Cuando el mundo te da la espalda y te lo arrebata todo, sólo queda sobrevivir. Sólo te queda la familia, y a veces ni siquiera puedes recurrir a ellos.
Una y otra vez es la ambición de unos pocos la que decide que muchos mueran o vivan, para servirles como esclavos, con menos consideración que a los perros que mendrugan migajas bajo la mesa del amo. Ya lo decía Liam Neeson en “La lista de Schlinder”: “He descubierto que no hay mayor negocio que la guerra”.
La historia de Ivanka y Ruslan es la historia de un amor imposible. Cuando la crueldad y el frío azota tu vida, y sólo el recuerdo de tus padres guía tu existencia, cuando no existe espacio nada más que para la supervivencia, ¿a quién recurrirás cuando lo necesites, sino al hombro de tu hermano? Aún cuando la furia salvaje se adueñe de ti y pugnes por liberarte de su sombra protectora, él seguirá ahí, porque para él seguirás siendo la niña pequeña que se reía junto al río.
Y poco a poco te darás cuenta, siendo Ivanka, que al final sólo lo tienes a él, y que por eso mismo es imposible lo que buscas. ¿Pero puede el corazón entender lo que le dicta la razón? ¿Pueden detenerse los impulsos de una estirpe salvaje?
“Estirpe Salvaje” (Editorial Espasa, 2008) es la primera novela publicada de Montse de Paz. La novela te atrapa lentamente hasta que de repente Ruslan lo entiende todo. El clímax. Una historia desarrollada en un mundo imaginario pero no tan lejano, pues bien podría estar ambientado en las estepas rusas, en los países bálticos. La historia está publicada como género juvenil de aventuras, pero eso no es cierto, pues el desarrollo de sus personajes y su psicología está completamente lograda; y la vida y la muerte, y la esperanza, son temas válidos para todos nosotros.
Montse de Paz es también la fundadora del foro “Mis contactos con agencias” en Bibliotecas Virtuales. Gracias a ella, muchos nos animamos desde 2007 a seguir sus pasos inseguros, que en su caso se han hecho firmes. Estamos a la espera de la segunda parte de la historia. Su generosidad está patente tanto en sus personajes como en su Blog "Andanzas de una escritora novel en busca de editorial”, que a juzgar por su propia experiencia el título ya quedó obsoleto.
Busca su libro, antes de que se agote. No sé si se habrá reeditado. Es una pequeña joya, tanto por su contenido como por la forma. Recuerda su nombre para un futuro muy próximo.
Pues sí, Hemingway fue rechazado veintisiete veces, veintisiete nada menos, veintisiete editoriales que lo descartaron mondo y lirondo. Que luego ganara el premio Nobel de literatura no es lo importante, sino que encajó veintisiete derrotas una tras otra y sin embargo volvía a levantarse. Todo un peso pesado de las letras.
sábado, 30 de enero de 2010
sábado, 23 de enero de 2010
Oh Fortuna: el Informe Cheney
Con enero casi concluido, me siento satisfecho. Hoy es uno de esos días contados en que me levanto tarde y de buen humor (es sábado, luce el sol, no hay deberes del hogar pendientes), me tomo un super tazón de cereales, y luego, después de releer entusiasmado la última hoja manuscrita, me repantingo en la silla del estudio, y exclamo con orgullo:
-Pero ¡qué bien me está quedando este capítulo!¡Qué gran escritor soy!
Me deleito en escuchar los ecos de mi pensamiento retumbando en la habitación, como si mis palabras las repitieran un coro de querubines celestiales al compás de las fanfarrias, mientras llueven pétalos de rosa. Sí. Mi nuevo proyecto me está entusiasmando.
Después de mis egocéntricas y autocomplacientes divagaciones, regreso al mundo real. Aún queda mucha novela por escribir, pero me gusta. Los personajes me intrigan, y en mi cabeza se están tejiendo las subtramas a una velocidad pasmosa. Tengo material, argumentos y deseos. Tantos, que desde que empecé me obsesiona pensar cuándo la tendré terminada. En teoría para el verano, ¿pero por qué no puede ser antes?¿Puedo aumentar mi ritmo? En fin, mi historia me llena de ilusión y de vida. No importa que en el trabajo llegue tardísimo a casa. Necesito escribir, aunque sea a costa del sueño. Lo necesito.
Por la red encontré un interesante Blog sobre el mundo de la publicación,
Three Percent, y de él os traduzco un interesante artículo. Habla sobre el Informe Cheney, elaborado después del Crash de 1929, tras la gran crisis editorial que sucedió a continuación en 1932. La Historia es un círculo continuo. Todo se repite:
Después quince meses de investigación exhaustiva, la "Encuesta Económica de la Industria Editorial, 1930-1931" (Informe Cheney) fue publicado en enero de 1932. El informe es incisivo y no se detiene en sus críticas sobre cada aspecto del mundo editorial y más allá. Cheney acusa a los editores y libreros de confiar en la intuición para tomar decisiones empresariales, editoriales y de compra, en vez de emplear un método científico, apoyado en la estadística de los hechos reales. Les acusaba de su falta de creatividad para desarrollar los talentos de los autores noveles y se ensaña con ellos por "asesinar" títulos potencialmente exitosos al lanzarlos sin más a un mercado tan saturado de obras similares, que simplemente los unos "canibalizan" a los otros.
Cheney estaba preocupado por la falta de uniformidad en los tamaños y materiales de los libros impresos, lo que en su opinión elevaba mucho los costes de producción, innecesariamente. Se enfrentó a los publicistas y críticos de libros por no lograr generar suficiente interés por los libros y en consucuencia por no permitir que los lectores se formaran un opinión adecuada sobre qué libros comprar. Culpó a los libreros por acumular montones de títulos de ficción de temática similar y por no molestarse en estudiar los intereses y hábitos de lectura de sus clientes.
Cheney incluso habló contra los profesores de las escuelas, por no promover la lectura y usar métodos de enseñanza desfasados y aburridos, lo cual daba lugar al fracaso para estimular la lectura entre los estudiantes, desde los de primaria hasta incluso los universitarios.
Aunque era otra época, es curioso contrastar cómo muchos de los problemas mencionados en el Informe Cheney aún persisten en el mundo editorial. Curioso, ¿verdad?
viernes, 15 de enero de 2010
Un 10 en escala de Richter
La noticia del momento es aterradora, y por ello tengo que comentarla. Sí, se trata del terremoto en Haití.
Charles Richter, sismólogo estadounidense (1900-1985) propuso una escala de cuantificación de los efectos de los terremotos, basado en la energía liberada por un hipotético sismo en una zona urbana determinada en el sur de California. La escala que propuso Richter está numerada desde 0 hasta 9, sin embargo, no tiene límite superior ya que es función únicamente de la energía liberada:
La magnitud del terremoto de Haití ha sido 7.3. Eso supone una energía de 400.000 toneladas de TNT. La bomba atómica de Hiroshima de 1945 alcanzó una potencia de 20.000 tm TNT. Eso significa que Haití ha sido devastada por la Naturaleza con la fuerza aterradora de 20 bombas atómicas.
Aunque digan que fue 7.3, tanto da que fuera un 10, porque la destrucción ha sido total.
Ser escritor supone tener la capacidad de imaginar vívidamente la vida de otras personas, reales o ficticias, para poder contarlo por escrito. Esta aterradora situación es la que he experimentado esta semana:
"Es de noche. Son cerca de las dos de la madrugada. Las ventanas están abiertas, porque la noche es cálida. No hay luna. Se oye la música de algunos transistores transnochadores. Los grillos y chicharras llaman a las hembras con su canto, y varias parejas abrazadas deambulan por las aceras sin rumbo fijo, sólo pendientes de sus besos. Varios coches se saltan los semáforos, bajo la incierta luz de algunas farolas encendidas. Un ciclista solitario regresa a su cabaña de madera y adobe. La tele se ha vuelto a estropear y sólo da interferencias.
De repente, los grillos y chicharras callan, y los murciélagos echan a volar desde los árboles. Alguien mira al cielo, extrañado. Y acto seguido, todo se mueve. El suelo se abre. Todos gritan pero nadie se escucha, porque el ruido es atronador. Se abren las carreteras mostrando sus entrañas, las luces (todas las luces de la ciudad de Puerto Príncipe, con 3 millones de almas) se apagan, y los edificios se hunden, colapsando como una montaña de naipes. Pocos alcanzan la calle en la oscuridad. Algunas bombonas de butano estallan, iluminando un paisaje lunar. Gritos, caídas, muerte. Y cuando la tierra reposa al fin, la noche sin luna se lo ha tragado todo, y para los supervivientes sólo queda la negra oscuridad y un pandemonium de gritos y alaridos de locura. Las madres buscan desesperadas a sus niños, sin encontrarlos enteros.
Y cuando llega el alba, los vivos casi desean la suerte de los muertos."
En unos minutos, Haití ha regresado a la Edad de Piedra.
¿Puede hacerse algo?
Sí. Hay formas; usadlas. ¿No hubo dinero para ayudar a los bancos? Espero que lo haya para los seres humanos. La Naturaleza puede golpearte a ti mañana. No hablaré de literatura hoy.
domingo, 10 de enero de 2010
Cosmos
Me siento meláncolico. No sólo debido a la ausencia del calor del sol, oculto tras las nubes oscuras y frías que copo a copo son la causa del manto blanco que cubre calles y coches. El frío me entorpece. Mientras escribo el cuarto capítulo de mi nuevo proyecto caigo en la cuenta de que mañana vuelvo a mi Exilio, a doscientos sesenta y cuatro kilómetros de mi casa, de mi hogar, del lecho de mi amada, y descubro como cada domingo por la tarde que eso no me gusta. Y que casi he consumido la mitad de mi existencia en esta Tierra.
¿Cuánto me queda?¿Otros treinta y cinco años? Entre ayer y hoy he visto los dos primeros capítulos de Cosmos. ¡Qué joven era cuando vi esa serie por primera vez! Más joven, más ingenuo y más feliz; bueno, con una felicidad diferente, con la felicidad del adolescente de trece años para el que no existía crisis energética, ni guerra de Irak, ni paro ni terrorismo. Cuando para leer tenía horas y horas, cuando no faltaba a la biblioteca del colegio ni un sólo día a coger nuevos libros. Carl Sagan nos llenaba de entusiasmo. La sonda Voyager había salido del Sistema Solar, hacia el infinito, y los jóvenes aún jugábamos en las calles.
He visto Cosmos, y he visto de nuevo a Carl Sagan sonriente, pero él aún no sabía su destino. Y él ya no está tampoco. Ni Asimov; ni Clark. Ni mis abuelos tampoco.
En cuanto me paro de la vorágine moderna, si levanto la cabeza fuera de mi saco de paja y mi yugo, me aterrorizo al mirar el futuro que me aguarda. ¿Y qué hacer? El esclavo liberado puede sentir terror de su libertad.
Espero que mi vida cambie. Y espero cambiar mi vida. Mientras, escribo mi cuarto capítulo, y me doy cuenta de que mis emociones son universales, de que mis personajes sufren y suplican que su vida cambie también, con la diferencia que, al ser personajes históricos, yo ya conozco su terrible destino, inesperado e impredecible.
La vida es impredecible. El mundo es demasiado hermoso y la vida, demasiado corta. Recordadlo.
¿Cuánto me queda?¿Otros treinta y cinco años? Entre ayer y hoy he visto los dos primeros capítulos de Cosmos. ¡Qué joven era cuando vi esa serie por primera vez! Más joven, más ingenuo y más feliz; bueno, con una felicidad diferente, con la felicidad del adolescente de trece años para el que no existía crisis energética, ni guerra de Irak, ni paro ni terrorismo. Cuando para leer tenía horas y horas, cuando no faltaba a la biblioteca del colegio ni un sólo día a coger nuevos libros. Carl Sagan nos llenaba de entusiasmo. La sonda Voyager había salido del Sistema Solar, hacia el infinito, y los jóvenes aún jugábamos en las calles.
He visto Cosmos, y he visto de nuevo a Carl Sagan sonriente, pero él aún no sabía su destino. Y él ya no está tampoco. Ni Asimov; ni Clark. Ni mis abuelos tampoco.
En cuanto me paro de la vorágine moderna, si levanto la cabeza fuera de mi saco de paja y mi yugo, me aterrorizo al mirar el futuro que me aguarda. ¿Y qué hacer? El esclavo liberado puede sentir terror de su libertad.
Espero que mi vida cambie. Y espero cambiar mi vida. Mientras, escribo mi cuarto capítulo, y me doy cuenta de que mis emociones son universales, de que mis personajes sufren y suplican que su vida cambie también, con la diferencia que, al ser personajes históricos, yo ya conozco su terrible destino, inesperado e impredecible.
La vida es impredecible. El mundo es demasiado hermoso y la vida, demasiado corta. Recordadlo.