martes, 23 de agosto de 2011

Escribir una novela (II): surge la idea


Bien, ya sabemos que no tenemos que agobiarnos con las descripciones. Al igual que una película, un periódico, un evento, nuestra vida, nuestra novela tendrá unos límites, un marco de referencia del que no nos vamos a salir (no necesitamos conocer el Universo infinito) y tendrá un principio y un fin.

Quiero escribir una novela. ¿Sobre qué?¿Cómo empiezo? O mejor dicho, ¿cuál es el arranque de la inspiración, que me permite vislumbrar la primera palabra, el primer personaje, el primer hálito de mi creación?

Ojo, he dicho vislumbrar, no escribir. Es hora de vislumbrar pero no de escribir. Para poder escribir antes tendremos que preparar un guión, pero no adelantemos acontecimientos.

¿Cómo vislumbro algo sobre lo que escribir?

Debe ser un "algo" que me trasmite un "algo diferente", que estimula mi curiosidad y me hace preguntarme cuestiones como: "¿Por qué?", "¿Y si....?" "¿Qué pasaría si...?"

Todos tenemos nuestra vida, con problemas y pequeñas alegrías, preocupaciones, complicaciones inesperadas... no nos engañemos, eso mismo le pasará a nuestros personajes. Vivirán como nosotros, siempre en la incertidumbre del futuro, sentirán las mismas emociones que nosotros. Ira, miedo, rebeldía, venganza, amor, desdén, alegría, terror, valentía y esperanza, todo eso lo vivirán también ellos.

En nuestro día a día estamos rodeados de historias e ideas. Toma un periódico y lee los titulares. Alguno habrá que te atraiga, que te haga preguntarte "¿Por qué?¿Cómo sigue la noticia?". Escucha la radio, mucho más directa. Entra en Internet y navega. Estamos rodeados de noticias que nos dan muchas ideas de partida y muchos conflictos. Los conflictos son el núcleo de una historia. Una historia es la explicación de un conflicto, la explosión de un conflicto con un final que afecta a sus protagonistas.

Hay que buscar un conflicto que nos atraiga. Será nuestro germen de la historia. Esto es un buen punto de partida para atraer a las musas.

Por ejemplo:

-Digamos que me interesa la novela histórica. Me centraría en leer ensayos y libros de divulgación sobre historia, hasta encontrar una época que me atraiga. Después, sobre esa época exploraría sobre sus protagonistas, seres reales que vivieron y murieron, y que muchas veces han quedado relegado casi al olvido, sepultado por años y años de distancia de nosotros. Todas las épocas dan héroes y villanos. Todas las épocas tienen conflictos: politicos, económicos, bélicos, humanos. Estáte al tanto de las noticias de arqueología, de actividades recreacionistas, llena tu mente del aroma añejo del medievo.

-Digamos que me interesa la novela negra. Estaría interesado en las noticias de sucesos, en lo que cuentan los periódicos sobre asuntos policiales. En la novela negra rigen las pasiones oscuras de las ciudades, corrupción, sexo, violencia. La realidad siempre supera a la ficción, así que abre bien los ojos.

-Digamos que te interesa la literatura fantástica. Lee a los clásicos, explora sus mundos, disfruta con ellos, analiza qué te aportan y qué echas en falta. Un punto de partida de inspiración puede ser crear finales alternativos a la obra de un autor famoso. Indaga en sus personajes, en su psicología: "¿Qué pasaría si Boromir hubiera conseguido de verdad el Anillo?"

-Digamos que te interesa la ciencia ficción. Vislumbrar el futuro no puede hacerse sin partir del presente. Lee revistas de divulgación ciéntifica y sobre investigación (robótica, genética, física, química, aeronáutica, desarrollo mental, la Red, el Gran Hermano), revisa a los grandes autores del s.xx y observa cuán acertados o alejados estuvieron de la realidad.

El resumen de todo esto: la inspiración llega cuando tu mente se satura de datos sobre un tema, una época, un personaje, un hecho concreto (real o imaginario). Este método que indico al menos a mí me funciona.

Sabrás que tienes un arranque, un motivo para escribir cuando, como si estuvieras leyendo un sortilegio, al terminar una frase en tu mente se forma de repente una escena que te sugiere emociones, que te pide que le des forma, que la hagas vivir. Como si tú fueras un dios. En ese instante tu mente habrá llegado a las musas.

Si esa idea te llena de emoción y curiosidad, te corta la respiración, entonces ya sabes sobre lo que vas a escribir.

El siguiente paso será cómo hacerlo.