Hola, lectores. Sí, habéis comprobado que de un tiempo a esta parte estoy espaciando mis entradas en el blog. He pasado unos días de vacaciones que me han dado para mucho, y sobre todo para reflexionar sobre el presente y sobre mi futuro, en todos los aspectos de mi vida. He estado quince días sin contacto con redes sociales, sin leer y sin escribir. Y ganas sí había: tengo 10 libros pendientes de lectura, que deseo devorar y sin embargo, no he leído nada.
Quizás sea el verano, que ya ha llegado. Durante estos quince días ni siquiera he escuchado noticias de nuestro país, porque no he permanecido aquí. Nada de nada. Y no he echado nada en falta, sinceramente. He ganado un poco de tranquilidad, lo que dure.
La luz que nos llega nos invita a vivir más, y a encerrarnos menos. Fuera el mundo es enorme. Donde he estado, ¡qué alegría, qué actividad! Gente y turistas por todas partes. Bullicio, negocios en marcha, vitalidad, sensaciones positivas y eso que ha llovido todos los días. Y este año he estado demasiado encerrado en mí mismo. Escribir te da una vida, escribir te quita una vida.
Así que, los que podáis, leed, sí, pero se pueden hacer también más cosas. Hacedlas; vuestro libro seguirá esperándoos. Conoced gente nueva, disfrutad de nuevos lugares. Las tardes se alargan. El verano invita a ello. Y con todo lo que viva este verano estoy seguro que cuando mis ganas de escribir aparezcan de nuevo con intensidad, notaré un algo diferente en mi escritura.
Y espero que vosotros también. ¡Buen verano!
Pues sí, Hemingway fue rechazado veintisiete veces, veintisiete nada menos, veintisiete editoriales que lo descartaron mondo y lirondo. Que luego ganara el premio Nobel de literatura no es lo importante, sino que encajó veintisiete derrotas una tras otra y sin embargo volvía a levantarse. Todo un peso pesado de las letras.
domingo, 30 de junio de 2013
domingo, 9 de junio de 2013
Escribir una novela (XIX): Andrés Pérez Domínguez
El mundo está ahí afuera. No hay nada como una buena dosis de realidad para comprender cuánto me queda por aprender y por descubrir. En las ferias de libros me siento abrumado cuando veo las casetas llenas de libros, quizás con más libros de los que nunca leeré en mi vida y pienso: "Y todo esto son sólo las novedades de este año."
Como lector intento no agobiarme, pero sólo consigo incubar un sentimiento de tristeza por todo lo que nunca leeré.
Todavía me esperan muchos de los clásicos y de los recomendables, y otro tanto si me refiero a libros sobre teoría literaria. Leer es hacer como San Agustín: querer volcar en un diminuto agujero en la playa todo un oceáno. Una empresa imposible de llevar a un término final. Pienso a veces si escribir sin haber leído todo los recomendable de lo que me ha precedido es sólo un deseo movido por la soberbia de emular a los que sí he leido.
Conocer a autores que han conseguido hacer de la escritura una profesión y un modo de vida es estimulante. Ellos nos pueden hablar sobre qué significa para ellos escribir, y por eso hoy traigo, no mis reflexiones, sino a un autor para que nos hable de sí mismo y su escritura. Hoy hablamos con Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969), escritor conocido principalmente por sus novelas entre las que destacan varios thrillers. Es también autor de narrativa breve y colabora en prensa escrita y radio. Ha ganado numerosos galardones tanto por su obra de ficción como periodística.
Como lector intento no agobiarme, pero sólo consigo incubar un sentimiento de tristeza por todo lo que nunca leeré.
Todavía me esperan muchos de los clásicos y de los recomendables, y otro tanto si me refiero a libros sobre teoría literaria. Leer es hacer como San Agustín: querer volcar en un diminuto agujero en la playa todo un oceáno. Una empresa imposible de llevar a un término final. Pienso a veces si escribir sin haber leído todo los recomendable de lo que me ha precedido es sólo un deseo movido por la soberbia de emular a los que sí he leido.
Conocer a autores que han conseguido hacer de la escritura una profesión y un modo de vida es estimulante. Ellos nos pueden hablar sobre qué significa para ellos escribir, y por eso hoy traigo, no mis reflexiones, sino a un autor para que nos hable de sí mismo y su escritura. Hoy hablamos con Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969), escritor conocido principalmente por sus novelas entre las que destacan varios thrillers. Es también autor de narrativa breve y colabora en prensa escrita y radio. Ha ganado numerosos galardones tanto por su obra de ficción como periodística.
1.- Con diversas novelas, relatos y cuentos en tu haber,
varios de tus libros se ambientan en la Segunda Guerra Mundial (“El violinista
de Mauthausen”, “La clave Pinner”, “El factor Einstein”, “El silencio de tu
nombre”), ¿de dónde surgió ese interés por esa época? ¿Tienes algún autor cuya
lectura te haya empujado a adentrarte en esos años convulsos?
—He de puntualizar que no se trata de la Segunda Guerra
Mundial exactamente, sino de un periodo que abarca desde los años 30 a los 50
del siglo XX, y que, efectivamente, no se trata de todos mis libros. Es un
momento histórico que me gusta, en el que me siento cómodo, y sobre todo me
resulta útil para explorar cuestiones como la amistad, traición, culpa,
aventura, tensión narrativa, etc. La guerra en sí misma no me interesa. Sin
embargo, el mundo del espionaje durante esos años sí me resulta particularmente
atractivo. Hay dos autores que empecé a leer de muy jovencito, Graham Greene y
Le Carré, que de alguna manera han influido en mi narrativa, espero…
2.- Se suele comentar que no hay escritor que no escriba,
más tarde o más temprano, sobre otros escritores o sobre la literatura, en tu
caso “El síndrome de Mowgli”, donde homenajeas a Kipling, con un protagonista
que lucha por encontrarse en un mundo del que siente ajeno. ¿Es quizás una
novela más personal?
—De alguna manera, sí, igual que algunos cuentos o novelas
breves mías menos conocidas. Pero también son personales obras como El factor Einstein o La clave Pinner, por citar dos ejemplos,
pues en todos mis libros hay mucho de mí mismo, algo que, a partir de ciertos
detalles, sólo puede ver la gente que me conoce bien.
3.-“La clave Pinner” fue la novela que te dio a conocer al
gran público. A muchos nos gusta escribir, pero no es una afición tan fácil y
glamurosa como parece a simple vista y sí con mucho trabajo previo, que en
general el público no ve ni conoce. ¿Puedes hablarnos del origen de tu interés
por la escritura y de tus esfuerzos, hasta llegar publicar tu primer libro?
¿Sufriste mucho?
—En primer lugar, no debería ser una afición. Escribir es
mucho más serio que eso. Yo al menos le tengo mucho respeto a esta profesión.
Efectivamente, el trabajo diario de un escritor no tiene nada de glamuroso,
pero la mayoría de la gente sólo ve el resultado final, las entrevistas, las
firmas, el éxito, tan esquivo y azaroso siempre. Por eso me hace gracia que
muchos quieran ser escritores pensando en el resultado, en la fama (si es que
un escritor se puede considerar famoso, que esto daría para un debate), cuando
eso es una consecuencia de un trabajo, y casi nunca sucede. Yo sobre todo soy
un lector, y creo que un escritor es un lector pasado de rosca, con ganas de
contar las cosas a su manera. A mí es la ilusión de contar historias y que los
lectores las disfrutasen fue lo que me impulsó a ser escritor, lo que aún me
motiva cuando me siento a escribir. Quizá eso sea lo principal, y acaso lo
único, para escribir. Yo tuve la fortuna de ganar muchos certámenes literarios,
y gracias a eso mantenerme de la literatura durante algunos años, pero hace ya
mucho de eso. No fue fácil, trabajaba cada día esforzándome por hacerlo mejor,
igual que ahora vaya. Publiqué media docena de libros en instituciones que
habían convocado los premios que tuvieron la suerte de ganar, y La clave Pinner, la novela que me dio a
conocer al gran público en 2004, antes estuvo tres años dando tumbos, siendo
finalista de premios importantes. Luego se publicó, tuvo muchos lectores, y
hoy, nueve años después, sigue viva, pero nunca ha sido fácil, ni entonces ni
ahora. Y lo único que vale es seguir trabajando si crees en lo que haces. Y
tratar de ser objetivo con tu propia obra. Que tus libros te interesen a ti, a
tus amigos o a tu familia no tiene por qué significar que vayan a interesar a
los lectores. Pero creo que ahora es un poco más fácil publicar que cuando yo
empecé: hay más editoriales pequeñas y dinámicas con presencia en las
librerías. Eso antes no era tan habitual. Pero quizá, como decía hace poco
Lorenzo Silva en una entrevista, hay demasiado amateurismo.
4.- El escritor Teo Palacios ha iniciado un programa de
radio sobre literatura, y uno de sus secciones se llama “Los escritores también
comen”, con cuyo título se reivindica que toda actividad creativa debería
llegar a ser una forma de vida. Así que si puedes, dinos, ¿qué veríamos si
abriéramos tu nevera? ¿Qué nos llamaría la atención?
—Bueno, procuro comer sano… Me cuido y hago mucho deporte.
Nunca falta leche, que es mi bebida favorita. Fue un préstamo que hice a Rafael
Montalbán, el protagonista de El síndrome
de Mowgli… con lo que, bien mirado, sí, ésta es mi novela más personal…
5.- Esta entrevista la incluyo en una sección de mi blog que
se llama “Escribir una novela”. ¿Puedes contar a los visitantes de mi blog,
brevemente, cómo te organizas para escribir? ¿Qué rutina diaria sigues? ¿Y
tienes un procedimiento?
—Soy muy disciplinado. Procuro hacerlo por las mañanas,
tener unas cuantas horas en las que pueda dar lo mejor, concentrado al máximo.
Pero no soy maniático, y si tengo que adaptarme a otro horario, lo hago. He
escrito mucho en trenes, aeropuertos, hoteles y estaciones. No tengo por qué
hacerlo siempre en mi despacho. Sí me gusta escribir a mano el primer borrador.
Me gusta el contacto de la pluma con el papel. Luego lo voy pasando a
ordenador, diariamente, si puedo.
6.- ¿Se puede vivir de la escritura? Porque hablar con
alguien que lo hace me parece extraordinario, se oye cada vez más que esta
forma de vida está en extinción.
—Yo hasta ahora lo he conseguido, y que me quiten lo bailado…
Pero el futuro del oficio no está claro: la crisis, la piratería, el cambio de
modelo a lo digital, si llega a suceder (yo sigo prefiriendo el papel). Pero
no se trata de quejarse. Todos los sectores lo están pasando mal ahora. Yo
escribía cuando no me leía nadie, y supongo que seguiré haciéndolo si no hay un
editor que apueste por mi obra. Lo haré porque me gusta, porque me ayuda para
muchas otras cuestiones que ahora no vienen al caso. Y si no puedo comer de la
escritura, pues qué le vamos a hacer, me buscaré la vida de otra forma. Espero
que no, pero no pasa nada por eso. He hecho otras muchas cosas antes de
dedicarme a escribir.
7.- Yo tengo la convicción que existen alimentos que
estimulan el cerebro y la escritura, y supongo que cada autor tiene sus gustos
propios. ¿Con qué alimentas, literalmente, tu creatividad?
—Yo creo que basta tener los ojos bien abiertos y comprender
que cualquier material puede ser literaturizable. Todo lo que hay en el mundo
(lo que vivimos, lo que vemos, los que nos cuentan, lo que leemos o lo que
soñamos) nos puede servir.
8.- Sé que prefieres no dar consejos, pero te invito a que comentes
a mis visitantes qué es lo más importante para ti a lo hora de decidirte a
comenzar un nuevo proyecto literario, una regla o axioma que tú sigas a
rajatabla.
—No me gusta dar consejos, es verdad, pero bueno, te diré
que basta que me interese a mí como lector. Como yo como lector soy muy
exigente, supongo que con eso ya es importante. Pero nunca se sabe lo que puede
pasar, y es parte de la magia de este oficio.
9.- Por último, háblanos sobre cuál de tus novelas supuso
una mayor implicación emocional y qué podemos encontrar en tu última novela “El
silencio de tu nombre”
—Te puedo decir en cada novela me implico por igual, al
menos durante las horas que estoy escribiendo, y no hay una en la que me haya
implicado más que otra porque me esfuerzo en meterme en la piel de cada uno de
mis personajes, y eso me enriquece mucho, como si viviera muchas vidas a la
vez. Lo que sucede, extrañamente, cuando vas teniendo experiencia en este
oficio, es un raro desapego, un distanciamiento emocional útil que te hace ser
mucho más objetivo con tu propia obra. El
silencio de tu nombre, mi novela más reciente, es una historia de amor
básicamente, desde el propio título, que viene a significar que a todos nos
llega en la vida un momento en que nos quedamos solos y en silencio y nos
descubrimos pronunciando el nombre de la persona que amamos, y entonces sabemos
que estamos perdidos. Claro, esta metáfora, que puede estar muy bien, no puede
ser una novela por sí sola, sino que tengo que contar una historia en la que el
lector disfrute y saque sus propias conclusiones. Yo elegí a Erika Walter, la
viuda de un agente secreto alemán, que en enero de 1950 deja su casa en
Salzburgo para presentarse en Madrid con unos documentos que implican a altos
cargos nazis exiliados en España. Su amante, Martín Navarro, héroe de guerra
exiliado y miembro del PCE, dejará su apartamento de París para buscar a Erika
en España y averiguar qué está pasando. Lo hace porque a él le he llegado el
momento de El silencio de tu nombre,
porque varias veces cada día se descubre pronunciando el nombre de Erika y no
puede sino ir a buscarla.
10.-Gracias por todas tus respuestas y tu tiempo.
—Ha sido un placer.
Andrés
Pérez
Domínguez
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