viernes, 6 de enero de 2012

Spania bizantina

Comienza el nuevo año 2012, con nuevos deseos, anhelos y esperanzas. También temores; pero no son el tema de esta entrada.

2011 fue un año muy especial para mi: mi opera prima "El esclavo de la Al-Hamrá" (Ediciones B, Oct 2010) ha sobrevivido un año y tres meses en los escaparates de las librerías, sobre todo en Granada, lo cual no es poco mérito para un novel. Una gran mayoría de mis lectores me han transmitido ilusión y apoyo por un libro que han disfrutado. Unos pocos (muy pocos) dicen sentirse defraudados. Admito las opiniones y críticas, ya que no he negado nunca que no soy un Gabriel García Márquez, ni un Vargas Llosa, ni un Santiago Posteguillo; sólo un aprendiz de juntaletras que disfruta imaginando y escribiendo. Y que arranca tiempo de donde puede para dedicarlo a su adicción.

Feria del Libro de Valencia, de Granada, de Almería; nominación HISLIBRIS; charlas sobre novela histórica en Murcia y Granada; guía por la ruta literaria de mi novela; firma de libros en Úbeda, Jaén, Sevilla y Murcía. Entrevistas en radio, en prensa. Tres ediciones en castellano con Ediciones B y una primera edición en Serbia con ed. ALNARI. Una edición en México y distribución por toda Sudamérica. Todo ello ha superado mis expectativas.

En Marzo de 2012 verá la luz mi segunda novela "El Mármara en llamas", también de género histórico y también con Ediciones B. En ella cambio de registro y me sumerjo en el Imperio Bizantino, en el s.VIII de nuestra era. Y todo gracias a Lord John Julius Norwich, quien con sus libros de ensayo me ha convertido en un interesado devoto de todo lo bizantino.

El Imperio Bizantino es un imperio olvidado. Conservó los conocimientos de la antigüedad en su capital Constantinopla cuando los hérulos y ostrogodos hacía pavesas del pasado glorioso de Roma, y sus foros, antaño testigos de grandes políticos, generales y emperadores, ya llevaban centurias arrumbados y cubiertos de escombros y maleza. Gracias a los bizantinos, tuvo lugar el Renacimiento y con él el inicio de la Edad Moderna. Sí, sí, éste es un resumen muy rápido, ¡hay mucho que contar entre líneas!

Y el público español en general ignora que el sudeste español fue bizantino durante un tiempo, gracias al sueño de Justiniano, el gran emperador insomne que ambicionaba la restauración desde Constantinopla de todo el poderío romano.




En el año 552 se firmó un pacto entre el noble visigodo Atanagildo y Justiniano por el que el primero solicitaba ayuda militar para combatir a su rival el rey visigodo Agila I. No está claro en que consistió el pacto, aunque es posible que se acordara la cesión de territorios costeros, que eran de alto interés político-económico para el imperio Bizantino.

Ese año tropas bizantinas desembarcaron en Gades (Cádiz) y en Carthago Nova (Cartagena) ocupando otras importantes ciudades costeras y continuando su avance hacia el interior.

La ocupación se vio favorecida por la debilidad política y económica de los visigodos en las antiguas provincias romanas Cartaginense y Bética, que estaban dominadas mayoritariamente por terratenientes hispanorromanos hostiles a la dominación visigoda, y con una población fuertemente romanizada, siendo la ciudad de Corduba (Córdoba) un importante bastión de rebeldía.




Tras el fin de la conquista de Italia, Justiniano abordó una posible conquista de toda la Península Ibérica, para lo que envió refuerzos a sus bases en el litoral sudoriental de Hispania, desembarcando un notable contingente armado en Cartagena, que avanzó hasta Baza y otro en Malaca, que se internó hasta Sevilla y quizá hasta Mérida. Sin embargo, Agila es asesinado el 555, con lo que los visigodos se unieron en torno a Atanagildo y derrotaron al ejército bizantino impidiendo que conectaran los dos cuerpos de ejército.

El rey visigodo obligó a los bizantinos a replegarse a las ciudades costeras ya conquistadas, donde se estableció la Provincia Bizantina de Spania, que comprendía también las Islas Baleares. Su capital se pudo establecer o bien en Málaga o bien en Cartagena, y su administración correspondió a un magister militum Spaniae, con poder civil y militar. A partir de entonces se estableció una paz en la zona que se prolongó hasta la muerte del emperador Justiniano en 565.

Ciudades ocupadas por los bizantinos fueron Malaca (Málaga), Carthago Spartaria (Cartagena), Asidona (Medina-Sidonia), Sagontia (Gigonza) y Basti (Baza); algunos autores incluyen Córdoba, pero no existen evidencias.

La ciudad de Carthago Nova (Cartagena), que había sido saqueada y destruida por los vándalos en 425, fue reconstruida, reamurallada, renombrada como Carthago Spartaria, o Justina, y designada como capital provincial. La ciudad fue puesta bajo mandato de un gobernador con el rango de magister militum Spaniae.

El fortalecimiento del poder de los sucesivos reyes visigodos buscará la recuperación de las ciudades y territorios de la provincia bizantina, y con vaivenes, la presencia de las tropas imperiales se prolongará hasta el año 624, cuando durante los reinados del visigodo Suintila y del emperador Heraclio, los bizantinos abandonan definitivamente sus últimos establecimientos en las ciudades de la zona del estrecho que aún conservaban.

Tenemos en nuestro país más historia de la que creemos. El Imperio Bizantino dejó improntas en nuestra tierra, en la Bética y las Baleares, y pienso dedicar más entradas a este pedacito de nuestro pasado, para que deje de ser desconocido.