domingo, 22 de enero de 2012

Suposiciones razonables

Esta semana ha sido intensa, y esperaba culminarla con novedades jugosas sobre mis libros. Pero no.

De mi primera novela, "El esclavo de la Al-Hamrá" (Octubre 2010, Ediciones B) me he visto gratamente sorprendido con la noticia que me ha dado un lector, pero estoy en espera que me lo confirmen desde la editorial. Sí la he visto anunciada en AMAZON junto a su traducción hermana en serbio "Vezirova Osveta" (Octubre 2011, ALNARI). Me pregunto cómo irá en aquellos lugares. La he visto mencionada en varias Webs del país, pero como no entiendo el idioma no sé cómo habrá sido recibida.

En Granada al menos sigue estando visible. Esta semana he constatado que en varias librerías y puntos de venta donde se había agotado en Navidad lo han repuesto con varios ejemplares disponibles, a la vista y en buena posición. No puedo evitar fijarme en esos detalles cuando me intereso por un libro de documentación o por ver alguna novedad que me interesa, por ego o porque sé que es una lucha lo que tiene lugar en los estantes, donde unos se ven y otros dejan de verse.

De mi segunda novela, "El Mármara en llamas" (Marzo 2012, Ediciones B), pensaba tener ya la portada pero se ve que mis ideas no se lo han puesto fácil a los ilustradores. Me llegó una propuesta, a la que hice varios comentarios. Quiero que quede perfecta, y no es sencillo, por el proceso de creación de la portada, a medias artesanal a medias informatizada. Hay detalles que dependen de la evolución de los descubrimientos arqueológicos, y no siempre hay consenso entre los expertos; y hay que tomar suposiciones razonables.



Más de una vez, cuando he comentado que escribo novela histórica a amigos y familiares, y les he mostrado mi preocupación por cómo será recibida por público en general y por gente más en conocimiento sobre la época en cuestión, ellos quitan hierro al asunto con la susodicha palabras: "licencia del autor"

No me gustan las licencias del autor. Las evito siempre que puedo.

Una cosa son las lagunas históricas, en las que faltan datos de fuentes de la época y que sus suceptibles de suposiciones razonables (que dicho sean de paso, permiten la creatividad del autor), y otra cosa modificar el hilo temporal de acontecimientos y hechos registrados en crónicas y códices, y que poco tienen de interpretación. Lo primero es necesario, si queremos contar una historia.

Rellenamos huecos suponiendo a partir de lo que conocemos, de forma defendible. Lo segundo, nunca me ha gustado. Más de una vez he deseado que tal personaje muriera años más tarde, o no hubiera hecho tal cosa, porque conviene a mi trama.

Y aunque quizás eso diera más riqueza a mis escritos, y sólo los especialistas lo apreciarían (descubriendo la trampa) no me parece correcto. Por eso me agobio: toda la documentación que leo nunca me parece suficiente, siempre me quedan cosas por aprender (y eso que mi mujer me dice a veces "que regrese de la Edad Media", cuando me abstraigo en mis mundos).

Por otro lado, tampoco me veo capaz de dedicar 10 años a una novela para que sea perfecta en todos los aspectos, diez años cambian una historia y también al autor y su percepción del mundo. Supongo que es complicado hallar el equilibrio perfecto entre dedicación a una novela y la búsqueda de su perfección (formal, estética, argumental, literaria).

Y en medio de ese desequilibrio, ya estoy con mi siguiente novela, dándole forma al primer borrador, previo guión de trabajo. Estoy de nuevo en la Edad Media.

Espero dentro de unos días concretaros más todo esto. A esperar toca.