"Caramba", pensé yo, "¿una reunion para tratar mi libro? ¿Una reunión en exclusiva para mi libro?".
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Seguro que mi novela sólo será un punto más (diminuto; insignificante) de un orden del día larguísimo, pero por un momento inflaré mi ego, me creeré el cuento de la lechera y pensaré que la dedican sólo a mi libro. Ah, sí, ya me siento mejor.
Y mientras llega y no llega, me lanzaré al ruedo y a la corrección de mi segundo libro. ¡A los leones! (con permiso de Marco Didio Falco). Cuando lo terminé, pensé: "¡Guau, me gusta más que EEDLA!". Ahora, ya tengo más tablas, más experiencia en corrección, más ojo crítico... toca afilar el bisturí y sajar por aquí, amputar por acá, una transfusión y unos remiendos. Es el momento de preparar la siguiente novela para el año 2011.
Y luego, la siguiente para el 2012, para el 2013, el 2014...
El cuento de la lechera, ya sé. Pero de momento, tengo un cántaro. Por algo se empieza.