Pues sí, Hemingway fue rechazado veintisiete veces, veintisiete nada menos, veintisiete editoriales que lo descartaron mondo y lirondo. Que luego ganara el premio Nobel de literatura no es lo importante, sino que encajó veintisiete derrotas una tras otra y sin embargo volvía a levantarse. Todo un peso pesado de las letras.
martes, 16 de junio de 2009
La importancia del punto de vista
Estoy concentrado en mi novela EEDLA, redactando la nueva revisión de la sinopsis, y hace dos días descubrí que no la estoy enfocando corectamente. Uno de mis personajes, Ibn Shalam está atascado en mitad del desierto del Sahara, esperando que decida qué hacer con él.
A fuerza de pensar y pensar la evolución de la escena me dí cuenta de un error importante. Me esforzaba por pensar que haría él, teniendo en cuenta su psicología, sus deseos y su pasado. ¡Qué gran error!
No hay qué pensar qué haría el personaje, sino qué haría yo. Porque yo, una vez asumo la psicología del personaje y sus emociones y anhelos, yo soy el personaje. Yo soy Ibn Shalam.
Así que después de esa revelación, me encontré de pronto en el desierto, asustado por la llegada de la noche, exhausto después de huir durante horas tras el ataque del ejército meriní a la caravana de bereberes, y con las manos manchadas de sangre de un inocente. ¡Alá!, grité, ¿qué es lo que he hecho?
Y tras eso, supe qué hacer.
Además iba a escribir sobre que me encontraba estancado, ¡pero ya no! Así que me voy inmediatamente a transcribir lo que las Musas me están dictando, con su voz dulce de nectar y ambrosía, antes de que el olvido se lleve las ideas.