaza Nueva junto al ayuntamiento. Como siempre no me pude resistir, y algo tenía que comprar. La fortuna me dio una enorme alegría: encontré una largamente buscada edición de "La Iliada", de Homero, traducida por Enrique Llul; es la versión que leí en mi juventud y cuya fuerza supera a las otras que he podido leer. Y sólo por seis euros. En casa la tengo, para regodearme con ella.

El otro evento: hice de guía en Granada para la asociación cultural "Homo Sapiens", recreándonos en un paseo por el barrio del Albayzin en los escenarios que transcurre mi novela "El esclavo de la Al-Hamrá" (Ediciones B). Fue una experiencia muy gratificante para todos, y creo que la repetiré más adelante. ¡Granada tiene mucho que ofrecer!

El caso en que en los dos eventos tuvo importancia especial la primera frase, la primera página de los dos libros (y no, no es que quiera compararme con Homero, no es el caso). Y sobre ello quiero dedicar esta entrada sobre la escritura de una novela.



En las anteriores entradas sobre el tema, aprendimos a organizar nuestras ideas, y ya tenemos nuestro guión; hemos predispuestos a nuestras musas favorablemente. Toca coger portaminas y papel (lo que sea; cada uno sus gustos).

Vamos a comenzar a escribir nuestra novela. En esta época acelerada, los lectores juzgan con rapidez una obra nueva. Miran la contraportada (donde se suele colocar una breve sinopsis), la primera página, o una página al azar. Y con una lectura rápida juzgan:

-El modo de expresarse del autor: ¿frases largas o cortas?¿Muchos detalles o concisión?¿Equilibrio entre descripciones, pensamientos y diálogos?¿Personaje principal hombre o mujer, me identifico con ellos y su historia?

-El vocabulario: ¿palabras extrañas o palabras evocadoras?

-¿Es creíble la historia que cuenta?

Con la primera frase, con la primera página debemos demostrar qué podemos contarle. Debemos sacar toda la artillería, toda nuestra capacidad desde la primera palabra, no podemos dejar que el lector se duerma hasta página 165, en que empieza a suceder "algo". En mi caso, intento que la historia comience con una presentación, que ha de ser equilibrada, con frases no muy largas, directas y referidas a unos hechos generales para pasar casi inmediatamente a unos hechos concretos, a personajes concretos, con un primer diálogo.

Os desvelo algo que me pasa a mí: hasta que los personajes de un libro no me "hablan" (diálogo), no los hago reales. Es como si estuvieran en una nube, etéreos, sean como sean, y de pronto "hablan" (diálogo) y los hago tangibles en mi mente, dándoles cara, rostro y personalidad.

En esa presentación, en esa primera página que el lector lee (redundancia, ya lo sé), si captamos su atención y su memoria, sabremos que nuestra historia ha comenzado con buen pie.

Por ejemplo:

-De "La Iliada" de Homero, no olvidaré nunca las primeras palabras de la traducción que he comentado:

"Diosa, canta del pelida Aquiles la cólera monstruosa que sumió en la mansión de Hades a tantas fuertes almas de hombres y de héroes y que hubieron de servir de pasto a los perros y a todas las aves de rapiña. Y el designio de Zeus se cumplia así, desde que una querella hubo de desunir al átrida Agamenón, príncipe de pueblos y al divino Aquiles.

¿Cuál de los dioses causó aquella disensión? El hijo de Zeus y de Leto. Irritado contra el rey, suscitó en sus ejércitos una peste mortal y a impulsos suyos perecían los pueblos, pues el átrida había cubierto de oprobio a Crises, el sacrificador."


Homero nos habla de reyes, de injusticia despótica sobre héroes, de dioses, de hombres. De épica con mayúsculas.



-De "El esclavo de la Al-Hamrá"(Ediciones B). Uno de los organizadores de la visita guiada me pidió que le dedicara la novela, y me dijo que no quería leer ni sinopsis, ni comentarios, ni opiniones, que no quería preestablecerse opiniones antes de leerla. Lo que si hizo fue leer ante todos la dedicatoria (en su caso, ésta era para él la primera página):

"Ésta es la historia de una ambición conquistada con la sangre de inocentes, y también la historia de una venganza, llena de odios y pasiones, temores, esperanzas, vida y muerte a la sombra de la Alhambra."

Todos quedaron asombrados. Querían saber más.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Estar sin blanca

Al mismo tiempo que termino las correcciones finales de mi segunda novela, estoy documentándome para la próxima y al hilo de los vaivenes que sufre la Bolsa desde hace ya meses, voy a dedicar esta entrada a las antiguas monedas de nuestro país. Nosotros compramos en dólares, vendemos en euros, intercambiamos yenes con dinares como si tal cosa... a los comunes de los normales nos cuesta entender los operaciones de ingeniería contable y financiera que realizan inversores y corredores de bolsa, y nos maravillamos de la jerga bancaria, que si apalancamiento, que si warrants, y otras palabrejas.

Todo eso ya sucedía en España hace siglos. No estamos tan civilizados como creemos.

Saltando por encima de las monedas romanas (unificadas en todo el Imperio) y las visigodas, podemos decir que durante el medievo bajo, o sea durante el Califato de Córdoba, las pocas monedas que se usaban en los territorios cristianos hispanos fueron las hispanoárabes: el dinar (oro) y el dirhem (plata). Fue Alfonso VI, rey de Castilla y León, quien acuñó la primera moneda "española"; el denario regis. Este era una moneda de vellón o sea de metal vil (una aleación de plata y cobre) de baja denominación. La primera moneda de oro autóctona castellana fue el maravedí de oro acuñado por Alfonso VIII, en 1172, en clara imitación del dinar almorávide. En tiempos de Fernando III el maravedí dejo de acuñarse y se acuñó la dobla de oro basada en el dinar almohade. Por mucho que el maravedí dejó de tener presencia física, no desapareció, sino que se convirtió en moneda de cuenta (contable)- y de cuento- una moneda imaginaria, y auténticamente virtual, con una larga vida por delante. La dobla era una moneda de alto valor que a finales del siglo XV llegó a equivaler a 480 marevedís.



Paralelamente se había adoptado en Navarra, Aragón y Cataluña el sistema carolingio basado en la plata. También aquí hubo durante varios siglos una unidad de cuenta, el sueldo (sic) y una moneda efectiva, el dinero (denario).

En época de Pedro I de Castilla se implanta un sistema monetario con nuevas monedas como de uso cotidiano, como el real (3 maravedís), la blanca (4 maravedís), los cornados (0.50 maravedí), los dineros prietos (10 maravedís) y la dobla real de oro (inicialmente 35 maravedís), es en esta época cuando surge la expresión como "estar sin blanca" y la palabra "prieto" en su sentido de mísero y poca cosa.

Con cada rey variaban la relación de cambio entre cada moneda con la introducción de nuevas paridades, y a cuyos cambios tuvieron que acostumbrarse los españoles de a pie, casi todos analfabetos. ¡Para volverse loco! El cambio de excelente a ducado fue simplemente de nombre; el cambio a escudos, una moneda de menos peso y ley que el ducado, tenía como fin igualar la moneda de oro castellana con la de otros países. Lo más surrealista de todo fue el mantenimiento del maravedí - desde la mitad del siglo XIII - como unidad de cuenta. Esta establecía la relación entre los diferentes tipos de moneda, más bien de forma indirecta ya que el ducado valía 375 (más tarde el escudo 350) maravedíes, el real 34 y la blanca 2,5. A partir de tales equivalencias, se acuñaron monedas diversas: de dos, cuatro o más ducados (escudos); las fracciones y múltiplos del real (medios reales, reales de a dos, a cuatro y a ocho) y otra serie de monedas de vellón. Como se puede observar no había ninguna relación directa entre ducado y real; un ducado valía 10 reales y 14 blancas ( a partir de 1535, el escudo: 10 reales y 4 blancas). Pero hubo más, también el ducado, una vez sustituido por el escudo, se convertía en moneda de "cuenta".

Increible la capacidad de aritmética mental de la gente de entonces, a pesar de que para la inmensa mayoría de la gente la economía estaba limitada a nivel de reales, hay que tener en cuenta que también había múltiples tipos de moneda vellón aparte de la blanca y hay que llegar a la conclusión de que el sistema era altamente complicado.



Si esto era extraordinario, más aún era la "capacidad" del Consejo de Hacienda de la Monarquía de crear y mantener una contabilidad expresada en maravedíes, una moneda virtual, después hacer un resumen de las cuentas del estado para el rey, en ducados (otra moneda virtual), el cual -especialmente a partir de Felipe II, que nunca había "vivido" esta moneda - tenía que hacer el esfuerzo mental para traducirlo a escudos, añadiendo un 7,14% (con redondeo). ¡Sorprendente!

Y nos asombramos con las triquiñuelas contables de hoy. Ya existían antes (y algunos se aprovecharían de ellas)

(Os dejo el enlace de donde he sacado esta información, PINCHA AQUÍ )

(Para interesados en las curiosidades numismáticas: Blog Numismático)