Pues sí, Hemingway fue rechazado veintisiete veces, veintisiete nada menos, veintisiete editoriales que lo descartaron mondo y lirondo. Que luego ganara el premio Nobel de literatura no es lo importante, sino que encajó veintisiete derrotas una tras otra y sin embargo volvía a levantarse. Todo un peso pesado de las letras.
sábado, 29 de mayo de 2010
Feria del libro de Madrid 2010
Este fin de semana se celebra la Feria del Libro en Madrid. Cientos de casetas, miles del libros y de visitantes, y miedo, mucho miedo. Por parte de los libreros y editores, quiero decir. Aunque no he podido ir (el próximo año) la verdad es que llevo toda la semana escuchando cortes en la radio sobre la Feria del Libro, y me ha sorprendido. La nota positiva y optimista que debiera ser esta fiesta del entretenimiento y de la cultura los comentaristas la matizan convirtiendo el blanco en gris, o en negro. Siguen unos cuantos ejemplos:
1.-"...se espera una reducción sustancial de la ventas, lo que hace que el sector editorial espere con impaciencia las fechas navideñas..."
2.-"...la crisis provocará que muchos de los que se acerquen lo hagan sólo a mirar..."
3.-"...aunque en esta edición se permitía por primera vez la venta de títulos digitales, no hemos encontrado ningún catálogo digital en las diferente librerías que lo anunciaban..."
4.-"...se estima que habrá menos visitantes que en años anteriores..."
Sabemos que es el año de la Crisis, y el miedo ha calado al fin en el sector editorial. Me parece que al sector le está pasando como a las inmobiliarias: se han seguido sacando muchos títulos todos los años, sin tener en cuenta que a lo mejor el mercado se ha reducido. Sólo los más aptos sobrevivirán.
De todas formas, esas frases radiofónicas me suenan a "profecías autocumplidas". Señor Locutor: Si no despiertas curiosidad e ideas positivas en los oyentes, los más probable es que no se animen a ir a la Feria o lo hagan con una semilla de negatividad. ¡Mal hecho! ¿No hemos quedado que es una fiesta?
Así que, señores comentaristas, rebato sus frases y les doy un nuevo enfoque:
1.-Nada de hablar de malas o buenas ventas. A los lectores lo que les importa son tres cosas: si sus autores favoritos han sacado nuevos títulos, si irán a firmar y a charlar con ellos, y nuevas propuestas de buenas lecturas.
2.-A mi me gusta mirar los libros de las casetas, muchísimo, porque puedo mirar todos los que quiera, pero sólo puedo llevarme unos cuantos a casa. Así que ¡propónganme qué libros ojear, que a los mejor los adopto!
3.-Eso sí es engañar a los visitantes. Unos dicen en los periódicos que es fallo de la organización, otros que no está bien explicado. En vez de decir qué no hay, que se centren en lo que hay: muchos, muchísimos buenos autores dispuestos a dedicarte unas palabras y una sonrisa (y su firma)a cambio de sentarte con ellos. ¡Ahí es nada!
4.-Las estimaciones no me aportan nada. ¡Díganme que esta feria está dedicada la Literatura Nórdica, háblenme de Asa Larsson, Peter Wessel, Rakel Helmsdal, Hanne Bartholin y Pia Tafdrup! Quiero saber más sobre cómo escriben, dónde se inspiran, a dónde viajan, cómo dan vida a sus personajes...
La literatura nos da vida, nos hace soñar, nos hace sentir, respirar, ver el mundo de otra forma, y viajar por el mundo y en el tiempo. ¿Por qué no se dan cuenta de eso?
sábado, 22 de mayo de 2010
Cap.8: Un hombre dispuesto a todo
Los preparativos para EEDLA siguen su curso. Ahora mismo estoy trabajando en los contenidos de la Web, desarrollando una serie de historias paralelas de los personajes secundarios, y a la espera de la pruebas de portada. En unos dìas me enviarán la corrección de estilo, con lo que tendré que dejar aparcada otra vez mi tercera novela.
Está bastante avanzada, teniendo en cuenta que en los cinco meses que llevamos de año, la mitad los he dedicado a EEDLA. Estoy en la página 134, y me he puesto como objetivo alcanzar las ciento cincuenta antes del informe de estilo. En fin, que a va un ritmo decente para tener el borrador terminado antes del fin de año. Mi objetivo es un libro al año, por lo menos.
Os dejo con una muestra. Aún no tiene nombre oficial (soy optimista: si todo va bien, pienso publicarla en 2012. Una novela por año, para empezar. Soñar es gratis). Os diré que es contemporánea y está ambientada en Irlanda, en los primeros años del s.XX, entre 1907 y 1912, en plena revolución industrial, llena de oportunidades para unos, esperanzas para otros y sólo opresión y esclavitud para la mayoría. Pero la vida sigue, a pesar de crisis, dificultades o pobreza. Es luchar, o rendirse y desaparecer; y el protagonista de nuestro fragmento, llamado John Ridge, no está dispuesto a eso.
(Fragmento del "Capítulo 8: Un hombre dispuesto a todo". La acción transcurre en Belfast, otoño de 1909)
Trabajó la tierra helada de la estepa rusa, y convivió con los campesinos en sus barracas paupérrimas, escuchó las doctrinas de Karl Marx y se deleitó con las relatos de Dostoievsky. Pero allí también la monarquía reinaba con mano férrea. El grupo que le alentaba fue disuelto por la guardia urbana. Cuando cerraba los ojos aún veía a la espigada Irina gritando de terror, envuelta en las llamas de la casa donde se reunían, entre el tumulto del asalto en plena noche, los disparos de los guardias, y la huída precipitada. John Ridge apretó la jarra entre sus manos con tanta fuerza que estuvo a punto de reventarla. Abrió los ojos y respiró profundamente. Por eso en ese momento estaba allí, en Belfast. No dejaría que los ingleses los oprimieran más dentro de su falsa democracia. Allí era todo igual que en Rusia, existían los amos y también los esclavos.
—¿Dónde puedo encontrar la carpintería del viejo Cormac Widowmaker? —preguntó al tabernero, mientras pagaba la pinta. El hombre se llevó la mano a la oreja, y Ridge tuvo que repetir el nombre en voz alta.
—¿Cormac? No tiene pérdida. Sigue esta calle al norte, hacia Girdwood Park. Cuando veas un edificio gris y tétrico, llega hasta él, es la prisión del condado. Rodéalo y detrás de la iglesia de Clifton Street encontrarás su carpintería.
Se dirigía a la puerta, cuando se detuvo. La curiosidad pudo más que la discreción.
—¿Por qué le llaman Widowmaker?
—¿Quién quiere saberlo?¿Quién eres?
—Sólo soy un irlandés que regresa a casa. Tengo que hablar con él.
El tabernero enjuagó el trapo que tenía entre las manos en un balde de agua jabonosa, y limpió las mesas con lenta eficacia.
—Se encarga de hacer los ataúdes de los condenados a la horca. Da mala suerte estar con él.
John Ridge no creía en la mala suerte. La lluvia no sería un obstáculo para encontrarle antes de que llegara la noche. Encontró la ciudad muy cambiada, respecto a lo que recordaba de niño. Se dio cuenta, caminando por las calles principales, que el dinero se movía a raudales de unas manos a otras, pero pocas alcanzaban a los obreros. Los ingleses pensarían que se quedarían allí para siempre, pero cuán equivocados estaban él intentaría recordárselo.
La luz eléctrica iluminaba la carpintería. Entró sin llamar. Bajo el porche de la entrada, cubierta con una lona impermeable estaban acopiados cuatro ataúdes de pino, a la espera de ser recogidos. Las virutas de madera salpicaban todo el callejón. Apenas había dado dos pasos cuando un terrible perro negro de pelaje sucio se abalanzó sobre él, y cuando parecía que iba a estar al alcance de sus dentelladas, una gruesa cadena de eslabones oxidados contuvo a la bestia, que le ladraba furibunda. John Ridge se maldijo a sí mismo. Medio vecindario escucharía aquel estrépito.
—Quieto, “Wolf”, ¡Quieto! —ordenó un hombre encorvado, tirando con brutalidad de la cadena. El perro se achantó, gimoteando, sin dejar de mirar a Ridge con desconfianza. Dejó que su amo le palmeara el costado—. Buen chico, buen chico.
El carpintero parecía lleno de vigor, a pesar de las arrugas esculpidas de su rostro. Sus ojos grises le miraron en silencio, esperando a que el desconocido hablara primero.
—Vengo de Londres. Me envía McCarthy —y le entregó la nota. Ridge se dio cuenta que le faltaba un dedo en la mano derecha. El viejo le hizo pasar al taller, lleno de tablones pendientes de desbastar. El suelo estaba cubierto de serrín. Estaba cepillando un nuevo ataúd.
—¿Así que tú también odias a los ingleses?¿O eres uno de ellos?
—¿Cómo uno de ellos? —el carpintero le señaló los ataúdes, y comenzó a hablarle en irlandés.
—Intentaron infiltrar a uno, y acabó en uno de mis pijamas de madera. Conozco a McCarthy; es como si fuera un sobrino para mí. Dice que te busca la policía. ¿Traerás algo más, aparte de problemas?
—Estoy dispuesto a todo para ayudar. A todo.
—Eso está por ver. ¿Sabes manejar la sierra y la desbastadora? Ayúdame a terminar de preparar estos tablones, y después daremos un paseo.
Dos horas más tarde, sonaron las campanas de la iglesia próxima, indicando que eran las ocho de la tarde. El viejo cerró el negocio, bajo una lluvia pertinaz, e invitó a Ridge a seguirle.
—Yo nací en los años de la Gran Plaga y te puedo decir, muchacho, que los ingleses no se preocuparon de nosotros. En absoluto. Prefirieron que pereciéramos a miles antes de distribuir la comida que les llegaba en exclusividad desde la gran isla. Yo no lo he olvidado. La prosperidad de la ciudad es un engaño. ¡A saber la sangría de dinero que se destina a sus banqueros de la City! Hay que pararles los pies. Irlanda debe ser liberada. McCarthy dice que confía en ti, eso es mucho para mí.
Se alejaron de las calles más transitadas. Ridge tuvo un estremecimiento.
—¿Dónde vamos?
—Donde podamos hablar con tranquilidad.
Un vecino que aseguraba el cierre de una ventana de su planta baja saludó al carpintero, y éste le respondió. El vecino asintió. El activista presintió algo.
—Estuvimos a punto de conseguirlo con Larkin, muchacho, estuvimos a punto. Pero luego todo se fue al cuerno. Se rajaron, eso fue lo que pasó. Por eso hemos formado nuestro propio grupo. Necesitamos gente de confianza, con experiencia, gente dispuesta a todo. Como tú. O eso dice McCarthy.
—¿Dónde vamos? —repitió el activista, al entrar en un callejón. Dos figuras habían salido de un soportal y les seguían en la distancia.
—Hace dos semanas nos hicieron una redada, y mataron a diez de los nuestros. No sabes lo que es tener que enterrar a un hijo, a un sobrino, a un amigo. No nos dejan reunirnos, porque temen que nos sublevemos contra ellos. Cada vez que hago un ataúd para uno de los míos envidio la juventud que se me fue. ¿Sabes cómo me llaman?
—Widowmaker —el callejón se estrechaba. Ridge se puso alerta.
—¿Y el motivo? Te lo diré, muchacho. Antes de que tú tuvieras pañales siquiera, no dejé de intentar echar a los ingleses por mi cuenta. Nunca me cogieron, ni siquiera cuando me rompieron la espalda. Y luego ya no pude hacer nada más que ataúdes. Pero mis manos aún son fuertes, muchacho. Queremos gente de confianza entre nosotros; no queremos soplones. Y a ti aún no te conocemos.
Ridge oyó un ruido a su espalda, y en cuanto se giró alarmado aquel viejo le agarró con fuerza desde atrás, cerrando sus manos nudosas bajo su estómago y dejándole sin respiración. Ridge empezó a debatirse, quedándose sin aire. Los dos hombres corrieron a ayudar al carpintero, quien encajó un codazo en la cara sin inmutarse. Ridge y Cormac cayeron al suelo, pero a pesar su gruñido de dolor el viejo no soltó a su presa. El activista se revolvió con furia animal y desesperada.
—Me llaman Widowmaker, sí, y pronto sabremos todo sobre ti, hijo. Todo. Irlanda no quiere traidores ni cobardes. Ni yo tampoco.
Sus esfuerzos fueron baldíos. El vigor del viejo era extraordinario y poco a poco Ridge dejó de debatirse, atontado por la asfixia. Lo último que pensó, antes de la inconsciencia, fue que no debía haber menospreciado al carpintero encorvado. Cormac, jadeante, le dejó en el suelo con suavidad, y pasó paternalmente su mano endurecida por la frente despejada del activista. Los dos hombres le ataron las manos y pies y le cubrieron la cabeza con una bolsa para que no viera nada.
—Llevadle ante Jacob, muchachos. Y cuidaos de él. Nadie antes se me había resistido así.
Está bastante avanzada, teniendo en cuenta que en los cinco meses que llevamos de año, la mitad los he dedicado a EEDLA. Estoy en la página 134, y me he puesto como objetivo alcanzar las ciento cincuenta antes del informe de estilo. En fin, que a va un ritmo decente para tener el borrador terminado antes del fin de año. Mi objetivo es un libro al año, por lo menos.
Os dejo con una muestra. Aún no tiene nombre oficial (soy optimista: si todo va bien, pienso publicarla en 2012. Una novela por año, para empezar. Soñar es gratis). Os diré que es contemporánea y está ambientada en Irlanda, en los primeros años del s.XX, entre 1907 y 1912, en plena revolución industrial, llena de oportunidades para unos, esperanzas para otros y sólo opresión y esclavitud para la mayoría. Pero la vida sigue, a pesar de crisis, dificultades o pobreza. Es luchar, o rendirse y desaparecer; y el protagonista de nuestro fragmento, llamado John Ridge, no está dispuesto a eso.
(Fragmento del "Capítulo 8: Un hombre dispuesto a todo". La acción transcurre en Belfast, otoño de 1909)
Trabajó la tierra helada de la estepa rusa, y convivió con los campesinos en sus barracas paupérrimas, escuchó las doctrinas de Karl Marx y se deleitó con las relatos de Dostoievsky. Pero allí también la monarquía reinaba con mano férrea. El grupo que le alentaba fue disuelto por la guardia urbana. Cuando cerraba los ojos aún veía a la espigada Irina gritando de terror, envuelta en las llamas de la casa donde se reunían, entre el tumulto del asalto en plena noche, los disparos de los guardias, y la huída precipitada. John Ridge apretó la jarra entre sus manos con tanta fuerza que estuvo a punto de reventarla. Abrió los ojos y respiró profundamente. Por eso en ese momento estaba allí, en Belfast. No dejaría que los ingleses los oprimieran más dentro de su falsa democracia. Allí era todo igual que en Rusia, existían los amos y también los esclavos.
—¿Dónde puedo encontrar la carpintería del viejo Cormac Widowmaker? —preguntó al tabernero, mientras pagaba la pinta. El hombre se llevó la mano a la oreja, y Ridge tuvo que repetir el nombre en voz alta.
—¿Cormac? No tiene pérdida. Sigue esta calle al norte, hacia Girdwood Park. Cuando veas un edificio gris y tétrico, llega hasta él, es la prisión del condado. Rodéalo y detrás de la iglesia de Clifton Street encontrarás su carpintería.
Se dirigía a la puerta, cuando se detuvo. La curiosidad pudo más que la discreción.
—¿Por qué le llaman Widowmaker?
—¿Quién quiere saberlo?¿Quién eres?
—Sólo soy un irlandés que regresa a casa. Tengo que hablar con él.
El tabernero enjuagó el trapo que tenía entre las manos en un balde de agua jabonosa, y limpió las mesas con lenta eficacia.
—Se encarga de hacer los ataúdes de los condenados a la horca. Da mala suerte estar con él.
John Ridge no creía en la mala suerte. La lluvia no sería un obstáculo para encontrarle antes de que llegara la noche. Encontró la ciudad muy cambiada, respecto a lo que recordaba de niño. Se dio cuenta, caminando por las calles principales, que el dinero se movía a raudales de unas manos a otras, pero pocas alcanzaban a los obreros. Los ingleses pensarían que se quedarían allí para siempre, pero cuán equivocados estaban él intentaría recordárselo.
La luz eléctrica iluminaba la carpintería. Entró sin llamar. Bajo el porche de la entrada, cubierta con una lona impermeable estaban acopiados cuatro ataúdes de pino, a la espera de ser recogidos. Las virutas de madera salpicaban todo el callejón. Apenas había dado dos pasos cuando un terrible perro negro de pelaje sucio se abalanzó sobre él, y cuando parecía que iba a estar al alcance de sus dentelladas, una gruesa cadena de eslabones oxidados contuvo a la bestia, que le ladraba furibunda. John Ridge se maldijo a sí mismo. Medio vecindario escucharía aquel estrépito.
—Quieto, “Wolf”, ¡Quieto! —ordenó un hombre encorvado, tirando con brutalidad de la cadena. El perro se achantó, gimoteando, sin dejar de mirar a Ridge con desconfianza. Dejó que su amo le palmeara el costado—. Buen chico, buen chico.
El carpintero parecía lleno de vigor, a pesar de las arrugas esculpidas de su rostro. Sus ojos grises le miraron en silencio, esperando a que el desconocido hablara primero.
—Vengo de Londres. Me envía McCarthy —y le entregó la nota. Ridge se dio cuenta que le faltaba un dedo en la mano derecha. El viejo le hizo pasar al taller, lleno de tablones pendientes de desbastar. El suelo estaba cubierto de serrín. Estaba cepillando un nuevo ataúd.
—¿Así que tú también odias a los ingleses?¿O eres uno de ellos?
—¿Cómo uno de ellos? —el carpintero le señaló los ataúdes, y comenzó a hablarle en irlandés.
—Intentaron infiltrar a uno, y acabó en uno de mis pijamas de madera. Conozco a McCarthy; es como si fuera un sobrino para mí. Dice que te busca la policía. ¿Traerás algo más, aparte de problemas?
—Estoy dispuesto a todo para ayudar. A todo.
—Eso está por ver. ¿Sabes manejar la sierra y la desbastadora? Ayúdame a terminar de preparar estos tablones, y después daremos un paseo.
Dos horas más tarde, sonaron las campanas de la iglesia próxima, indicando que eran las ocho de la tarde. El viejo cerró el negocio, bajo una lluvia pertinaz, e invitó a Ridge a seguirle.
—Yo nací en los años de la Gran Plaga y te puedo decir, muchacho, que los ingleses no se preocuparon de nosotros. En absoluto. Prefirieron que pereciéramos a miles antes de distribuir la comida que les llegaba en exclusividad desde la gran isla. Yo no lo he olvidado. La prosperidad de la ciudad es un engaño. ¡A saber la sangría de dinero que se destina a sus banqueros de la City! Hay que pararles los pies. Irlanda debe ser liberada. McCarthy dice que confía en ti, eso es mucho para mí.
Se alejaron de las calles más transitadas. Ridge tuvo un estremecimiento.
—¿Dónde vamos?
—Donde podamos hablar con tranquilidad.
Un vecino que aseguraba el cierre de una ventana de su planta baja saludó al carpintero, y éste le respondió. El vecino asintió. El activista presintió algo.
—Estuvimos a punto de conseguirlo con Larkin, muchacho, estuvimos a punto. Pero luego todo se fue al cuerno. Se rajaron, eso fue lo que pasó. Por eso hemos formado nuestro propio grupo. Necesitamos gente de confianza, con experiencia, gente dispuesta a todo. Como tú. O eso dice McCarthy.
—¿Dónde vamos? —repitió el activista, al entrar en un callejón. Dos figuras habían salido de un soportal y les seguían en la distancia.
—Hace dos semanas nos hicieron una redada, y mataron a diez de los nuestros. No sabes lo que es tener que enterrar a un hijo, a un sobrino, a un amigo. No nos dejan reunirnos, porque temen que nos sublevemos contra ellos. Cada vez que hago un ataúd para uno de los míos envidio la juventud que se me fue. ¿Sabes cómo me llaman?
—Widowmaker —el callejón se estrechaba. Ridge se puso alerta.
—¿Y el motivo? Te lo diré, muchacho. Antes de que tú tuvieras pañales siquiera, no dejé de intentar echar a los ingleses por mi cuenta. Nunca me cogieron, ni siquiera cuando me rompieron la espalda. Y luego ya no pude hacer nada más que ataúdes. Pero mis manos aún son fuertes, muchacho. Queremos gente de confianza entre nosotros; no queremos soplones. Y a ti aún no te conocemos.
Ridge oyó un ruido a su espalda, y en cuanto se giró alarmado aquel viejo le agarró con fuerza desde atrás, cerrando sus manos nudosas bajo su estómago y dejándole sin respiración. Ridge empezó a debatirse, quedándose sin aire. Los dos hombres corrieron a ayudar al carpintero, quien encajó un codazo en la cara sin inmutarse. Ridge y Cormac cayeron al suelo, pero a pesar su gruñido de dolor el viejo no soltó a su presa. El activista se revolvió con furia animal y desesperada.
—Me llaman Widowmaker, sí, y pronto sabremos todo sobre ti, hijo. Todo. Irlanda no quiere traidores ni cobardes. Ni yo tampoco.
Sus esfuerzos fueron baldíos. El vigor del viejo era extraordinario y poco a poco Ridge dejó de debatirse, atontado por la asfixia. Lo último que pensó, antes de la inconsciencia, fue que no debía haber menospreciado al carpintero encorvado. Cormac, jadeante, le dejó en el suelo con suavidad, y pasó paternalmente su mano endurecida por la frente despejada del activista. Los dos hombres le ataron las manos y pies y le cubrieron la cabeza con una bolsa para que no viera nada.
—Llevadle ante Jacob, muchachos. Y cuidaos de él. Nadie antes se me había resistido así.
viernes, 14 de mayo de 2010
¡¡ ESPECIAL ENTRADA nº100 !!
Hola a todos. Hoy estoy de celebración. ¡Este Blog ha alcanzado la Entrada nº100! No pensé siquiera que llegara a tener seguidores y habituales. Cuando lo empecé lo hice como un experimento; viendo otros muchos Blogs no sabía si lo que yo podía ofrecer a mis visitantes les parecería interesante, si les aburriría, si esto duraría la novedad de unos meses o si sobreviviría siquiera el primer año (ya que dicen que es lo que duran activos muchos de los Blogs que se abren).
Cuando lo inicié en 2008 le hice con la ilusión de intentar dar a conocer lo que yo escribía, mis inquietudes, mis esperanzas... A día de hoy puedo decir que todo lo que esperaba se está cumpliendo (¡misteriosamente!) y que he conocido a gente maravillosa que ha hecho que no me sienta solo; que leer y escribir no son una excentricidad, y que el sueño de querer ver algo propio publicado no es una utopía.
Sois vosotros los que mantenéis con vida este Blog, contagiándome de ilusión. Por eso, ¡gracias a todos! Y que el Blog dure muchos años.
Para celebrarlo, os comento mis últimas y jugosas novedades. Todo sigue su curso; la Editorial me ha pedido esta semana una Biografía con foto para la solapa del libro y una Sinopsis breve para la contraportada.
Hacer esta Sinopsis no es sencillo, ni siquiera para quien tiene un método como el mío (Control Total a diferentes niveles). ¿Por qué? La primera toma de contacto de un libro con un posible lector será la portada, el título; la segunda será la sinopsis de la contraportada, y será decisiva. Debe despertar la curiosidad; captar el interés del lector, mostrarle que ESA novela (no la del estante de arriba) es diferente y que DEBE leerla. Y eso en unas pocas líneas.
Como muestra un botón: los tres párrafos que componen mi Sinopsis fueron escritos tras ¡4 horas! de trabajo. Pensar, escribir, corregir, reescribir, darle la vuelta... y así tropecientas veces hasta que ha quedado a mi gusto.
¿Os gustaría leerla? ¿Os provocaría la tentación y el deseo de querer leer más?
"¡Al-Ándalus! En Madinat Garnata, año 748 de la Hégira, un solo hombre soporta sobre su espalda todo el destino del último reino musulmán en Occidente. Ibn Zamrak, visir de Muhammad V, lucha de sol a sol por mantener el frágil equilibrio de alianzas del reino nazarí con los reinos cristianos al Norte y el reino de los meriníes al Sur, mientras en sus largas noches de insomnio medita los versos que embellecerán las paredes del nuevo palacio de la Al-Hamrā.
Pero las sombras de su pasado son alargadas y sus enemigos numerosos. Las manos y el alma del visir están manchadas de sangre y las arenas del desierto al otro lado del mar guardan el único secreto que puede destruirle.
A muchas millas de allí, en las canteras de Al-Mariyyat, en las frías mazmorras de Qalat Yahsūb y en el harén de los señores meriníes de Fez, Ahmed, Abdel y Aixa, víctimas del visir, indagarán ese secreto, en el que su familia se vio involucrada muchos años atrás, y buscarán su venganza contra Ibn Zamrak, político, visir, poeta y conspirador, el hombre cuya poesía, como su ambición, no conoció límites."
Blas Carlos Malo Poyatos (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 1977) es escritor e ingeniero de caminos y compagina su actividad profesional en el ámbito de la construcción con su pasión por la literatura, la historia y el recreacionismo histórico. De raíces jiennenses, granadino de adopción, "El Esclavo de la Al-Hamrā" es su primera novela histórica.
www.blasmalopoyatos.com
www.elesclavodelaal-hamra.com
Cuando lo inicié en 2008 le hice con la ilusión de intentar dar a conocer lo que yo escribía, mis inquietudes, mis esperanzas... A día de hoy puedo decir que todo lo que esperaba se está cumpliendo (¡misteriosamente!) y que he conocido a gente maravillosa que ha hecho que no me sienta solo; que leer y escribir no son una excentricidad, y que el sueño de querer ver algo propio publicado no es una utopía.
Sois vosotros los que mantenéis con vida este Blog, contagiándome de ilusión. Por eso, ¡gracias a todos! Y que el Blog dure muchos años.
Para celebrarlo, os comento mis últimas y jugosas novedades. Todo sigue su curso; la Editorial me ha pedido esta semana una Biografía con foto para la solapa del libro y una Sinopsis breve para la contraportada.
Hacer esta Sinopsis no es sencillo, ni siquiera para quien tiene un método como el mío (Control Total a diferentes niveles). ¿Por qué? La primera toma de contacto de un libro con un posible lector será la portada, el título; la segunda será la sinopsis de la contraportada, y será decisiva. Debe despertar la curiosidad; captar el interés del lector, mostrarle que ESA novela (no la del estante de arriba) es diferente y que DEBE leerla. Y eso en unas pocas líneas.
Como muestra un botón: los tres párrafos que componen mi Sinopsis fueron escritos tras ¡4 horas! de trabajo. Pensar, escribir, corregir, reescribir, darle la vuelta... y así tropecientas veces hasta que ha quedado a mi gusto.
¿Os gustaría leerla? ¿Os provocaría la tentación y el deseo de querer leer más?
"El Esclavo de la Al-Hamrā" (Ediciones B)
"¡Al-Ándalus! En Madinat Garnata, año 748 de la Hégira, un solo hombre soporta sobre su espalda todo el destino del último reino musulmán en Occidente. Ibn Zamrak, visir de Muhammad V, lucha de sol a sol por mantener el frágil equilibrio de alianzas del reino nazarí con los reinos cristianos al Norte y el reino de los meriníes al Sur, mientras en sus largas noches de insomnio medita los versos que embellecerán las paredes del nuevo palacio de la Al-Hamrā.
Pero las sombras de su pasado son alargadas y sus enemigos numerosos. Las manos y el alma del visir están manchadas de sangre y las arenas del desierto al otro lado del mar guardan el único secreto que puede destruirle.
A muchas millas de allí, en las canteras de Al-Mariyyat, en las frías mazmorras de Qalat Yahsūb y en el harén de los señores meriníes de Fez, Ahmed, Abdel y Aixa, víctimas del visir, indagarán ese secreto, en el que su familia se vio involucrada muchos años atrás, y buscarán su venganza contra Ibn Zamrak, político, visir, poeta y conspirador, el hombre cuya poesía, como su ambición, no conoció límites."
EL AUTOR
Blas Carlos Malo Poyatos (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 1977) es escritor e ingeniero de caminos y compagina su actividad profesional en el ámbito de la construcción con su pasión por la literatura, la historia y el recreacionismo histórico. De raíces jiennenses, granadino de adopción, "El Esclavo de la Al-Hamrā" es su primera novela histórica.
www.blasmalopoyatos.com
www.elesclavodelaal-hamra.com
EN TU LIBRERÍA, A PARTIR DE SEPTIEMBRE DE 2010
sábado, 8 de mayo de 2010
Inspiración en Madinat Garnata
Bueno, bueno, ya estamos en Mayo. Descuento con impaciencia los días en espera de nuevas noticas desde la editorial. Pronto me llegará el informe de estilo, con las correcciones finales antes de pasar a imprenta. ¡Estoy impaciente por sentir el tacto rugoso del papel, aspirar el olor ferruginoso de la tinta recién impresa, y deleitarme con su portada en rústica cartoné!
Creo que el Universo está conspirando un poquito a mi favor, por fin. La semana que viene se presenta en Granada una nueva revista en el panorama editorial, cuyo objetivo es la divulgación histórica; también contará con contenidos de actualidad. Se llamará GARNATA.
¿Os acordáis de la "Medieval Experience"? Resulta que un soldado de mi escuadra contactó con un grupo de recreacionistas que se ha ofrecido a amenizar la presentación con su atrezzo militar de diversas épocas. Son un grupo numeroso, e irán disfrazados como griegos, romanos, soldados medievales, arcabuceros de Flandes, gansters, en fin, de todo un poco. ¿Medievales? Sí, correcto. ¡Nosotros estaremos allí como normandos del s.XII! Así que en un mismo día compaginaré tres de mis aficiones: recreacionismo medieval, literatura y escritura de novela histórica, y si es posible conoceré a gente de la revista, y claro... les hablaré de mi novela. Hay que moverse, chicos.
Pero eso no es todo; hace cuatro días tuve un visión. Una inspiración de las musas. Ya sé de qué irá mi cuarta novela. Sé cómo comienza, sé quién estará; sé cuál será el final. ¡Con la tercera en marcha, tengo una gran impaciencia por comenzarla! Creo que intentaré alternarla. Y sé que será una gran historia. Como mi segundo libro, que de repente, por culpa de Asimov, ha regresado a mi mente exigiendo que le dé un último vistazo para tenerla lista para presentarla a la Agencia.
Además, por último, respecto a mi alienante vida laboral, tengo un Plan C en marcha; una oferta de trabajo a la que he ofrecido mi candidatura. Una oferta de esas que se dan una vez en la vida. Dentro de un par de semanas es posible que mi vida dé un vuelco de 180º.
¿Quién ha dicho miedo?
Creo que el Universo está conspirando un poquito a mi favor, por fin. La semana que viene se presenta en Granada una nueva revista en el panorama editorial, cuyo objetivo es la divulgación histórica; también contará con contenidos de actualidad. Se llamará GARNATA.
¿Os acordáis de la "Medieval Experience"? Resulta que un soldado de mi escuadra contactó con un grupo de recreacionistas que se ha ofrecido a amenizar la presentación con su atrezzo militar de diversas épocas. Son un grupo numeroso, e irán disfrazados como griegos, romanos, soldados medievales, arcabuceros de Flandes, gansters, en fin, de todo un poco. ¿Medievales? Sí, correcto. ¡Nosotros estaremos allí como normandos del s.XII! Así que en un mismo día compaginaré tres de mis aficiones: recreacionismo medieval, literatura y escritura de novela histórica, y si es posible conoceré a gente de la revista, y claro... les hablaré de mi novela. Hay que moverse, chicos.
Pero eso no es todo; hace cuatro días tuve un visión. Una inspiración de las musas. Ya sé de qué irá mi cuarta novela. Sé cómo comienza, sé quién estará; sé cuál será el final. ¡Con la tercera en marcha, tengo una gran impaciencia por comenzarla! Creo que intentaré alternarla. Y sé que será una gran historia. Como mi segundo libro, que de repente, por culpa de Asimov, ha regresado a mi mente exigiendo que le dé un último vistazo para tenerla lista para presentarla a la Agencia.
Además, por último, respecto a mi alienante vida laboral, tengo un Plan C en marcha; una oferta de trabajo a la que he ofrecido mi candidatura. Una oferta de esas que se dan una vez en la vida. Dentro de un par de semanas es posible que mi vida dé un vuelco de 180º.
¿Quién ha dicho miedo?
sábado, 1 de mayo de 2010
Haciendo Marketing
Esta semana se me fue la cabeza. El miércoles tuve una reunión de trabajo tempranera, y cuando por cortesía de la empresa invitamos a los asistentes al desayuno en la cafetería bajo las oficinas, se me ocurrió una idea feliz.
Contra, pensé yo, qué asco, que no paramos de hablar de trabajo, y más trabajo, ni siquiera cuando hacemos un descanso con el café en la mano paramos de hablar de lo mismo. ¡Eh! ¡Aquí hay gente congregada que no conoce mi libro! ¿Qué pasaría si...? A las malas quedo en ridículo, y a las buenas...
-Bueno, y cambiando de tema, aprovecho para deciros que en Septiembre sale mi libro. Y espero que lo compréis.
Silencio mortal.
Se me quedaron mirando de hito en hito, preguntándose qué parte era real y qué era broma. No señor mío, todo será real como la vida misma. Pasaron los segundos.
-¿Y de qué va tu libro? -se arrancó uno movido por la curiosidad. Suspiré con tensión.
-Es una novela histórica -se quedaron congelados. Se pensarían que sería un libro técnico, sobre el hormigón, o sobre qué sé yo.
-¡Histórica! Pero, ¿cuándo escribes?¿De dónde sacas tiempo?
Así, lo que prometía ser un frío desayuno de trabajo se convirtió en toda una tertulia sobre literatura. Estuvimos hablando sobre autores, sobre libros, sobre lo último que habíamos leído. Alguno que otro se quedó totalmente sorprendido, porque no esperaba semejante conversación (y porque sobre tal tema no parecía tener mucho que decir)
Me quedo con dos perlas:
a)Mi jefe, a los otros: "Yo ya, por si acaso, le he dicho que si necesita a otro representante, que cuente conmigo cuando sea famoso. No me importará trabajar para él".
b)Un entusiasta de los libros: "Bueno, Blas, pues ha sido una agradable sorpresa. Creo puedes contar con seis libros más vendidos, para cuando salgan. ¡Nos los tendrás que firmar!"
c)Un sorprendido: "Pero, ¿este tema estaba previsto?¿Toda esta conversación estaba organizada, o no? ¡Y yo sin poder tomar nota de todos los títulos que estáis diciendo!
Así que ya tengo una anécdota más, ruborizante y todo. Cuando me dijeron si esperaba vivir de la literatura (alguno lo dijo con sorna), les dije directamente que esperaba vender ocho millones de ejemplares (el de la sorna se quedó con la sonrisa congelada). En vista del resultado, lo repetiré en cuento encuentre una situación similar y favorable. ¡A lo mejor se me da bien la autopropaganda!
La última frase de otro futuro lector: "¿"El esclavo de la Al-Hamra"? Suena muy bien, y tu nombre es rotundo para una portada. Pega bien: Blas Malo. Corto, preciso, contundente. Se venderá bien". Salí de la cafetería muy humildemente pero con el pecho henchido de orgullo. ¿A quién no le gustan los piropos?