Acudir a actividades culturales que buscan contar una historia a un público es algo que me encanta y que hago cada vez que puedo. Primero porque me ofrece nuevas perspectivas como público y asistente sobre cómo un autor, un creador intenta sorprender y conmover a su público, y segundo, porque es parte de mi aprendizaje continuo. Me permite comparar mi forma de contar historias con las de otros autores/creadores, preguntarme a mí mismo qué me gusta de lo que estoy percibiendo y qué no, y por qué. Y eso es muy importante si uno quiere mejorarse a sí mismo.
Estas actividades culurales pueden ser exposiciones (pintura, escultura, fotografía), visitas a monumentos, acudir al teatro y al cine. Toda actividad cultural de cara a un público tiene dos partes diferenciadas: un continente y un contenido, y ambos deben estar en sintonía, ambos deben complementarse, entrar en resonancia, 1+1 debe ser mayor que 2, y deben afectar al que los observa, de forma que cuando la actividad cultural termine, el espectador/público/asistente debe sentirse diferente a cuando entró. Debe haberse emocionado, debe quedar en su memoria, sumergirle en la reflexión y en la emoción, y ascender a la superficie cambiado.
Decía Heráclito: "No es posible bañarse dos veces en el mismo río". El río, que representa el mundo, es algo que muta y cambia constantemente, pero no se refería a eso, sino a nosotros mismos. Aunque el río fuera el mismo, nosotros no; nuestras experiencias de hoy nos harán diferentes mañana. Una actividad cultural debe lograr hacernos diferentes a su conclusión, llegarnos al alma, provocar una katarsis, un cambio vital. La cultura debe enriquecernos y hacernos diferentes y mejores.
Todo esto viene porque el otro día fui al cine (una buena forma de asisitir a un historia con presentación, nudo y desenlace en 2 horas) y lo que vi, inevitablemente, lo comparé con lo que un libro, en mi opinión debiera ofrecer.
-Una historia: lo que se cuenta puede novedoso y original (algo que nadie haya contado antes) o aunque sea algo conocido, contarse de una forma diferente (por el ritmo o por la forma de hacerlo). La película: tenía como objetivo contar de forma diferente una historia conocida.
-El continente: debe impresionar a su público antes de presentar el contenido. En un libro, la portada y la sinopsis son cruciales en un 80% para atraer atención de los lectores, el otro 20% lo hace el boca-a-oreja. En la película, el continente es una sala amplia, buena imagen y buen sonido. El trailer equivale a la sinopsis.
-La coherencia y el ritmo: si se pretende contar una historia conocida de otra forma, se corre un peligro, y es suponer que TODO el mundo conoce esa historia y que pueden obviarse presentaciones de personajes y de sus conflictos, para desarrollar esos aspectos. Eso supone que, si alguien no conociera esa historia, encontraría lagunas, y estaría continuamente preguntándose por qué aquello, lo otro... la estructura se desmorona. Todo lector debe ser capaz de encontrar en el libro todo lo que necesita para entender la historia. En una película, igual. En la película que vi, éste era un error grave.
-Los personajes: son el 99% de la historia, porque son los que deben sufrir el conflicto y transmitirlo al público. Deben estar desarrollados y ser coherentes consigo mismos. Deben tener personalidad propia. Los diálogos deben mostrarnos cómo son, qué les sucede, sus motivos, sus razones ocultas, y deben interaccionar con los otros personajes de forma ágil y lógica. En la película que vi, los personajes estaba anulados; primaban los efectos especiales. Espectaculares, eso sí; pero sin alma.
Salir del cine con la sensación de que has perdido dos horas es también una katarsis: la próxima vez que tenga dudas sobre una película, seguiré mi instinto. No la veré.
¡Con los libros pasa igual! Un lector insatisfecho con un autor, quizás no vuelva a dar otra oportunidad de lectura a ese autor. Un libro que sea insípido, que no deja huella (ALGUNA huella), es un libro que no ha cumplido su función.
Pues sí, Hemingway fue rechazado veintisiete veces, veintisiete nada menos, veintisiete editoriales que lo descartaron mondo y lirondo. Que luego ganara el premio Nobel de literatura no es lo importante, sino que encajó veintisiete derrotas una tras otra y sin embargo volvía a levantarse. Todo un peso pesado de las letras.
domingo, 28 de julio de 2013
sábado, 20 de julio de 2013
Nueva etapa en Jornadas de Novela Histórica de Granada
Parece que la terapia funciona. He disminuido mi presencia en la red; presto menos atención a las noticias y he vuelto a escribir. A mano, rasgando el papel rugoso línea a línea. Las frases tienen danza en cada palabra, consigo escribir al hilo de cómo imagino y pienso, muy rápido, y bastantes veces me cuesta descifrar mi propia letra, pero me reencuentro con viejas sensaciones, que no sé cómo dejé que se marcharán.
Bueno, sí lo sé. Querer ganar tiempo al tiempo es un sinsentido. El día tiene sólo 24 horas, y querer que tenga 26 para escribir 2 más es de necios, más que nada porque el cansancio pasa factura, la inspiración desaparece y lo que aparece es la Hoja-En-Blanco, la pesadilla de un creador. Y sin inspiración, por mucho que tengas claro qué quieres contar, corres el riesgo de contar algo sin alma. Bien escrito, quizás, pero sin alma. Y eso se nota.
La inspiración ha vuelto, para muestra dos frases mías (muy zen) que han surgido mágicamente respondiendo a dos lectores:
"La tortuga nunca se agobia: va a su ritmo."
"La vida se nos va en los detalles: a veces vemos una hormiga pero no vemos un elefante."
Y que tiene bastante que ver con el frenesí publicitario que sacude las redes y otros agobios personales. Existe una palabra mágica para ello: decir "No" y centrarse en lo que uno disfruta, e incluso el goce puede mutar a esclavitud si uno no es capaz de decir "No". Me han propuesto varios proyectos literarios que parecen interesantes, pero en el espíritu de esta entrada está mi respuesta: me llena más, mucho más, continuar con lo que estoy escribiendo. Y cuando termine, ya veremos.
La mejor receta para escribir es.... no lo sé, yo necesito sosiego mental, para involucrame emocionalmente es lo que quiero escribir, y partir de ahi, la Inspiración se te acerca, te sonríe y te susurra al oído (o te grita, oblilgándote a escribir como esclavo sumiso y voluntario hasta la una y media de la madrugada, que es lo que me ha ocurrido toda la última semana)
Lo que sí me ha dado satisfacción es que Carolina Molina y yo hemos iniciado una nueva etapa en el Blog de las Jornadas de Novela Histórica de Granada. Cada semana tendremos el honor de publicar entrevistas a escritores de novela histórica, que nos deleitarán con sus entresijos y sus puntos de vista sobre la escritura, sus inicios, si ebook o libro impreso, el futuro del mundo editorial....
Os dejo el enlace del blog:
http://jornadasdenovelahistoricaengranada.blogspot.com.es/
¡No os lo perdáis!
Bueno, sí lo sé. Querer ganar tiempo al tiempo es un sinsentido. El día tiene sólo 24 horas, y querer que tenga 26 para escribir 2 más es de necios, más que nada porque el cansancio pasa factura, la inspiración desaparece y lo que aparece es la Hoja-En-Blanco, la pesadilla de un creador. Y sin inspiración, por mucho que tengas claro qué quieres contar, corres el riesgo de contar algo sin alma. Bien escrito, quizás, pero sin alma. Y eso se nota.
La inspiración ha vuelto, para muestra dos frases mías (muy zen) que han surgido mágicamente respondiendo a dos lectores:
"La tortuga nunca se agobia: va a su ritmo."
"La vida se nos va en los detalles: a veces vemos una hormiga pero no vemos un elefante."
Y que tiene bastante que ver con el frenesí publicitario que sacude las redes y otros agobios personales. Existe una palabra mágica para ello: decir "No" y centrarse en lo que uno disfruta, e incluso el goce puede mutar a esclavitud si uno no es capaz de decir "No". Me han propuesto varios proyectos literarios que parecen interesantes, pero en el espíritu de esta entrada está mi respuesta: me llena más, mucho más, continuar con lo que estoy escribiendo. Y cuando termine, ya veremos.
La mejor receta para escribir es.... no lo sé, yo necesito sosiego mental, para involucrame emocionalmente es lo que quiero escribir, y partir de ahi, la Inspiración se te acerca, te sonríe y te susurra al oído (o te grita, oblilgándote a escribir como esclavo sumiso y voluntario hasta la una y media de la madrugada, que es lo que me ha ocurrido toda la última semana)
Lo que sí me ha dado satisfacción es que Carolina Molina y yo hemos iniciado una nueva etapa en el Blog de las Jornadas de Novela Histórica de Granada. Cada semana tendremos el honor de publicar entrevistas a escritores de novela histórica, que nos deleitarán con sus entresijos y sus puntos de vista sobre la escritura, sus inicios, si ebook o libro impreso, el futuro del mundo editorial....
Os dejo el enlace del blog:
http://jornadasdenovelahistoricaengranada.blogspot.com.es/
¡No os lo perdáis!