domingo, 12 de abril de 2015

Escribir una novela (XXIV): librito o novelón

Cuando comienzo a pensar en una nueva idea, en un nuevo argumento, aparte de tener una escena como punto de partida y una ambientación de época que rodee la historia y la complete, me hago una reflexión: cuántas páginas deseo escribir para dar forma a mi nueva novela.

No es asunto baladí.¿Importa eso al desatar la creatividad? ¿No dicen que cada historia, si se hacen caso a las Musas, acaba teniendo las páginas que necesita, ni más ni menos? Las Musas inspiran, pero el que escribe y decide es el escritor. ¿Es necesario detallar cada mínimo gesto de los personajes? Hay que tener en cuenta que se debe detallar cuando lo que se detalla es importante para la novela, y no sólo si es ambientación.



Novelas con mil y pico páginas, haberlas haylas. Con trescientas y menos, también. Un escritor puede necesitar decenas de páginas porque desea contarnos algo relevante, o simplemente pretende causar placer estético al recrearse, o bien, se le va de las manos las subtramas y los personajes. O bien, porque realmente es una novela coral que necesita todo eso. Es fácil rellenar cientos de páginas: crea muchos personajes y cruza sus vidas, que aparezcan conflictos, desenlaces, hechos... Lo difícil, difícil, es mantener el interés del lector es esos cientos de páginas, ahí radicar la habilidad del escritor. Pero por otro lado, ¿es menos hábil quien es capaz de emocionar más con menos palabras? ¿Quien comprime una historia completa en trescientas páginas, sin excesos, sin decenas de personajes, sin tramas que duren treinta años? Yo creo que es más hábil el que reduce que el que extiende. Libros gruesos, libros livianos: he leído de ambas clases, y en ambas he tropezado con auténticas joyas que devoraba horas y horas, y peñazos auténticos que se me atragantaban.

Aparte de la experiencia lectora de cada lector, que influye y mucho en cómo afronta cada nueva lectura, sí me hago una reflexión cierta. Antes, de adolescente, y antes de ponerme yo mismo a escribir, disponía de mucho más tiempo para leer. No me importaban las páginas si el novelón lo merecía. Tragaba y tragaba. Ahora, con más años, más obligaciones, más interrupciones (es ya una utopia disponer de 4 o 5 horas seguidas de lectura), más estrés, más cinismo, más desengaño, más de todo, ya no tengo tanto tiempo. Estoy empezado a tener preferencia por libros de espesor moderado, que no me condicionen mi escaso tiempo en demasía y que no se me eternice la lectura. Así, además, puedo leer más libros, más autores, y recrearme en más narraciones que esperan. Mi "Pila de Lecturas Pendientes" es desasosegadora.

Pero luego reviso mi librería, me regocijo en lo que leí y disfruté, y digo, de tanto en tanto, "¡Qué carajo! Ahora le toca a éste". Sin discriminar si tiene más o menos páginas. A leer y punto.

Importante. Si escribes teniendo en mente un objetivo de páginas, serás capaz de centrarte en lo valioso y en eliminar lo superfluo de tu escritura. Plantéate qué escribir, pero cómo escribirlo para condensarlo en pocas páginas. Es un buen truco para dar agilidad de relámpago a tu manuscrito.
Como recomendación: piensa crear un manuscrito de 300 páginas, y tal que seas capaz de escribirlo en un año.
A partir de ahí, culpa a las Musas.