El pasado viernes 19 fue la presentación de "EL ESCLAVO DE LA AL-HAMRA" en la LIBRERIA BABEL. Mi mujer y yo llegamos con tiempo al lugar, para organizar a los chicos de BATTLEHONOURS y conocer a Jacinto el librero, un hombre encantador; sabia que primero habría unas palabras y al final las firmas. Lo curioso es que el acto de presentación fue atípico porque todo ocurrió al revés.
Mientras mis soldados nazaríes se apostaban en la entrada de la librería sorprendiendo a viandantes y automovilistas, antes siquiera de llegar a sentarme en mi silla frente a las filas ya me estaban pidiendo autógrafos.
"Bien", pensé yo, "firmaré estos tres que me lo piden y ya comienzo a hablar, y luego ya veremos"
¿Qué pasó? Que a esos tres siguieron más y más... y claro, uno no es de piedra, ya que a unos sí se lo firmé antes, cómo iba a negarme a firmar los de los demás. Entre firma y firma intercalaba unas palabras con cada lector; algunos ya habían comenzado la lectura de la novela, otros no y la adquirían por recomendación. Había quien la quería para hacer un regalo. Un ejemplar irá a Nueva York; otro, a Suecia.
Mientras firmaba y respondía al teléfono a amigos que me felicitaban por el libro, el librero me hacía señas. Eran casi las diez de la noche, y aún no había dicho nada. ¡Llevaba casi hora y media firmando ejemplares! Unos cuantos clientes esperaban pacientemente mis palabras. Un poco desorientado, dejé de firmar y les hablé de la novela, de la época nazarí, del milagro que es la Alhambra en sí misma, más allá del tiempo y de las guerras, y de lo sorprendido y emocionado que me sentía al tenerles allí, para escucharme a mí, un autor completamente desconocido. Sonrieron, y escucharon con interés y asombro mi futura publicación en Serbia, su presencia en Frankfurt y Estambul y la espera de nuevos acontecimientos.
A las once de la noche abandonamos la librería tras firmar los últimos ejemplares, tras la cual tuvimos una comida de camaradería con los miembros de BATTLEHONOURS.
Yo ya lo sabía pero me hizo ilusión ver en las manos de algunos de los lectores presentes ejemplares de la Segunda Edición, con ese bonito círculo pegado en la portada. ¡Increíble!. Como le dije a uno de los asistentes, poder tocar mi libro es mi propio milagro. El mismo lector me preguntó cómo lo había hecho: sencillo, como ahora, disfrutando con cada palabra que escribo.
Os dejo con algunas fotos del acontecimiento.