viernes, 16 de enero de 2009

¡Ah! ¡Así que tú eres escritor!


Cuando decidí escribir mi primera novela no sabía si sabría terminarla. El estímulo de un certamen local me animó a preparar un relato que debía estar ahí, dentro de mi mollera, porque de repente creció y creció, y se desarrolló casi por sí solo, como algo natural, hasta su culminación.

Entre tanto, en el trabajo uno de mis compañeros se enteró de que yo escribía. Compartíamos piso. Me daba vergüenza decir "estoy escribiendo un libro" cuando me preguntaba qué hacía y él me confesaba que era incapaz de llenar media cuartilla. Entre cerveza y bromas con más compañeros salía el tema de mi escritura, como una curiosidad exótica. El rumor fue expandiéndose.

Cuando terminé mi primera novela, los que sabían de mi afición me miraron con asombro. Cuando se han enterado de que estoy en el final de mi segunda novela, me han mirado con respeto. Y algunos hacen mofas, diciendo que me acuerde de ellos cuando gane el Nobel.

Pero...sorpresa.

Un compañero de departamento me ha pedido que revise un artículo que ha escrito para la revista mensual de su cofradía de Semana Santa, "haz el favor, tú que eres escritor". Y me lo decía con humildad y con esperanza puesta en mis observaciones. Me miraba... como si de verdad fuera escritor.

Y lo he corregido. Estilo, puntuación, ortografía, ritmo. Detalles que lo han mejorado sustancialmente. Él lo ha apreciado y me ha dado las gracias. Eso me ha hecho darme cuenta de lo mucho que he avanzado desde que empecé. Sé que algunos ejemplares ya los tengo vendidos si publico alguna vez. Esta pequeña petición me ha hecho sentir escritor de verdad.

Una moraleja de esta historieta: hay que ser constantes, y leer y escribir, continuamente, todos los días. Y tener buen humor, eso que no falte.