viernes, 15 de enero de 2010

Un 10 en escala de Richter



La noticia del momento es aterradora, y por ello tengo que comentarla. Sí, se trata del terremoto en Haití.

Charles Richter, sismólogo estadounidense (1900-1985) propuso una escala de cuantificación de los efectos de los terremotos, basado en la energía liberada por un hipotético sismo en una zona urbana determinada en el sur de California. La escala que propuso Richter está numerada desde 0 hasta 9, sin embargo, no tiene límite superior ya que es función únicamente de la energía liberada:



La magnitud del terremoto de Haití ha sido 7.3. Eso supone una energía de 400.000 toneladas de TNT. La bomba atómica de Hiroshima de 1945 alcanzó una potencia de 20.000 tm TNT. Eso significa que Haití ha sido devastada por la Naturaleza con la fuerza aterradora de 20 bombas atómicas.

Aunque digan que fue 7.3, tanto da que fuera un 10, porque la destrucción ha sido total.

Ser escritor supone tener la capacidad de imaginar vívidamente la vida de otras personas, reales o ficticias, para poder contarlo por escrito. Esta aterradora situación es la que he experimentado esta semana:

"Es de noche. Son cerca de las dos de la madrugada. Las ventanas están abiertas, porque la noche es cálida. No hay luna. Se oye la música de algunos transistores transnochadores. Los grillos y chicharras llaman a las hembras con su canto, y varias parejas abrazadas deambulan por las aceras sin rumbo fijo, sólo pendientes de sus besos. Varios coches se saltan los semáforos, bajo la incierta luz de algunas farolas encendidas. Un ciclista solitario regresa a su cabaña de madera y adobe. La tele se ha vuelto a estropear y sólo da interferencias.

De repente, los grillos y chicharras callan, y los murciélagos echan a volar desde los árboles. Alguien mira al cielo, extrañado. Y acto seguido, todo se mueve. El suelo se abre. Todos gritan pero nadie se escucha, porque el ruido es atronador. Se abren las carreteras mostrando sus entrañas, las luces (todas las luces de la ciudad de Puerto Príncipe, con 3 millones de almas) se apagan, y los edificios se hunden, colapsando como una montaña de naipes. Pocos alcanzan la calle en la oscuridad. Algunas bombonas de butano estallan, iluminando un paisaje lunar. Gritos, caídas, muerte. Y cuando la tierra reposa al fin, la noche sin luna se lo ha tragado todo, y para los supervivientes sólo queda la negra oscuridad y un pandemonium de gritos y alaridos de locura. Las madres buscan desesperadas a sus niños, sin encontrarlos enteros.

Y cuando llega el alba, los vivos casi desean la suerte de los muertos."


En unos minutos, Haití ha regresado a la Edad de Piedra.

¿Puede hacerse algo?
Sí. Hay formas; usadlas. ¿No hubo dinero para ayudar a los bancos? Espero que lo haya para los seres humanos. La Naturaleza puede golpearte a ti mañana. No hablaré de literatura hoy.