lunes, 23 de febrero de 2009

Poupourrí (II)



Este fin de semana he tenido un sueño fantástico, de esos que uno visiona como si estuviera en el cine comiendo palomitas. Y tiene que ver con la literatura.

Se abre el telón. En plena acampada campestre con la familia, incluyendo una paellita sobre las brasas y la partida de la brisca y del tute sobre la mesa azul de camping, aparezco yo cogiendo ramitas de pino con las que alimentar la lumbre cuando de pronto me encuentro a mi padre sonriendo acompañado de varios señores más, en chandal cervecero y en camiseta corta. ¡Caramba, si a ése le conozco!
-Mira, Blas, me han dicho que son escritores y como les he hablado de ti y de tu libro, pues han mostrado interés en conocerte.
Me limpio las manos apresuradamente y estrecho la mano a Juan Eslava Galán, José Calvo Poyato, a Bernard Cornwell, Stephem R. Lawhead y al mismísimo John Howe, que no sé por qué estaba por el bosque con una espada practicando esgrima. Alucinante.

Y bien, así que escribes, háblanos de tu novela, oh, sí, parece muy interesante; pero necesitará ilustraciones (John Howe dixit). En fin, si quieres envíanos una copia y hablaremos con nuestro editor, a ver qué se puede hacer...

Qué bonito. Supe que era un sueño porque era demasiado sencillo.

1.-La Cueva de las Estrellas


A unas dos horas de viaje de San Pedro de Quemez se encuentran la Cueva Galaxia y la Cueva del Diablo. La primera es una fantasía de piedra que traslada al visitante a otra dimensión. La cueva fue descubierta por dos pobladores de la zona, Pelagio Huayta y Demesio Copa, quienes con absoluto sigilo empezaron a trabajar picota en mano. El resultado rebasó sus expectativas, las composiciones de roca calcárea que se crearon cuando el Salar era mar y cuando la lava del volcán Thunpa entró en contacto con el agua, hace 225 millones de años, asemejan extraños huesos que cuelgan de los techos y paredes formando figuras extraordinarias. Ambos hombres han denominado al lugar “Cueva Galaxia y de las dos estrellas”.

Al ser preguntados del por qué de las estrellas, contestan riendo, “en honor a estos dos descubridores”. Organizados, con señalizaciones y todas las comodidades para el turista, ambos hombres han trabajado duramente para mostrar las maravillas de esta cueva, situada al lado de la llamada Cueva del Diablo donde se encuentra un cementerio o chullpar, con restos humanos y de rituales. El lugar es un camposanto sobrecogedor rodeado de mitos. Pelagio y Demesio cuentan que muchas personas fueron tragadas por esta cueva al entrar a ella sin el respeto debido, de ahí el nombre de Cueva de Diablo.

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2.-Y cuando quebraron, Africa seguía allí

(Extraido de: www.deugarte.com)

Armando Guebuza, presidente de Mozambique y Jonathan Oppenheimer de de Beers publicaron un artículo interesante en estos días que me ha hecho recordar un post de Juan Urrutia de hace más de tres años, en plena expansión económica mundial en el que daba razones para invertir en Africa.

Dicen Oppenhaimer y Guebuza:

Las agencias de rating deberían revisar los riesgos de inversión en Africa. Tras lo que ha pasado recientemente tanto a paises como instituciones financieras, ¿pueden los inversores sostener todavía que hacer negocios en Africa conlleva un inaceptable nivel de riesgo?


Y decía Juan hace más de tres años:

¿Por qué no invertimos en Africa? Mi respuesta es que el capitalismo de hoy no puede hacerse cargo espontáneamente del desarrollo de Africa porque, en primer lugar, el inmobiliario se revalúa más rápidamente que nunca, y porque, en segundo lugar, hay una enorme trampa de la liquidez flotante hacia inversiones reales significativas, reteniéndola en activos financieros complejos.


Bien, ya hemos visto para qué daban unos y otros. Se está cayendo el paradigma de los ochenta, la cultura financiera anglo y si me apuran las bases mismas de su modelo de civilización. Caen a plomo.

Pero Africa sigue ahí. Para quien quiera verla.

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