domingo, 28 de julio de 2013

Cuando uno va al cine y piensa en libros

Acudir a actividades culturales que buscan contar una historia a un público es algo que me encanta y que hago cada vez que puedo. Primero porque me ofrece nuevas perspectivas como público y asistente sobre cómo un autor, un creador intenta sorprender y conmover a su público, y segundo, porque es parte de mi aprendizaje continuo. Me permite comparar mi forma de contar historias con las de otros autores/creadores, preguntarme a mí mismo qué me gusta de lo que estoy percibiendo y qué no, y por qué. Y eso es muy importante si uno quiere mejorarse a sí mismo.

Estas actividades culurales pueden ser exposiciones (pintura, escultura, fotografía), visitas a monumentos, acudir al teatro y al cine. Toda actividad cultural de cara a un público tiene dos partes diferenciadas: un continente y un contenido, y ambos deben estar en sintonía, ambos deben complementarse, entrar en resonancia, 1+1 debe ser mayor que 2, y deben afectar al que los observa, de forma que cuando la actividad cultural termine, el espectador/público/asistente debe sentirse diferente a cuando entró. Debe haberse emocionado, debe quedar en su memoria, sumergirle en la reflexión y en la emoción, y ascender a la superficie cambiado.



Decía Heráclito: "No es posible bañarse dos veces en el mismo río". El río, que representa el mundo, es algo que muta y cambia constantemente, pero no se refería a eso, sino a nosotros mismos. Aunque el río fuera el mismo, nosotros no; nuestras experiencias de hoy nos harán diferentes mañana. Una actividad cultural debe lograr hacernos diferentes a su conclusión, llegarnos al alma, provocar una katarsis, un cambio vital. La cultura debe enriquecernos y hacernos diferentes y mejores.

Todo esto viene porque el otro día fui al cine (una buena forma de asisitir a un historia con presentación, nudo y desenlace en 2 horas) y lo que vi, inevitablemente, lo comparé con lo que un libro, en mi opinión debiera ofrecer.

-Una historia: lo que se cuenta puede novedoso y original (algo que nadie haya contado antes) o aunque sea algo conocido, contarse de una forma diferente (por el ritmo o por la forma de hacerlo). La película: tenía como objetivo contar de forma diferente una historia conocida.
-El continente: debe impresionar a su público antes de presentar el contenido. En un libro, la portada y la sinopsis son cruciales en un 80% para atraer atención de los lectores, el otro 20% lo hace el boca-a-oreja. En la película, el continente es una sala amplia, buena imagen y buen sonido. El trailer equivale a la sinopsis.
-La coherencia y el ritmo: si se pretende contar una historia conocida de otra forma, se corre un peligro, y es suponer que TODO el mundo conoce esa historia y que pueden obviarse presentaciones de personajes y de sus conflictos, para desarrollar esos aspectos. Eso supone que, si alguien no conociera esa historia, encontraría lagunas, y estaría continuamente preguntándose por qué aquello, lo otro... la estructura se desmorona. Todo lector debe ser capaz de encontrar en el libro todo lo que necesita para entender la historia. En una película, igual. En la película que vi, éste era un error grave.
-Los personajes: son el 99% de la historia, porque son los que deben sufrir el conflicto y transmitirlo al público. Deben estar desarrollados y ser coherentes consigo mismos. Deben tener personalidad propia. Los diálogos deben mostrarnos cómo son, qué les sucede, sus motivos, sus razones ocultas, y deben interaccionar con los otros personajes de forma ágil y lógica. En la película que vi, los personajes estaba anulados; primaban los efectos especiales. Espectaculares, eso sí; pero sin alma.

Salir del cine con la sensación de que has perdido dos horas es también una katarsis: la próxima vez que tenga dudas sobre una película, seguiré mi instinto. No la veré.

¡Con los libros pasa igual! Un lector insatisfecho con un autor, quizás no vuelva a dar otra oportunidad de lectura a ese autor. Un libro que sea insípido, que no deja huella (ALGUNA huella), es un libro que no ha cumplido su función.


sábado, 20 de julio de 2013

Nueva etapa en Jornadas de Novela Histórica de Granada

Parece que la terapia funciona. He disminuido mi presencia en la red; presto menos atención a las noticias y he vuelto a escribir. A mano, rasgando el papel rugoso línea a línea. Las frases tienen danza en cada palabra, consigo escribir al hilo de cómo imagino y pienso, muy rápido, y bastantes veces me cuesta descifrar mi propia letra, pero me reencuentro con viejas sensaciones, que no sé cómo dejé que se marcharán.

Bueno, sí lo sé. Querer ganar tiempo al tiempo es un sinsentido. El día tiene sólo 24 horas, y querer que tenga 26 para escribir 2 más es de necios, más que nada porque el cansancio pasa factura, la inspiración desaparece y lo que aparece es la Hoja-En-Blanco, la pesadilla de un creador. Y sin inspiración, por mucho que tengas claro qué quieres contar, corres el riesgo de contar algo sin alma. Bien escrito, quizás, pero sin alma. Y eso se nota.

La inspiración ha vuelto, para muestra dos frases mías (muy zen) que han surgido mágicamente respondiendo a dos lectores:

"La tortuga nunca se agobia: va a su ritmo."

"La vida se nos va en los detalles: a veces vemos una hormiga pero no vemos un elefante."

Y que tiene bastante que ver con el frenesí publicitario que sacude las redes y otros agobios personales. Existe una palabra mágica para ello: decir "No" y centrarse en lo que uno disfruta, e incluso el goce puede mutar a esclavitud si uno no es capaz de decir "No". Me han propuesto varios proyectos literarios que parecen interesantes, pero en el espíritu de esta entrada está mi respuesta: me llena más, mucho más, continuar con lo que estoy escribiendo. Y cuando termine, ya veremos.

La mejor receta para escribir es.... no lo sé, yo necesito sosiego mental, para involucrame emocionalmente es lo que quiero escribir, y partir de ahi, la Inspiración se te acerca, te sonríe y te susurra al oído (o te grita, oblilgándote a escribir como esclavo sumiso y voluntario hasta la una y media de la madrugada, que es lo que me ha ocurrido toda la última semana)

Lo que sí me ha dado satisfacción es que Carolina Molina y yo hemos iniciado una nueva etapa en el Blog de las Jornadas de Novela Histórica de Granada. Cada semana tendremos el honor de publicar entrevistas a escritores de novela histórica, que nos deleitarán con sus entresijos y sus puntos de vista sobre la escritura, sus inicios, si ebook o libro impreso, el futuro del mundo editorial....



Os dejo el enlace del blog:

http://jornadasdenovelahistoricaengranada.blogspot.com.es/

¡No os lo perdáis!



domingo, 30 de junio de 2013

Cuando llega el verano

Hola, lectores. Sí, habéis comprobado que de un tiempo a esta parte estoy espaciando mis entradas en el blog. He pasado unos días de vacaciones que me han dado para mucho, y sobre todo para reflexionar sobre el presente y sobre mi futuro, en todos los aspectos de mi vida. He estado quince días sin contacto con redes sociales, sin leer y sin escribir. Y ganas sí había: tengo 10 libros pendientes de lectura, que deseo devorar y sin embargo, no he leído nada.

Quizás sea el verano, que ya ha llegado. Durante estos quince días ni siquiera he escuchado noticias de nuestro país, porque no he permanecido aquí. Nada de nada. Y no he echado nada en falta, sinceramente. He ganado un poco de tranquilidad, lo que dure.



La luz que nos llega nos invita a vivir más, y a encerrarnos menos. Fuera el mundo es enorme. Donde he estado, ¡qué alegría, qué actividad! Gente y turistas por todas partes. Bullicio, negocios en marcha, vitalidad, sensaciones positivas y eso que ha llovido todos los días. Y este año he estado demasiado encerrado en mí mismo. Escribir te da una vida, escribir te quita una vida.

Así que, los que podáis, leed, sí, pero se pueden hacer también más cosas. Hacedlas; vuestro libro seguirá esperándoos. Conoced gente nueva, disfrutad de nuevos lugares. Las tardes se alargan. El verano invita a ello. Y con todo lo que viva este verano estoy seguro que cuando mis ganas de escribir aparezcan de nuevo con intensidad, notaré un algo diferente en mi escritura.

Y espero que vosotros también. ¡Buen verano!

domingo, 9 de junio de 2013

Escribir una novela (XIX): Andrés Pérez Domínguez

El mundo está ahí afuera. No hay nada como una buena dosis de realidad para comprender cuánto me queda por aprender y por descubrir. En las ferias de libros me siento abrumado cuando veo las casetas llenas de libros, quizás con más libros de los que nunca leeré en mi vida y pienso: "Y todo esto son sólo las novedades de este año."

Como lector intento no agobiarme, pero sólo consigo incubar un sentimiento de tristeza por todo lo que nunca leeré.

Todavía me esperan muchos de los clásicos y de los recomendables, y otro tanto si me refiero a libros sobre teoría literaria. Leer es hacer como San Agustín: querer volcar en un diminuto agujero en la playa todo un oceáno. Una empresa imposible de llevar a un término final. Pienso a veces si escribir sin haber leído todo los recomendable de lo que me ha precedido es sólo un deseo movido por la soberbia de emular a los que sí he leido.

Conocer a autores que han conseguido hacer de la escritura una profesión y un modo de vida es estimulante. Ellos nos pueden hablar sobre qué significa para ellos escribir, y por eso hoy traigo, no mis reflexiones, sino a un autor para que nos hable de sí mismo y su escritura. Hoy hablamos con Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969), escritor conocido principalmente por sus novelas entre las que destacan varios thrillers. Es también autor de narrativa breve y colabora en prensa escrita y radio. Ha ganado numerosos galardones tanto por su obra de ficción como periodística.





1.- Con diversas novelas, relatos y cuentos en tu haber, varios de tus libros se ambientan en la Segunda Guerra Mundial (“El violinista de Mauthausen”, “La clave Pinner”, “El factor Einstein”, “El silencio de tu nombre”), ¿de dónde surgió ese interés por esa época? ¿Tienes algún autor cuya lectura te haya empujado a adentrarte en esos años convulsos?

—He de puntualizar que no se trata de la Segunda Guerra Mundial exactamente, sino de un periodo que abarca desde los años 30 a los 50 del siglo XX, y que, efectivamente, no se trata de todos mis libros. Es un momento histórico que me gusta, en el que me siento cómodo, y sobre todo me resulta útil para explorar cuestiones como la amistad, traición, culpa, aventura, tensión narrativa, etc. La guerra en sí misma no me interesa. Sin embargo, el mundo del espionaje durante esos años sí me resulta particularmente atractivo. Hay dos autores que empecé a leer de muy jovencito, Graham Greene y Le Carré, que de alguna manera han influido en mi narrativa, espero…

2.- Se suele comentar que no hay escritor que no escriba, más tarde o más temprano, sobre otros escritores o sobre la literatura, en tu caso “El síndrome de Mowgli”, donde homenajeas a Kipling, con un protagonista que lucha por encontrarse en un mundo del que siente ajeno. ¿Es quizás una novela más personal?

—De alguna manera, sí, igual que algunos cuentos o novelas breves mías menos conocidas. Pero también son personales obras como El factor Einstein o La clave Pinner, por citar dos ejemplos, pues en todos mis libros hay mucho de mí mismo, algo que, a partir de ciertos detalles, sólo puede ver la gente que me conoce bien.

3.-“La clave Pinner” fue la novela que te dio a conocer al gran público. A muchos nos gusta escribir, pero no es una afición tan fácil y glamurosa como parece a simple vista y sí con mucho trabajo previo, que en general el público no ve ni conoce. ¿Puedes hablarnos del origen de tu interés por la escritura y de tus esfuerzos, hasta llegar publicar tu primer libro? ¿Sufriste mucho?

—En primer lugar, no debería ser una afición. Escribir es mucho más serio que eso. Yo al menos le tengo mucho respeto a esta profesión. Efectivamente, el trabajo diario de un escritor no tiene nada de glamuroso, pero la mayoría de la gente sólo ve el resultado final, las entrevistas, las firmas, el éxito, tan esquivo y azaroso siempre. Por eso me hace gracia que muchos quieran ser escritores pensando en el resultado, en la fama (si es que un escritor se puede considerar famoso, que esto daría para un debate), cuando eso es una consecuencia de un trabajo, y casi nunca sucede. Yo sobre todo soy un lector, y creo que un escritor es un lector pasado de rosca, con ganas de contar las cosas a su manera. A mí es la ilusión de contar historias y que los lectores las disfrutasen fue lo que me impulsó a ser escritor, lo que aún me motiva cuando me siento a escribir. Quizá eso sea lo principal, y acaso lo único, para escribir. Yo tuve la fortuna de ganar muchos certámenes literarios, y gracias a eso mantenerme de la literatura durante algunos años, pero hace ya mucho de eso. No fue fácil, trabajaba cada día esforzándome por hacerlo mejor, igual que ahora vaya. Publiqué media docena de libros en instituciones que habían convocado los premios que tuvieron la suerte de ganar, y La clave Pinner, la novela que me dio a conocer al gran público en 2004, antes estuvo tres años dando tumbos, siendo finalista de premios importantes. Luego se publicó, tuvo muchos lectores, y hoy, nueve años después, sigue viva, pero nunca ha sido fácil, ni entonces ni ahora. Y lo único que vale es seguir trabajando si crees en lo que haces. Y tratar de ser objetivo con tu propia obra. Que tus libros te interesen a ti, a tus amigos o a tu familia no tiene por qué significar que vayan a interesar a los lectores. Pero creo que ahora es un poco más fácil publicar que cuando yo empecé: hay más editoriales pequeñas y dinámicas con presencia en las librerías. Eso antes no era tan habitual. Pero quizá, como decía hace poco Lorenzo Silva en una entrevista, hay demasiado amateurismo.

4.- El escritor Teo Palacios ha iniciado un programa de radio sobre literatura, y uno de sus secciones se llama “Los escritores también comen”, con cuyo título se reivindica que toda actividad creativa debería llegar a ser una forma de vida. Así que si puedes, dinos, ¿qué veríamos si abriéramos tu nevera? ¿Qué nos llamaría la atención?

—Bueno, procuro comer sano… Me cuido y hago mucho deporte. Nunca falta leche, que es mi bebida favorita. Fue un préstamo que hice a Rafael Montalbán, el protagonista de El síndrome de Mowgli… con lo que, bien mirado, sí, ésta es mi novela más personal…

5.- Esta entrevista la incluyo en una sección de mi blog que se llama “Escribir una novela”. ¿Puedes contar a los visitantes de mi blog, brevemente, cómo te organizas para escribir? ¿Qué rutina diaria sigues? ¿Y tienes un procedimiento?

—Soy muy disciplinado. Procuro hacerlo por las mañanas, tener unas cuantas horas en las que pueda dar lo mejor, concentrado al máximo. Pero no soy maniático, y si tengo que adaptarme a otro horario, lo hago. He escrito mucho en trenes, aeropuertos, hoteles y estaciones. No tengo por qué hacerlo siempre en mi despacho. Sí me gusta escribir a mano el primer borrador. Me gusta el contacto de la pluma con el papel. Luego lo voy pasando a ordenador, diariamente, si puedo.

6.- ¿Se puede vivir de la escritura? Porque hablar con alguien que lo hace me parece extraordinario, se oye cada vez más que esta forma de vida está en extinción.

—Yo hasta ahora lo he conseguido, y que me quiten lo bailado… Pero el futuro del oficio no está claro: la crisis, la piratería, el cambio de modelo a lo digital, si llega a suceder (yo sigo prefiriendo el papel). Pero no se trata de quejarse. Todos los sectores lo están pasando mal ahora. Yo escribía cuando no me leía nadie, y supongo que seguiré haciéndolo si no hay un editor que apueste por mi obra. Lo haré porque me gusta, porque me ayuda para muchas otras cuestiones que ahora no vienen al caso. Y si no puedo comer de la escritura, pues qué le vamos a hacer, me buscaré la vida de otra forma. Espero que no, pero no pasa nada por eso. He hecho otras muchas cosas antes de dedicarme a escribir.


7.- Yo tengo la convicción que existen alimentos que estimulan el cerebro y la escritura, y supongo que cada autor tiene sus gustos propios. ¿Con qué alimentas, literalmente, tu creatividad?


—Yo creo que basta tener los ojos bien abiertos y comprender que cualquier material puede ser literaturizable. Todo lo que hay en el mundo (lo que vivimos, lo que vemos, los que nos cuentan, lo que leemos o lo que soñamos) nos puede servir.

8.- Sé que prefieres no dar consejos, pero te invito a que comentes a mis visitantes qué es lo más importante para ti a lo hora de decidirte a comenzar un nuevo proyecto literario, una regla o axioma que tú sigas a rajatabla.

—No me gusta dar consejos, es verdad, pero bueno, te diré que basta que me interese a mí como lector. Como yo como lector soy muy exigente, supongo que con eso ya es importante. Pero nunca se sabe lo que puede pasar, y es parte de la magia de este oficio.


9.- Por último, háblanos sobre cuál de tus novelas supuso una mayor implicación emocional y qué podemos encontrar en tu última novela “El silencio de tu nombre”

—Te puedo decir en cada novela me implico por igual, al menos durante las horas que estoy escribiendo, y no hay una en la que me haya implicado más que otra porque me esfuerzo en meterme en la piel de cada uno de mis personajes, y eso me enriquece mucho, como si viviera muchas vidas a la vez. Lo que sucede, extrañamente, cuando vas teniendo experiencia en este oficio, es un raro desapego, un distanciamiento emocional útil que te hace ser mucho más objetivo con tu propia obra. El silencio de tu nombre, mi novela más reciente, es una historia de amor básicamente, desde el propio título, que viene a significar que a todos nos llega en la vida un momento en que nos quedamos solos y en silencio y nos descubrimos pronunciando el nombre de la persona que amamos, y entonces sabemos que estamos perdidos. Claro, esta metáfora, que puede estar muy bien, no puede ser una novela por sí sola, sino que tengo que contar una historia en la que el lector disfrute y saque sus propias conclusiones. Yo elegí a Erika Walter, la viuda de un agente secreto alemán, que en enero de 1950 deja su casa en Salzburgo para presentarse en Madrid con unos documentos que implican a altos cargos nazis exiliados en España. Su amante, Martín Navarro, héroe de guerra exiliado y miembro del PCE, dejará su apartamento de París para buscar a Erika en España y averiguar qué está pasando. Lo hace porque a él le he llegado el momento de El silencio de tu nombre, porque varias veces cada día se descubre pronunciando el nombre de Erika y no puede sino ir a buscarla.

10.-Gracias por todas tus respuestas y tu tiempo.

—Ha sido un placer.

Andrés Pérez Domínguez
www.facebook.com/perezdominguezandres1
www.twitter.com/aperezdominguez
www.laseparata.blogspot.com