Uno de los lectores de mi anterior entrada sobre la Spania bizantina comentaba:
Creo que es un acierto rotundo rescatar episodios históricos poco conocidos y divulgarlos mediante la literatura. Conociendo a grandes rasgos la historia de Bizancio, puedo decir que cualquier historia que se desarrolle en su seno resulta tremendamente tentadora y estimulante.
Lo cual da sentido a una labor que realiza la novela histórica, dar a conocer nuestro amplio y complejo pasado histórico de una forma amena, accesible, y que no tiene que estar reñido con el rigor histórico.
Si hago memoria de lo que me enseñaron en el instituto sobre historia universal y sobre el imperio bizantino en particular, veo que es nada: imperio romano de occidente y de oriente, caida de Roma en el 476 y ya vienen los suevos, vándalos y visigodos a invadir Hispania. Saqueo de Constantinopla en 1204 e inicio de la Edad Moderna: en 1492 según nosotros, por la toma de Granada y el descubrimiento de América... o 1453, con la caída de Constantinopla, según otros.
¿Nadie ha contado que el Renacimiento italiano debe una parte importante al saqueo de 1204 por los cruzados, que llevó el legado cultural clásico de Oriente a Occidente? En nuestro pais los escolares aprenden (o aprendían, no sé ahora) el fin del avance musulman por Occidente en el 732 en la batalla de Poitiers al otro lado de los Pirineos. ¿Nadie ha contado que Bizancio fue el baluarte que protegió por siglos Europa del avance del Islam desde Oriente?
A los más jóvenes, aficionados a la literatura fantástica y ciencia ficción, ¿nadie les ha dicho que Isaac Asimov basó su saga de la Fundación en la historia de Bizancio, que Bel Riose es una derivación del nombre de gran general Belisario?¿Que J.R.R. Tolkien se inspiró en Constantinopla para dar luz a su Minas Tirith, la gran capital de Gondor, rodeada de murallas?
Salvador Felip ha creado una obra que acerca una de las épocas más fascinantes de este imperio al público en general: la vida y logros del emperador Justiniano y su mujer Teodora, dos personajes excepcionales en la historia. Él, sobrino de un labriego iletrado que probó fortuna y logró hacerse emperador; ella, una superviviente de los estamentos más bajos de la sociedad romana, una mujer de la vida de mente clara y osada. Ambos, unidos por un amor que nadie creería posible e inquebrantable, llevará a cabo el sueño de Justiniano: la restauración en todo su gloria del perdido Imperio Romano.
Penélope y su esposo Héctor, un académico de Atenas venido a menos que lucha por alimentar a su familia moviendo un molino de aceite, nos conducirán por la Mesé, la gran avenida comercial de Constantinopla, nos llevarán por sus calles, sus gentes y sus anhelos y angustías, que desembocarán en la insurrección de la Niké, enfretando al pueblo y a los angustos, con senadores y militares decidiendo su apoyo según sus ambiciones e intereses. Narsés y Belisario es otra pareja protagonistas, los dos generales destinados a cumplir los sueños del emperador insomne: Narsés el eunuco, el no-hombre, el favorito de la emperatriz Teodora, y Belisario, un hombre arrojado, valiente y sobre todo leal a su juramento a Justiniano, buscando prevalecer uno sobre otro. Y no olvidemos a Juan de Capadocia, el odiado hombre de finanzas que tendrá que ingeniárselas para recaudar una suma exorbitante por mandatto imperial, y cuyos fuegos incendiarán la indignación del pueblo común.
Las descripciones de la ciudad son espléndidas, Salvador Felip nos deleita con inteligencia en sus monumentos y su origen, integrándolas en la trama, compaginando descripciones con acción. La primera parte es más pausada, una presentación de escenario y personajes que con un ritmo tranquilo enriquece el sabor de sus personajes, cuando más adelante cobren importancia los detalles que desgrana allí y allá, sobre las facciones Verde y Azul, sobre la vida cotidiana, sobre el día a día de la ciudad más poblada de la antigüedad en Europa, con un millón de almas en su máximo apogeo.
Y todo por la ambición de un hombre, el apoyo de su mujer, y un anhelo secreto que dará luz a una maravilla que ha sobrevivido por mil años: la enorme y majestuosa Santa Sofía. Las tramas se engranan perfectamente entre otras. Los personajes son profundos, y llenos de matices creíbles. No me olvido de Drías y Arcés, soldados hérulos del imperio, ni de Antemio e Isidoro, ni de Valente ni Aecio, médico. Son absorbentes las descripciones de los conocimientos de medicina de la época, que nos demuestran qué grado tal alto de civilización ya existía hace mil quinientos años.
Una obra asombrosa donde Salvador Felip refleja sus más de tres años de trabajo, casí 900 páginas de lectura, que no deben asustar. El grosor no es un obstáculo. Asusta al principio, pero las hojas vuelan una vez terminada la primera parte de las presentaciones y ubicación. Sólo echo en falta una cosa: una relación de bibliografía que anime a sus lectores a leer más sobre Bizancio. La novela destila erudición accesible al gran público, con mapas y glosario de términos al final. Y no, no es una historia a comparar a una muy conocida de Ken Follet: la de Felip la supera. El rigor histórico de la novela de Salvador es uno de sus mayores alicientes.
Para mí ha sido toda una experiencia. Sólo me resta una cosa: hacer proskynesis a la labor intelectual títánica que ha realizado Salvador Felip con ésta su segunda novela, y que seguro no será la última en esta época fascinante.
Os la recomiendo.
Podéis conocer más sobre Salvador Felip y su obra:
-En su Blog: El Ocaso de Bizancio
-En su Web como escritor: Salvador Felip