sábado, 11 de febrero de 2012

Escribir una novela (VIII): cambiando el guión

Después de tener claro la forma en que vamos a presentar a nuestros protagonistas y antogonistas, y de haber haber esbozado nuestro primer guión y comenzar el borrador, surgirán las primeras dudas. Un libro es un ser vivo, que siempre está cambiando, moviéndose, creciendo y menguando, al ritmo que lo hace el propio autor.

Es posible que lo que en el primer guión nos parecía una idea excelente a lo mejor en segunda o tercera relectura no nos sorprende tanto. Haremos cambios de guión, incluso los propios personajes implorarán por seguir sus propios caminos.



Os comento por ejemplo qué pautas sigo yo para modificar mis guiones iniciales:

-Los cambios de escenario y lugar han de tener continuidad, e intento que tengan su propia lógica interna. Por ejemplo, si la novela se ambienta en un futuro lejano, puede ser asumible que los protagonistas cambien de continentes, o planetas, o sistemas estelares, a lo largo de la historia como un algo habitual (por ejemplo, como sucede en la Guerra de las Galaxias, gracias a los viajes hiperespaciales). Si se ambienta en la Edad Media, el ámbito de la novela puede verse reducido a sólo unos cientos de kilómetros de distancia, como mucho, con una mula tozuda por tierra o un mal barco por mar como medios de transporte.

-Es muy importante no marear al lector con cambios continuos de ubicación de la acción, ni de personajes. Yo por ejemplo prefiero dedicar un capitulo centrado en los hechos de un personaje, antes de pasar a otro, a mezclar en un mismo capitulos las acciones de varios personajes cuando transcurren en lugares muy distanciados entre sí.

-Hay que equilibrar descripciones y diálogos. Las descripciones sitúan al lector, y los diálogos dan vida a los personajes. Es interesante crear "coletillas" para cada uno de ellos, que sirvan para darles personalidad, una psique, una forma de actuar, de pensar, de vivir. ¿Por qué? Porque deben ser humanos. Y los hombres no somos héroes perfectos.

-Los personajes han de parecer humanos, tener debilidades, incluso tener contradicciones. Han de cambiar, en su forma de ser, sus actitudes, a lo largo de la novela. Y todos esos cambios hay que explicarlos al lector, deben ser cambios graduales. De la noche a la mañana un cobarde no se hace valiente sin una razón. Hay que explorar esa razón, hacerla creible y tener en mente si esas razones influyen o influirán en otros personajes.



-Los giros del guión. La vida nos da sorpresas e incertidumbres a cada paso, y nos obliga a reaccionar. Igual debe sucederles a los personajes, lo dificil no es inventarse sucesos sino mostrarlos de forma que sean creíbles y a la vez sorprendan. Uno de los trucos que yo empleo para dar giros de guión son hechos naturales. Nada es más imprevisible que la naturaleza, ni la tecnología es capaz de preveerla. Terremotos, lluvias torrenciales, sequías, plagas, ponen a prueba a nuestros personajes y ellos asociarán esos sucesos con sus propios miedos, temores y esperanzas. Por ejemplo, un bosque en llamas en mitad de la noche, puede asemejar el ansiado Grial a un personaje del Medievo imbuido de tales creencias (eso sucede en un obra de Bernard Cornwell), o la aparición de una aurora boreal en latitudes bajas puede ser tomada como una revelación divina. En caso de la Edad Media el hombre se relaciona mucho más con la naturaleza que en un futuro tecnológico; el hombre medieval verá la mano divina en casi todos los hechos naturales.

Los giros deben sorprender, sí, pero dentro de una lógica, sin ser predecibles al lector, y eso es lo dificil de conseguir.

El guión se modificará muchas veces, según nuestra inspiración y necesidades, porque es una herramienta, no una coacción. Pero, cuidado; los cambios de guión traen a veces consecuencias en la trama. Cuando cambiéis el guión, se desatarán cambios hacia adelante y hacia atrás en la novela, como ondas en un estanque. Debéis ser cuidadosos al analizar lo que suponen.