Estoy en semanas de cambio. Cambio de residencia, cambio de trabajo, cambio de perspectivas... Sin embargo, en los últimos diez meses no he visto apenas tele ni noticias y me da a mí que no me he perdido nada. Política y fútbol, las mismas caras, las mismas palabras... malo. Señal de que el país está paralizado. Alrededor, miro y todo es lo mismo. Estamos estancados. Ni se ven perspectivas, ni ilusiones, sólo miedo.
En el trabajo, con nuevos compañeros, lo mismo. Todos atentos a ver quién sigue, a quién despiden esta semana. Y la otra. Y la siguiente. Y así sucesivamente. Lo cual es descorazonador.
Pero en mi caso, el remedio lo encuentro en los libros. En mi oficina ya corren rumores sobre mis novelas. Y he comprobado que, a pesar de tener 4 títulos ambientadas en diferentes momentos de la Historia, la época preferida sobre lectura en el género histórico es la Edad Media. Que los principales lectores interesados son mujeres.
¿Por qué la Edad Media? Las dos grandes épocas tratadas por las editoriales son Roma y Edad Media. Siguen publicándose muchas novelas sobre el pasado del Imperio Romano y sobre nuestro medievo peninsular (musulmanes, cristianos, las Navas de Tolosa). De romanos hasta en la sopa, seguimos sorprendiéndonos de los logros de una civilización que dominó Europa con sus legiones y su logística (carreteras, acueductos y grandes obras públicas). Por mi parte, estoy saturado de tanta novela romana. Me daré un respiro en verano.
¿Por qué nos fascina tanto el Medievo? Será porque España fue tierra de frontera. Y en toda frontera hay conflictos. Ambiciones de reyes frente a los primeros burgueses. Enfrentamiento de civilizaciones. Castillos. Caballeros esforzados, garantes de un ideal de justicia en una tierra exenta de ella. Vastas tierras de nadie, desiertos demográficos, ocupados por colonos en busca de un futuro y por balbuceantes eremitas, que serán semilla de futuros monasterios. Quizás nos fascina esta era porque aún existía la sorpresa, el mundo era inmenso y plano y el océano circundante terminaba en unas terribles cataratas, merodeadas por monstruos marinos. Las Cruzadas en Tierra Santa tenían su reflejo en las fronteras entre los reinos de León, Castilla y Aragón frente al-Andalus, Córdoba era la ciudad más poblada de Occidente, y era musulmana, mientras que en Oriente la mítica y cristiana Constantinopla soportaba el empuje constante desde Damasco.
Quizás nos atraen esos siglos porque aún se creía en lo imposible. En los mitos, en lo sobrenatural, en las leyendas artúricas, en la piedad y en la venganza de Dios, en la brujería y hechicería frente al cristianismo que regulaba toda la vida de los súbditos y señores. En el asombro y el miedo por puro desconocimiento. Los monstruos y males acechan al hombre, pobre, frágil, miserable, aplastado por los tributos y sus obligaciones, por la peste negra, por las guerras, por el caprichoso deseo de sus señores y monarcas, el yugo y el miedo a la muerte. Y sin embargo, esos hombres sobrevivieron. Creyeron en los trovadores y en la búsqueda del Grial. Y de la Edad Media, poco a poco, se abrió paso una nueva era.
En estos tiempos tan confusos y tan descreídos a pesar de tanta Nueva Era Digital, quizás la fe de esta gente antigua en sí mismos para sobrevivir es lo que nos atrae tanto. Tenemos suerte. Vivimos en España, tierra de castillos, torres, puentes, monasterios y catedrales. Cada uno de ellos, nos susurra la dura vida de una era pasada, pero no olvidada.

Pues sí, Hemingway fue rechazado veintisiete veces, veintisiete nada menos, veintisiete editoriales que lo descartaron mondo y lirondo. Que luego ganara el premio Nobel de literatura no es lo importante, sino que encajó veintisiete derrotas una tras otra y sin embargo volvía a levantarse. Todo un peso pesado de las letras.
Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas
martes, 12 de julio de 2016
sábado, 10 de enero de 2015
Yo tenía una librería
Imaginemos que deseas en Navidad regalar algunos libros y que los buscas en Sevilla, por algunas de las librerias con más solera, que tienen un amplio local y años de asiento en la ciudad. Imaginemos que además algunos de ellos se ambientan en Sevilla, así que uno piensa ingenuamente que los encontrará sin problemas. Pues no es así. Nada hay más irritante para un lector que en una librería (donde uno está dispuesto a comprar un DOCENA de libros) lo tomen por tonto.
En los 4 establecimientos que visité, de nombre reconocido, quise comprar 4 ejemplares de tres novelas históricas publicadas en los últimos 4 años. Tenían un ejemplar de uno de los tres títulos. De lo demás, la respuesta invariable fue: "TENEMOS, PERO HAY QUE PEDIRLOS"
Si lo tienes que pedir, es que no los tienes, señor librero.
Si tu librería no tiene fondo ni catálogo vivo porque temes tener libros que no vas a vender, tendrás un cliente no satisfecho, señor librero.
Si en estas librerías encontré los mismos 20 libros de Planeta y satélites, pero nada más antiguo de 4 años, tienes un problema, señor librero.
Porque si no tienes libros que el lector desea y tienes que hacer esperar al lector DIAS, entonces, señor librero, ¿para qué quieres tener una tienda física? Para eso, el lector tiene la posibilidad de comprarlo en una tienda digital en la Red, se ahorra el paseo, la decepción y la impresión de que ya no es lector sino un incauto, de que la suya no es una librería sino una mercadería, que igual podía vender peras en vez de libros.
Sobre todo, si después de una llamada urgente a Granada, LIBRERIA BABEL (una librería con fondo) confirmó que sí tenía todo lo que yo pedía y los envió por mensajero urgente de Granada a Sevilla, a tiempo de regalarlos, sin ninguna pega ni problemas ni excusas: llegaron a la mañana siguiente.
Por eso hay librería y librerías, y por eso me temo que para muchas de ellas su futuro está condenado, cuando no pueden ofrecer un servicio más satisfactorio que el que ofrece una librería digital sin tienda física. Como lector, no me dan pena que esas librerías cierren. En mi barrio han abierto 4 en los últimos 3 años, en un radio de 150 metros. Ponen "Librería" pero sospecho, al ver sus escaparates, que, si venden algo, no son libros: no tienen fondo, y son más un bazar desesperado que un templo de los libros.
Y yo como lector hecho en falta más sitios que sean templos de los libros, que los tengan abarrotados del suelo al techo, apilados formando corredores estrechos entre libros, MUCHOS libros. Y no 4 superventas, que no se venden.
En los 4 establecimientos que visité, de nombre reconocido, quise comprar 4 ejemplares de tres novelas históricas publicadas en los últimos 4 años. Tenían un ejemplar de uno de los tres títulos. De lo demás, la respuesta invariable fue: "TENEMOS, PERO HAY QUE PEDIRLOS"
Si lo tienes que pedir, es que no los tienes, señor librero.
Si tu librería no tiene fondo ni catálogo vivo porque temes tener libros que no vas a vender, tendrás un cliente no satisfecho, señor librero.
Si en estas librerías encontré los mismos 20 libros de Planeta y satélites, pero nada más antiguo de 4 años, tienes un problema, señor librero.
Porque si no tienes libros que el lector desea y tienes que hacer esperar al lector DIAS, entonces, señor librero, ¿para qué quieres tener una tienda física? Para eso, el lector tiene la posibilidad de comprarlo en una tienda digital en la Red, se ahorra el paseo, la decepción y la impresión de que ya no es lector sino un incauto, de que la suya no es una librería sino una mercadería, que igual podía vender peras en vez de libros.
Sobre todo, si después de una llamada urgente a Granada, LIBRERIA BABEL (una librería con fondo) confirmó que sí tenía todo lo que yo pedía y los envió por mensajero urgente de Granada a Sevilla, a tiempo de regalarlos, sin ninguna pega ni problemas ni excusas: llegaron a la mañana siguiente.
Por eso hay librería y librerías, y por eso me temo que para muchas de ellas su futuro está condenado, cuando no pueden ofrecer un servicio más satisfactorio que el que ofrece una librería digital sin tienda física. Como lector, no me dan pena que esas librerías cierren. En mi barrio han abierto 4 en los últimos 3 años, en un radio de 150 metros. Ponen "Librería" pero sospecho, al ver sus escaparates, que, si venden algo, no son libros: no tienen fondo, y son más un bazar desesperado que un templo de los libros.
Y yo como lector hecho en falta más sitios que sean templos de los libros, que los tengan abarrotados del suelo al techo, apilados formando corredores estrechos entre libros, MUCHOS libros. Y no 4 superventas, que no se venden.
Etiquetas:
blas malo,
libreria babel,
librerias,
reflexiones
domingo, 26 de mayo de 2013
Escribir una novela (XVIII): La importancia de la paciencia
Este fin de semana estoy organizando varios proyectos relacionados con los libros y el mundo de la novela, espero pronto deciros buenas noticias, y precisamente por eso, por ese boom de energía positiva que tengo ahora mismo (a ver lo que dura, que mañana es lunes y no son días fáciles) quiero hablaros de una cosa muy importante cuando uno desea escribir: la paciencia.
Hace unos días anunciaban por facebook en una importante editorial española que en la próxima Feria del Libro de Madrid contarían con la presencia de una autora internacional muy conocida y animaba a todos sus lectores a acudir tal día a su stand, "para estar cerca de ella y cumplir así tus sueños". Me llamó mucho la atención. Por un lado, sigue mostrándose esto de escribir como algo lleno de glamour, pomposidad, fama y vanidad. Se promueve así la escritura como un sueño que muchos tienen de lograr reconocimiento de los medios y del público, rodearse de lectores que se les acerquen con ojos brillantes de emoción en busca de su contacto, de sus palabras y de su autógrafo.
Por ejemplo. Para conseguir ese fin, como el mundo editorial tradicional tarda tanto en respoder, la autopublicación se presenta como un camino para lograrlo de forma rápido, ya, ahora, instantánea. Hazlo, ya no tienes que esperar más, ¡publica por ti mismo! Y acércate más a cumplir tu sueño de ser como ellos, un escritor que acude a ferias y firma sus libros. Cuando esto se muestra así, sin más, a mí me parece publicidad engañosa.
Será que con más experiencia en este blog y en el mundo de la escritura, tengo cada vez más recelo y cuidado de los cantos de sirena. Nos gusta escribir, eso está bien. Soñemos despiertos: a todos nos gustaría que, con nuestro primer o segundo manuscrito, alcanzáramos una cumbre literaria, codearnos con Homero, o con Cervantes, o con Shakespeare; saborear las mieles del éxito y del reconocimiento; fantasear con el Nobel. Esa frase "y cumplir así tus sueños" es engañosa, todo parece ídilico y sin esfuerzo. Pero soy realista, piso la realidad, mi realidad. No creo que un gran fin se logre a la primera y con poco esfuerzo, ya sea buscando la autopublicación o a través de las editoriales tradicionales. Y por eso mismo no creo que debamos tener prisa por escribir nuestra novela.
No digo que no se pueda escribir deprisa. Si tenemos bien organizado nuestro guión, si tenemos claro lo que queremos contar y cómo nuestros personajes van a cobrar vida, si sabemos dónde colocar los giros y el clímax, si conocemos la importancia del desenlace; si todo eso lo hemos pensado antes, podremos escribir muy, muy rápido. Pero será sólo será el primer borrador, y luego llegarán varias revisiones más, y después un tiempo necesario de reposo y olvido (semanas, meses, años), antes de volver a mirar con ojos diferentes todo lo escrito. Y quizás, hacer nuevos cambios y nuevas revisiones.
Pero, ¿y si no hemos pensado en todo eso antes?
Cada uno debe encontrar su ritmo, pero yo creo que hay que ser paciente antes de dar a conocer a nuestra criatura. Y en esta época de prisas y ansias, ser paciente y no sufrir el acoso de la premura, sino disfrutar de lo que se escribe, tardemos lo que tardemos en llenar la última página, es la forma de lograr un buen manuscrito. Que aunque sea un bonito aliciente, en esto de escribir no es importante el fin último, sino el largo camino que hay entre medias.
Esta semana respondí a una entrevista sobre "El señor de Castilla", y en la última pregunta me pedían una reflexión hacia los que aspiraban a ser escritores como yo (¡!). Esto les respondí:
"Lector que quieres escribir, yo te diría que lo más importante es que no te deslumbre un deseo de vanidad o fama. Sé humilde y sé sincero, ¿por qué quieres escribir? Escribir es una tarea solitaria, muchas veces ingrata y que en general no da de comer. Escribe si tienes personajes que gritan dentro de tu cabeza y porque necesitas plasmarlos en una hoja. Y recuerda una cosa: cuando escribas, lo más importante eres tú. Escribe lo que a ti te gusta, como a ti te gusta, sobre lo que a ti te gusta. Sin pasión tu escritura será pobre. Pon pasión en ello y disfruta, tú antes que nadie, de lo que estás escribiendo. Nada más importa."
Hace unos días anunciaban por facebook en una importante editorial española que en la próxima Feria del Libro de Madrid contarían con la presencia de una autora internacional muy conocida y animaba a todos sus lectores a acudir tal día a su stand, "para estar cerca de ella y cumplir así tus sueños". Me llamó mucho la atención. Por un lado, sigue mostrándose esto de escribir como algo lleno de glamour, pomposidad, fama y vanidad. Se promueve así la escritura como un sueño que muchos tienen de lograr reconocimiento de los medios y del público, rodearse de lectores que se les acerquen con ojos brillantes de emoción en busca de su contacto, de sus palabras y de su autógrafo.
Por ejemplo. Para conseguir ese fin, como el mundo editorial tradicional tarda tanto en respoder, la autopublicación se presenta como un camino para lograrlo de forma rápido, ya, ahora, instantánea. Hazlo, ya no tienes que esperar más, ¡publica por ti mismo! Y acércate más a cumplir tu sueño de ser como ellos, un escritor que acude a ferias y firma sus libros. Cuando esto se muestra así, sin más, a mí me parece publicidad engañosa.
Será que con más experiencia en este blog y en el mundo de la escritura, tengo cada vez más recelo y cuidado de los cantos de sirena. Nos gusta escribir, eso está bien. Soñemos despiertos: a todos nos gustaría que, con nuestro primer o segundo manuscrito, alcanzáramos una cumbre literaria, codearnos con Homero, o con Cervantes, o con Shakespeare; saborear las mieles del éxito y del reconocimiento; fantasear con el Nobel. Esa frase "y cumplir así tus sueños" es engañosa, todo parece ídilico y sin esfuerzo. Pero soy realista, piso la realidad, mi realidad. No creo que un gran fin se logre a la primera y con poco esfuerzo, ya sea buscando la autopublicación o a través de las editoriales tradicionales. Y por eso mismo no creo que debamos tener prisa por escribir nuestra novela.
No digo que no se pueda escribir deprisa. Si tenemos bien organizado nuestro guión, si tenemos claro lo que queremos contar y cómo nuestros personajes van a cobrar vida, si sabemos dónde colocar los giros y el clímax, si conocemos la importancia del desenlace; si todo eso lo hemos pensado antes, podremos escribir muy, muy rápido. Pero será sólo será el primer borrador, y luego llegarán varias revisiones más, y después un tiempo necesario de reposo y olvido (semanas, meses, años), antes de volver a mirar con ojos diferentes todo lo escrito. Y quizás, hacer nuevos cambios y nuevas revisiones.
Pero, ¿y si no hemos pensado en todo eso antes?
Cada uno debe encontrar su ritmo, pero yo creo que hay que ser paciente antes de dar a conocer a nuestra criatura. Y en esta época de prisas y ansias, ser paciente y no sufrir el acoso de la premura, sino disfrutar de lo que se escribe, tardemos lo que tardemos en llenar la última página, es la forma de lograr un buen manuscrito. Que aunque sea un bonito aliciente, en esto de escribir no es importante el fin último, sino el largo camino que hay entre medias.
Esta semana respondí a una entrevista sobre "El señor de Castilla", y en la última pregunta me pedían una reflexión hacia los que aspiraban a ser escritores como yo (¡!). Esto les respondí:
"Lector que quieres escribir, yo te diría que lo más importante es que no te deslumbre un deseo de vanidad o fama. Sé humilde y sé sincero, ¿por qué quieres escribir? Escribir es una tarea solitaria, muchas veces ingrata y que en general no da de comer. Escribe si tienes personajes que gritan dentro de tu cabeza y porque necesitas plasmarlos en una hoja. Y recuerda una cosa: cuando escribas, lo más importante eres tú. Escribe lo que a ti te gusta, como a ti te gusta, sobre lo que a ti te gusta. Sin pasión tu escritura será pobre. Pon pasión en ello y disfruta, tú antes que nadie, de lo que estás escribiendo. Nada más importa."
Etiquetas:
Castilla,
curso,
editorial,
el señor de castilla,
escribir,
novela,
reflexiones
domingo, 14 de abril de 2013
Escribir una novela (XVII): reflexiones y una biografía
Este fin de semana he leído cuatro artículos en diferentes blogs y medios digitales donde se comenta la difícil situación del mundo editorial y literario. Concuerdan en la misma conclusión: el escritor que vive de sus letras exclusivamente es una especie en extinción. Los superventas, que son los que mantienen a las editoriales permitiendo que éstas apuesten por nuevas promesas, cada vez venden menos; los autores de nuevo cuño languidecen en formato impreso. Se va a imponer lo que uno de los artículos llama escritores de clase baja: trabajadores de lunes a viernes, escritores de fin de semana, y se señala que si no hay escritores 100% dedicados a sus letras, menguará la calidad de lo escrito.
Esa afirmación me parece un menosprecio intolerable a la inmensa mayoría de gente que disfruta escribiendo cuando puede. Quien hace esa afirmación parece que viva en una burbuja. Yo soy un escritor de clase baja y no veo nada deshonroso en ello. ¿Se puede escribir una obra de calidad, estando ligado laboralmente a otra actividad? Rotundamente, sí. Estos años he conocido numerosos compañeros de afición que compaginan trabajo y afición. ¿Se es menos escritor de calidad, menos profesional de las letras, no estando dedicado a la escritura al 100%? Yo creo que se puede dar el 100% en todo aquello que uno se sienta realmente involucrado. ¿Que sólo se pueden escribir 15 páginas a la semana en vez de 30? Bienvenidas sean.
También conozco a autores que han apostado por ser sólo digitales, y no por ello dejan de ser grandes autores, refrendados por miles de lectores. Que el libro de uno no esté impreso no tiene por qué ser señal de menos calidad.
Yo personalmente, soy realista. Veo muy lejano eso de vivir de las letras (y actividades paralelas), y tener otra actividad, otro trabajo, a mí me proporcionaría la tranquilidad necesaria para concentrar mi mente en escribir, en las pocas horas que pueda dedicarle. Tener un Plan B, aparte de la literatura (y viceversa, tener un Plan B, aparte del trabajo). Es mejor no tener todos los huevos en la misma cesta, no sea que se rompa la cesta.
¿Y si se rompe la cesta? Creo que buscaría un nuevo trabajo, para tener ese Plan B, en vez de concentrar todo mi tiempo en escribir. La certidumbre de tener un ingreso fijo, aunque sea pequeño, es necesaria para disolver mis ansiedades y poder escribir con tranquilidad de espíritu.
Todo esto se relaciona con el tema de la entrada. Toda esta incertidumbre que vivimos en nuestros días es aplicable a nuestra novela. De hecho no vivimos encerrados en un cuarto sin ventanas con un flexo y un ordenador encendido (o sí), hay vida a nuestro alrededor, la gente de nuestro entorno interactúa, sufrimos y maldecimos, aspiramos a cambios en nuestras vidas; a veces se producen cambios que nos imponen y otros los decidimos nosotros. Todo ello genera emociones que debemos usar, consciente o inconscientemente, en nuestros personajes.
Y eso es bueno. Experimentar, sufrir, probar nuevas cosas, sufrir y gozar, llorar y reír, apretar los puños por impotencia, gritar; reirnos del destino. Decidir. Caer. Levantarse. Nada hay más a mano que nuestras propias experiencias para modelar nuestros personajes, nuestras escenas, nuestros capítulos. Yo creo que todos los que escribimos reflejamos parte de nuestra biografía en nuestros escritos, eso nos ata más a los personajes. Yo así lo hago; y al dar fin a una novela uno queda exhausto emocionalmente.
Es al dejarla reposar y volver a leerla, cuando el corazón me dice que me he entregado lo mejor que he podido, como he podido, a su creación. Que emociona; y que es digna de ser dada a conocer.
Esa afirmación me parece un menosprecio intolerable a la inmensa mayoría de gente que disfruta escribiendo cuando puede. Quien hace esa afirmación parece que viva en una burbuja. Yo soy un escritor de clase baja y no veo nada deshonroso en ello. ¿Se puede escribir una obra de calidad, estando ligado laboralmente a otra actividad? Rotundamente, sí. Estos años he conocido numerosos compañeros de afición que compaginan trabajo y afición. ¿Se es menos escritor de calidad, menos profesional de las letras, no estando dedicado a la escritura al 100%? Yo creo que se puede dar el 100% en todo aquello que uno se sienta realmente involucrado. ¿Que sólo se pueden escribir 15 páginas a la semana en vez de 30? Bienvenidas sean.
También conozco a autores que han apostado por ser sólo digitales, y no por ello dejan de ser grandes autores, refrendados por miles de lectores. Que el libro de uno no esté impreso no tiene por qué ser señal de menos calidad.
Yo personalmente, soy realista. Veo muy lejano eso de vivir de las letras (y actividades paralelas), y tener otra actividad, otro trabajo, a mí me proporcionaría la tranquilidad necesaria para concentrar mi mente en escribir, en las pocas horas que pueda dedicarle. Tener un Plan B, aparte de la literatura (y viceversa, tener un Plan B, aparte del trabajo). Es mejor no tener todos los huevos en la misma cesta, no sea que se rompa la cesta.
¿Y si se rompe la cesta? Creo que buscaría un nuevo trabajo, para tener ese Plan B, en vez de concentrar todo mi tiempo en escribir. La certidumbre de tener un ingreso fijo, aunque sea pequeño, es necesaria para disolver mis ansiedades y poder escribir con tranquilidad de espíritu.
Todo esto se relaciona con el tema de la entrada. Toda esta incertidumbre que vivimos en nuestros días es aplicable a nuestra novela. De hecho no vivimos encerrados en un cuarto sin ventanas con un flexo y un ordenador encendido (o sí), hay vida a nuestro alrededor, la gente de nuestro entorno interactúa, sufrimos y maldecimos, aspiramos a cambios en nuestras vidas; a veces se producen cambios que nos imponen y otros los decidimos nosotros. Todo ello genera emociones que debemos usar, consciente o inconscientemente, en nuestros personajes.
Y eso es bueno. Experimentar, sufrir, probar nuevas cosas, sufrir y gozar, llorar y reír, apretar los puños por impotencia, gritar; reirnos del destino. Decidir. Caer. Levantarse. Nada hay más a mano que nuestras propias experiencias para modelar nuestros personajes, nuestras escenas, nuestros capítulos. Yo creo que todos los que escribimos reflejamos parte de nuestra biografía en nuestros escritos, eso nos ata más a los personajes. Yo así lo hago; y al dar fin a una novela uno queda exhausto emocionalmente.
Es al dejarla reposar y volver a leerla, cuando el corazón me dice que me he entregado lo mejor que he podido, como he podido, a su creación. Que emociona; y que es digna de ser dada a conocer.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)