miércoles, 26 de diciembre de 2018

Escribe lo que te apasiona y a tu manera

Esa gran frase no es mía, es la que Blogger muestra al inicio de su aplicación de gestión del blog. Y me ha encantado, porque resume la esencia de lo que hoy quiero comentar.

EL VENECIANO, mi nueva novela, navega en el mar de los libros, con dos meses de presentaciones y promociones realizadas. Para EDHASA tengo infinitas palabras de elogio y agradecimiento. En este mundo de desánimo, que alguien muestre pasión por un libro es una bendición. En estos dos meses he estado centrado en mi trabajo de ingeniero y en la promoción. No he escrito nada. He leído y sigo leyendo. Y he soportado la Navidad y las infinitas listas de recomendaciones literarias.



Son interesantes y atrayentes, porque te muestran muchos libros (ensayos, novelas) que te abren el apetito lector. También llenan de inquietud y desazón. Veo novelas con una pinta magnífica, con autores compañeros que escriben de maravilla. Muchas. Muchísimas.Y el tiempo escaso convierte la necesidad de elegir entre tanto en una tortura, porque elegir siempre supone rechazar, o como poco posponer.
Trabajo literario no me falta. Tengo dos manuscritos por revisar, el compromiso de la lectura crítica del trabajo de un amigo y alguna idea nueva que pide tiempo también para crecer. Pero no estoy escribiendo, lo estoy dedicando a leer sin prisa.



En estos dos meses, he leído mucha novela histórica y también ensayo histórico. De las novelas, he topado con libros malos de autores muy conocidos; con libros aburridos de comienzo prometedor pero nada más;  con autores que conocía y que han vuelto a sorprenderme; con autores bestseller que me han mostrado erudición pero un final sin emoción; y con autores entregados que me han emocionado.

Para que conste, hablo de José Soto Chica y de Isabel Barceló. Ambos me han llenado de color con sus palabras estos días (días grises laborales; días descoloridos de fiesta descolorida salvo por mi hijo, mi mujer). Y te das cuenta que la magia de la literatura aún existe, por mucho que parezca que no y que todo son listas odiosas de los libros más recomendados para esta Navidad. Listas odiosas no por los libros que aconsejan, sino porque son tantas que parecen infinitas y porque te hacen ver que por mucho que leas, te dejarás atrás infinitos libros. Al final tanta lista a mí me provoca lo contrario: dejarme de listas, pasarme por la librería sin pedir consejo a nadie, y dejarme arrastrar por la vista, por las portadas, por los colores, por el tacto del cartoné; por las primeras palabras de las contraportadas. Y comprar uno o dos libros para estos días de locos y excesos.

Que si hay que escribir para los lectores, que si todos queremos ser bestsellers, o longseller, o dar el pelotazo con diez ediciones, que si lo que se lleva es el thriller o la novela histórica, o la de género negro, o algo que sea la fusión de todo eso a la vez. Te pones a pensar qué quieres contar, o mejor, si lo que quieres contar es eso, algo que quieres y te emociona, o si te pones a divagar sobre qué quieren ahora los lectores, o qué querrán en dos años, porque un manuscrito de 300 páginas no se escribe en una hora. Si escribes lo que tú quieres o lo que el editor quiere, o lo que los lectores quieren, o lo que Amazon y sus algoritmos quieren.

Y la respuesta a tantos párrafos de esta entrada, fíjate tú, está justo en el título de la entrada. Es igual que con los blogs. Escribe sobre lo que te apasiona y a tu manera, y punto final. Rompe todas las reglas que creas convenientes y escandaliza a los ortodoxos. Escribe por lo que mismo que lees: porque encuentras palabras que te emocionan. Eso es lo que ha conseguido Isabel Barceló y "Mujeres de Roma", de Editorial Sargantana. Y lo que ha conseguido José Soto Chica, con un manuscrito aún  no concluido. 

Sin emoción, todo lo que se hace es un error (mi jornada laboral actual de ingeniero es ejemplo de esto). Puede ser la necesidad lo que te empuje, o la inquietud a probar cosas diferentes, pero que actuar o hacer sea práctico o cuestión de pura superviviencia no quita que siga siendo un error. ¡Emoción, lectores! Vivid en busca de esa emoción que a veces aparecen en los libros y que los libros os recuerdan.

Menos mal que tengo libros cerca.

¿Veis? Yo no os recomiendo ningún libro. Escribe o lee si te apasiona estos días; y si no, disfruta de la vida con emoción haciendo otra cosa. Soy honesto. Los libros son una pasión pero a la vez pueden ser una cárcel de ficción.

Casi seguro será la última entrada de este año. Prometo enmendarme y mejorar mi periodicidad, aunque sé que pocos me leen en este Blog.

Os deseo un prometedor nuevo año 2019.

martes, 6 de noviembre de 2018

EL VENECIANO, ya en las librerías.

Desde hoy, 6 de noviembre ya se puede encontrar en las librerías mi nueva novela: EL VENECIANO, publicada por la editorial Edhasa.



El que Sergio Vila-Sanjuán, crítico cultural, haya opinado muy bien de ella, es un inicio prometedor para mí.

Podéis descargar y leer el inicio de la novela en mi web:
Comenzar a leer EL VENECIANO (primeras páginas)

Y también os dejo las fechas de las presentaciones que realizaré, por ahora están cerradas las siguientes:
-En GRANADA, Librería Babel, el viernes 16 de noviembre, a las 19:00h
-En SEVILLA, Librería Verbo, el miércoles 21 de noviembre, a las 19:30h
-En MÁLAGA, Librería Proteo Prometeo, el jueves 29 de noviembre, a las 19:00h




Nuevo libro, nuevas esperanzas literarias.
En esta nueva aventura editorial, tengo optimismo renovado. Este año estaré en las baldas junto a grandes compañeros de letras (suerte he tenido de encontrar en ellos también a grandes personas), como Teo Palacios, Francisco Narla y Javier Pellicer. Formar parte de la editorial Edhasa, junto a otros autores como Lindsey Davis cuya obra es un hito lector en mi vida, me ilusiona y me inspira. Penélope Acero, editora, contagia optimismo.

Cualquier cosa que queráis comentarme, podéis acceder a mí a través de las redes o del correo electrónico. Los autores necesitamos conocer la opinión de los lectores. Críticas buenas y malas. Aceptar críticas y aprender de ellas es el paso para avanzar.

Ahora, lectores, el libro es vuestro.
(Buena suerte en las baldas, hijo mío)

lunes, 1 de octubre de 2018

¿Pero todavía va gente a las librerías?



Es el comentario que me hizo hace unos días un compañero de trabajo. Según él, como vivimos en un mundo global, ¿para qué ir a una tienda, si todo puede comprarse online? Y es que esa parece la tendencia para todo. Antes ibas a una tienda porque tenía escaparate donde ver qué ofrecían y entrabas a comprar porque era donde podías adquirirlo. Ahora, ni siquiera los productos perecederos se salvan. Todo puede comprarse a través de una pantalla. No es necesario salir de casa.
                No es que sea algo malo. Es práctico, desde luego. Yo también compro online, y casi siempre libros. Pero mi preferencia es acudir a una librería. Compro online porque no tengo tiempo de escaparme dos horas a perderme entre libros. Cuestiones de tiempo y familiares.

                ¿Qué busca alguien en una librería?

                -Una recomendación de lectura por parte de un librero. Pero mi compañero dice que ya por la red puedes encontrar la opinión de miles de consumidores sobre cualquier cosa, que miles de anónimos comentaristas hablan sin tapujos de lo bueno y de lo malo, sin sesgos interesados. Que un librero no puede saber sobre todos los libros que vende, así que al final casi seguro que lo que te comente no te aporta nada.



                -La lujuriosa satisfacción de ver estanterías llenas de libros, posibles lecturas satisfactorias. Pero mi compañero dice que en cualquier web de libros un lector curioso puede hallar lo mismo en su inacabable catálogo digital.

                -El placer encontrar un libro insospechado que le sorprenda. Pero mi compañero dice que eso de comprar al azar no requiere ir físicamente al establecimiento.

                -Una librería es un punto de encuentro cultural. Pero mi compañero dice que no, que una librería es un almacén de libros, que trae libros de otro almacén aún mayor, y que para qué pagar por un intermediario.

                -La palabra escrito porque alimenta la imaginación y la curiosidad. Pero mi compañero dice que ver una página llena de letras le aburre y está obsoleto. Lo que hay que hacer, dice él, es presentar las historias de los libros en formato serie o documental, con modelos tridimensionales, escenarios, música evocadora, algo excitante que no aburra, y que no requiera tanto esfuerzo de concentración.


 Pero la gente sigue leyendo (salvo mi compañero). Cada año se sigue celebrando la Feria del Libro de Frankfurt (este año del 10 al 14 de octubre) donde acude cientos de agentes y editoriales a negociar publicaciones y traducciones de miles de libros, de un país a otro. La lectura sigue viva, compitiendo con otras formas de entretenimiento audiovisual. Pero la palabra escrita es la fuente madre de la que se alimentan esas otras formas. Acudir a la fuente madre es una poderosa experiencia. Cada libro es una llave a otro mundo, pero ese mundo depende de cada persona, de sus emociones, experiencias e imaginación. En algunos se convierte en adición. En otros, nada. La palabra escrita no es para todos. Y sin embargo esa misma palabra en imágenes puede convencer a los renuentes. Al final, lo que pasa es que queremos que nos cuenten historias, y nos gusta el aspecto tribal de compartir esas historias y experiencias.

Por eso acude la gente a la librería, para convertir una actividad solitaria en una actividad de tribu. Por eso podrás jugar online en casa, pero preferirás hablar de libros en persona con otros bibliópatas en una librería.

Creo que quien no lee se está perdiendo uno de los placeres de la vida.

miércoles, 11 de julio de 2018

Steven Saylor: nueva entrevista (Spanish & English)

Hola, amigos.
Hoy os traigo una nueva entrevista a Steven Saylor, publicada hoy día 11 de julio en el Blog XXSiglos.

El enlace de la entrevista en español es este:
https://blogs.20minutos.es/xx-siglos/2018/07/11/steven-saylor-nunca-hay-una-buena-razon-para-falsear-deliberadamente-la-historia/

Y aquí en mi Blog os dejo la entrevista en inglés, cortesía tanto de David Yagüe (20 Minutos) como del propio autor.





Interview with Steven Saylor (by David Yagüe, "20 Minutos")

After ten years and three prequels of Gordianus, you return to the main story of Roma Sub-Rosa with The Throne of Caesar. Why have you waited for this novel so long time? Has “The Ides of March” been an special challenge for a historical fiction writer?


After The Triumph of Caesar, the next logical step in the series, the next big event, was the assassination of Julius Caesar—but how could I write a murder mystery about one of the most famous murders in history? I did not have an answer yet, so I turned to something I had wanted to do for a long time, which was to take the young Gordianus to see the Seven Wonders of the World. After that prequel, The Seven Wonders, I stayed with young Gordianus for two more prequels, Raiders of the Nile and The Wrath of the Furies. Then I had a new book contract and my American editor said, “it’s time to write that Ides of March novel!” And at the same time, an American Classicist names James O’Hara whispered a single word in my ear and gave me the idea of how to write the book—a secret plot that would run through the novel, even as I wrote a thriller about Caesar’s assassination. And so I finally wrote The Throne of Caesar, which I call the capstone of the Gordianus series—perhaps the final novel of the series.

 Do you know when this novel will be published in Spain?

Like my most recent novels, The Throne of Caesar will be published in Spain by Los Esfera de los Libros next November.
 
After so many years, novels and tales, Who is Gordianus for Steven Saylor?

The two of us have grown old together. At first I was older—in the first novel, Roman Blood, he is about thirty and I was about thirty-five when I wrote it. Then in the novels that followed, he grew older faster than I did, so he gave me a preview of what might come—that is to say, I had to imagine what it would be like to become slower, more cautious, more weary of the wicked ways of the world, but also, perhaps, a bit wiser. When I wrote the first prequel, The Seven Wonders, I had the opposite challenge—to think back and find the voice of a 17-year-old Roman youth, when I myself had reached my fifties. I rather enjoyed being 17 again! So Gordianus has been my alter-ego—not only my imaginary life as an ancient Rome, but an exploration of the various stages of my own life.

I don’t think of Gordianus as a person separate from myself. Perhaps I should do an interview with him. But would Gordianus ask questions of me, or would I ask questions of him?

 Your novels show a very deep knowledge about ancient world, Do you think that historical fiction writer have more responsibilities with the reader than others who write fantasy or contemporary fiction?

Absolutely. There is never a good reason to deliberately falsify history simply to create a story. And there is no excuse for being careless with research, especially when writing about ancient Rome, where the historical material is so abundant. There is a bond of trust between the reader of historical fiction and the author. I take that responsibility seriously.
 
Is historical fiction an educational genre?

It should be. I hope that readers of my novels have a better understanding of the ancient world because they have read my books.

 Mystery stories set in History may present some problems: if you try to seem so historical, maybe the reader don´t enjoy the thriller; but, if you write a very modern mystery, you can result anachronistic. I think, you and Gordianus achieve a very natural balance, but what do you think about that question anyway?

I always begin with the history—with some big event, like the slave revolt of Spartacus (in Arms of Nemesis)—and then I look for a way to create a mystery plot (because I love a murder mystery), using actual places and people as well as fictional characters. The history and the thriller plot should work together, as should the psychological themes of the novel. If it is all in balance, it should seem very real to the reader—exotic but somehow familiar, far away in time but still compelling and alive. The dead past seems to live again, transcending time and death—what could be more wonderful than that?

 When you write these kinds of novels, Is Umberto Eco and his Name of the Rose the main guide?

Certainly, The Name of the Rose was a direct inspiration when I wrote the first novel, Roman Blood. Umberto Eco did not create the historical mystery, but such books were not common at that time, and his book was very successful both artistically and financially, and in many countries. When I began Roman Blood, inspired by an actual murder trial with Cicero for the defense, no one else had written a murder mystery set in ancient Rome, so I hoped not only to follow Eco’s inspiration but also to do something new. At almost exactly the same time, Lindsey Davis wrote the first of her Falco novels, which became very successful in England.

 Do you read other authors similar to you? What do you think about the novels of Lindsey Davis or David Wishart?

I actually do not read my fellow novelists who set stories in ancient Rome, for two reasons. First, I do not want to unconsciously steal ideas, or pick up any inaccurate ideas that might be in their books. And second, at the end a working day writing about Rome, I want to relax with a story far from Rome, like a good Scandinavian mystery. Rome is my job during the day, so for entertainment I go elsewhere.
 
Don’t you think that the ancient Rome novels have or a very Christian view about sexuality, or, on the contrary, too modern? Probably your characters are an exception…

It is not an accident that the Gordianus series is set in an era before Christianity, so I do not have to deal with Christian morality at all—it does not yet exist. As much as possible, I want the characters to think and act from a pre-Christian psychology. It is always interesting to see how they are like us, or unlike us. For example, they accept slavery without question, which is appalling to us, but they also accept homosexuality without question, a subject of so much controversy in my lifetime.
 
Are Roma and Empire your best and most ambitious works?

In many ways, yes. It has been a great challenge to weave a story that follows a family through the first 1000 years of Roman history (in Roma), and then through the era of the first emperors, from Augustus to Marcus Aurelius (in Empire). But now I am dealing with an even greater challenge, working on the third novel in that series, because that book will span the time from Marcus Aurelius, the philosopher-emperor, to Constantine the Great, the first Christian emperor. This is a time of much chaos and enormous change. How and why did the Pagan world end, and the Christian world begin? What was it like for the people who lived through such a time? But, after writing so many novels over so many years, I enjoy a new challenge, and this book will require all my skills as a researcher and as a novelist.

 Why do you decide to write this two novels?

It was my publisher in England, a wonderful man named Nick Robinson (who is no longer alive), who invited me to his flat in London and over cocktails suggested I write a “big book”—something one a much larger scale than the Gordianus novels. I thought of the genre created by James Michener and continued by Edward Rutherfurd, where a certain place or a great city itself is the main character of a story that spans many lifetimes, and realized that no one had written such a novel about Rome. Thus the idea for Roma was born.


I read you saying that J. R.R. Tolkien influence you as a writer. He is not a very usual election for historical fiction writer…

No story was more important to me when I was young than The Lord of the Rings. I love it so much, and Tolkien’s achievement was so great, that I never thought to write fantasy myself—Tolkien has already done it. But when I came to write historical fiction, I wanted to do the same sort of “world building” that Tolkien did, creating large stories with an enormous background—but my background is the actual world of ancient Rome, with its myths and legends.

 As an American, Do you think that you have a different vision of Ancient Roma than, for example, Europeans writers?

Almost certainly. Anyone who writes historical fiction is seeing the past through a certain lens, influenced by his own place and time. I grew up during the height of the American empire, so that must have an influence on me, which is different from a writer who grew up, for example, in Communist Hungary, or modern Italy, or Spain.


Do you read any Spanish writers?

Some of the greatest Roman writers were born in Spain, of course—Seneca, Martial, Lucan. I’m afraid I don’t know much about current Spanish literature, though in my university days I read García Lorca, Santayana, and of course Cervantes and what we call in English “The Lay of the Cid.” Also, one of the most interesting historians of the ancient world today is a Spaniard, Leonardo de Arrizabalaga y Prado, who also writes in English. His book The Emperor Elagabalus: Fact or Fiction, published in 2014, is a revolutionary approach to one of the most mysterious Roman emperors, absolutely brilliant.

 Are you sure there wont be more Gordianus the Finder novels? And, if it is true, What are your plans for future?

As we say in English, “Never say never!” Perhaps I will return to the younger Gordianus, because  I think he visited Jerusalem after the events of The Wrath of the Furies, and there must be in interesting story there. But for now all my energy is focused on the next novel in the Roma and Empire series.

Twitter: @StevenSaylor_Sp




miércoles, 27 de junio de 2018

Por qué me gusta escribir. Por qué me gusta la historia.



Hoy he tenidos noticias en el trabajo. Pronto habrá cambios para mí, y no sé si para bien o para mal. No por esperadas han dejado de sorprenderme, ni de sumirme en una especie de duelo y tristeza.

Por eso, esta tarde me he escapado al pasado dos mil años atrás. He visitado Itálica. Y como cada vez, me ha sorprendido. El calor aún es soportable. Por dos horas he sido el único visitante de todo el yacimiento. Trajano, el emperador romano que expandió Roma hasta su máxima extensión, la enriqueció, la dotó de nuevas termas, murallas, acueductos, calles y ciudadanos. Y en vez de ser un polo de atracción cultural, duerme en la desidia de la administración pública. Debería estar llena de visitantes, rebosar vida; en vez de eso, más que un yacimiento de primer orden parece un enorme monumento muerto, envuelto en olvido y soledad.



En esa soledad he paseado por sus calles. ¿Por qué me gusta escribir? Porque a veces no soy de capaz de articular mis miedos, mi desasosiego en forma hablada, y en cambio es fácil hacerlo por escrito. Esos días, mis personajes sufren. Esos días, escribo mis mejores páginas.

Hoy he jugado a leer las piedras, las grandes losas de las calles romanas de Itálica. De sombra en sombra, de piedra en piedra, hasta que he encontrado lo que buscaba. El eco del pasado. Donde muchos quizás ven un lugar tórrido y sin interés, yo me emociono. Esas rayas no son un sinsentido. Son los trazos que realizó de un hombre que una vez fue niño, y allí, en la calle, entre decuriones, duunviros y sacerdotes, entre esclavos y mercaderes, jugaba con otros amigos cuando aún tenía tiempo e infancia. Un niño que crecería, que se alistaría en las legiones, y que, con suerte, quizás consiguiera volver de las guerras con Trajano en el otro extremo del imperio, en Ctesifonte, con riquezas, honor y tierras, y quizás pudiera enseñar a sus nietos a jugar a aquel mismo juego, sobre aquella misma piedra.



En una de las calles secundarias se ha dejado visible tras una reja un tramo de tubería romana, una tubería de plomo. De nuevo, el eco del pasado. Sobre su superficie se lee IMP. Un fontanero hizo la tubería, doblando una lámina de plomo en su taller, con sus extremos de enchufe y campana, como en este siglo XXI, y con su cierre longitudinal estanco, doblado como el pliegue de una empanada. Y ese plomo, ¡si hablara! Quizás llegara desde la minas de plomo argentífero de Cástulo, la actual linares, descendiendo por el río Betis (el actual Guadalquivir) en forma de lingotes con los dos sellos de control imperial hasta Hispalis, y desde ahí, a la factoría del fontanero. Un rico propietario le pagaría, para que dotara a las letrinas de su nueva casa en Itálica de salida de aguas a la cloaca máxima. Esa cloaca que también recoge las aguas sucias del anfiteatro.



El anfiteatro. ¿Ocultará en sus galerías oscuras los rastros de mensajes de amores desdichados, de promesas electorales siempre incumplidas? Y esos sumideros junto a la entrada del monumento, a saber si no recogerían las necesidades urinarias incontenibles de asistentes tardíos al espectáculo; o de borrachos nocturnos esquivando a los vigiles de guardia.

Al atardecer he descubierto el acceso  a la cavea media, y he llegado al palco central. Allí la visión del anfiteatro es magnífica. Por la mañana disfrutaría de las luchas entre fieras y luchadores, y por la tarde, los gladiadores se ofrecerían para deleitarme con su ferocidad y su exhibición de habilidad y fuerza.

El pasado me provoca esas ensoñaciones que me alejan de mis preocupaciones, mis miedos, mis inseguridades. Por eso me gusta la historia. Por eso, me gusta escribir novela histórica, intento escribir novela histórica y no desanimarme, porque aún (¡no se cuánto me durará esta sensación!) me siento un aprendiz. Hay mucho libro bueno y muy buenos escritores ahí fuera. Y todos ellos me intimidan.
En realidad, desde hace ya algún tiempo, me intimidan muchas cosas.
-Necesito formar parte de algo. Formar parte de algo bueno.
(El último judío, de Noah Gordon, pág. 264)
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